'Das Biber': No todo en Viena son élites blancas
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Entramos en la redacción de Das Biber, el mensual elaborado por la nueva generación de vieneses que lucha por la integración real de la población inmigrante en la capital austriaca. Hablamos con su redactor jefe adjunto sobre migración, integración y periodismo. Y sobre lenguaje: porque aquí, aunque haya desde bosnios hasta turcos, solo se habla una cosa: el alemán. Sie sind willkommen!
Hace unos años, el periodista Simon Kravagna se desplazó hasta el distrito de Favoriten, en el sur de Viena, y se dio cuenta (seguramente, no por primera vez) de la diversidad que conforma la capital austriaca. Según los últimos estudios de Statistik Austria, el instituto de estadística austriaco, en 2013, el 19,4% de la población del país tenía origen inmigrante, un 13% más que en 2008. De estos, un 29,3% tenía ascendencia en países no comunitarios de la ex Yugoslavia y el 16,5% tenía orígenes turcos. Mientras que 1,2 millones eran naturales de otro país, 428.000 habían nacido en Austria, formando parte de lo que se conoce como inmigrantes de segunda generación. Una multiculturalidad que, sin embargo, no se apreciaba en los medios de comunicación, al menos, no hasta ese momento.
Kravagna llevaba una década trabajando para el Kurier, uno de los diarios más leídos de Austria, pero decidió abandonar el mando de la sección de política y lanzarse a una aventura editorial que lo llevó a crear, en 2007, la revista Das Biber. El primer ejemplar, el número piloto, salió a la calle ese año aunque no fue hasta 2009 cuando el Biber empezó a distribuirse de forma gratuita por distintos puntos de la ciudad.
Ahora, seis años después, el Biber es ya una publicación consolidada, con sede en el célebre MuseumsQuartier de la capital, un espacio multifuncional que antaño albergaba los establos de la corte y que ahora da cabida a multitud de museos, bares y tiendas cool que tratan de dar un aire un aire nuevo a la vetusta Viena. La revista tiene una tirada de 65.000 ejemplares mensuales, que salen cada mes excepto en enero y agosto, pues los números de diciembre y julio son dobles.
Tres personas en redacción, dos en el departamento comercial y entre veinte y treinta voluntarios (la mayoría, de países de la antigua Yugoslavia, así como turcos, polacos, búlgaros, kurdos y alemanes) hacen posible una publicación que trata de tender puentes entre las múltiples comunidades que pueblan la capital austriaca. "Tenemos una redacción tan diversa como lo es la ciudad o como lo son nuestros lectores", se complace Amar Rajković, redactor jefe adjunto del magacín, señalando que el Biber "no es una revista clásica sobre política, sociedad o moda… sino algo a medio camino entre todas esas cosas".
La formación de una 'identidad posinmigrante'
"En las grandes redacciones, menos del 1% de la gente tiene orígenes en otros países, por lo que cuando lees revistas o periódicos, estás viendo la Austria de las élites blancas de Viena", denuncia Rajković. "Lo que nos hace diferentes es que en nuestra revista puedes leer un texto sobre una mujer con pañuelo en la cabeza que ha escrito ella misma. En los grandes medios, todo el mundo hablará sobre esa mujer o sobre la juventud que crece en los guetos...pero nunca les dejarán hablar por ellos mismos". Desde que empezara la andadura del Biber, la revista no ha dejado de crecer y de cosechar premios. A diferencia de otras publicaciones de carácter "étnico" que se editan en Austria y en Alemania, Das Biber se publica completamente en alemán. Y es esa particularidad la que hace del Biber un medio que contribuye a la cohesión de las diferentes comunidades que pueblan Viena hoy en día. "[Kravagna] habló con otros turcos y entonces vio que los otros turcos se hablaban en alemán entre sí, algo que también pasaba con gente que venía de Yugoslavia", me cuenta Rajković.
Por su parte, la lingüista austriaca Edna Immaovic asegura que "Biber refleja la construcción de una identidad posinmigrante entre la gente joven, pues sus lectores han nacido en la mayoría de los casos en Austria" y agrega que "refleja perfectamente el fenómeno del código lenguaje mezclado", lo que todavía la hace más rica. Esto es, que en la revista se aprecian las variedades o argots que cada grupo lingüístico, en razón de su origen geográfico o cultural, hace de la lengua, lo que convierte al Biber en un testimonio de excepción de los cambios demográficos que está viviendo una ciudad que, pese a su plácida apareciencia, está en plena ebullición.
Biber Akademie, el trampolín hacia el futuro
Pero la lucha del Biber contra el monopolio va mucho más allá, por lo que en 2011 decidieron crear una suerte de escuela para jóvenes talentos donde aconsejan e instruyen a estudiantes de periodismo en el oficio. "La Biber Akademie es nuestra mini-facultad, donde tenemos a cuatro jóvenes con los que hablamos sobre periodismo, les pagamos algún dinero y les recomendamos a otros medios que todavía cuentan con pocos o con ningún inmigrante" en plantilla. "Intentamos luchar contra el monopolio y por la integración de las nuevas generaciones de vieneses en los medios", incide. Cada dos meses, cuatro periodistas en ciernes entran a la Biber Akademie, previo cásting. "Les presionamos porque creemos que es la mejor manera de que encaren el futuro, para que aprendan a cosas y puedan ir luego a los grandes medios a probarse a sí mismos".
Para Rajković, en Austria, una república donde sigue celebrándose la temporada de valses (baile de debutantes incluido) y donde el presidente sigue siendo investido bajo la imponente mirada de la emperatriz Maria Theresia, todavía queda mucho por hacer. "En Estados Unidos, por ejemplo, tienen un 80% de blancos en las redacciones y un 20% de hispanos y de negros. Y la BBC también introdujo un código para fijar que haya un tanto por ciento de esta gente", concluye el periodista, antes de posar -de buen grado- para Marko Mestrovic, fotógrafo de la revista, quien se ha prestado a echarme un cable.