Conmoción en el Este
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eduardo s. garcésEl No francés a la Constitución europea se ha sentido con fuerza en muchos países del Este que temen quedar marginados como consecuencia de esta decisión histórica.
Para la mayoría de los nuevos Estados miembro, ver a Francia rechazar el Tratado constitucional era algo casi inimaginable. No en vano, estamos hablando de uno de los seis Estados fundadores de la UE; un país que ha estado a la cabeza de la integración europea durante muchos años y que fue el principal promotor de la Constitución que acaba de rechazar. ¿Cuáles son las consecuencias de esa decisión y qué implicará para Europa del este?
¿Por qué nos han rechazado?
Parece que desde la ampliación de la UE del año pasado los franceses harán casi cualquier cosa que perjudique a su impopular gobierno. Durante meses se ha venido hablando de la "fatiga" de los países europeos respecto al proceso de integración, en especial de los del oeste. De esta manera, lo acontecido el pasado 29 de mayo no sólo tiene que ver con la Constitución Europea, sino también con la visión que los franceses tienen de su gobierno, la dirección a la que se encamina Europa y -como punto más importante- con el castigo infligido por el electorado francés a su gobierno por haber ampliado la Unión sin haberles informado o consultado. A simple vista, parece que el fantasma de las olas de obreros polacos vaticinadas por la campaña del No en Francia han detenido el proceso constitucional, y eso que ni tan siquiera el Reino Unido, que ha liberalizado su mercado laboral por completo, ha experimentado esas hordas del Este tan temidas por los que se han inclinado por el No.
Temor a la marginación
El No ha alimentado los rumores acerca de la necesidad de un núcleo europeo más compacto y reducido, quizás compuesto por los 6 primeros miembros de la UE o por los integrantes de la zona Euro y Schengen. Este núcleo operaría dentro de la UE pero de manera independiente. Si este tipo de cooperación reforzada entre veteranos Estados miembro se hiciese realidad, los países del centro y el este de Europa que son nuevos en la Unión y por tanto aún no son miembros de ninguna de las dos zonas, quedarían al margen, fuera de las principales corrientes políticas europeas. Una vez más, nos veríamos marginados, y la marginación es lo que más miedo nos produce. Por fortuna, es improbable que este núcleo, pivotante alrededor de Francia y Alemania , se materialice. Chirac, ése que una vez le dijo a los países centroeuropeos que deberían "estarse callados", se encuentra ahora tras su aplastante derrota, mudo.
Además, Alemania, el aliado más importante de Francia, ya ha ratificado el Tratado constitucional, así que los pesos pesados de Europa están ahora cada uno a un lado de la valla.
Ramificaciones económicas
Otras de las preocupaciones de las republicas del este tras el No francés son sus frágiles economías. Al seguir siendo mercados emergentes (y así seguirán durante varios años) son más vulnerables a la inestabilidad política y a sus efectos económicos. Hay bastante miedo a que la actual crisis pueda ahuyentar a los inversores y agitar los mercados de divisas. Pero una vez más, esto es improbable que suceda ya que los mercados habían previsto el rechazo francés y apenas han reaccionado al resultado del 29 de mayo.
La necesidad de un mejor liderazgo
El verdadero problema, ése al que no sólo se enfrentan los nuevos miembros, sino toda la Unión, es la falta de liderazgo. Chirac no tiene la confianza de su pueblo y el primer ministro Raffarin ha tendido que dimitir. Schröder, en Alemania, va camino de perder las próximas elecciones a pesar de que la lider de la oposición, Merkel, ha sido nombrada como político más aburrido del país. El primer ministro británico, Tony Blair, es impopular, Rodríguez Zapatero aún es considerado un actor secundario y Berlusconi hace poco fue descrito por The Economist como el "verdadero" enfermo de Europa hablando de su país.
La nueva Europa tampoco anda mucho mejor: Kwasniewski, el presidente polaco, esta llegando al final de sus 10 años de gobierno y el presidente checo, Vaclav Klaus, es euroescéptico por definición.
¿Dónde puede buscar Europa sus líderes? ¿Dónde están los Monets, Schumans, De Gaulles y Churchills? Pareciese que todos los líderes europeos actuales, incluyendo a Juncker, Presidente del Consejo; Barroso, Presidente de la Comisión y a Borrel, Presidente del Europarlamento, carecen del coraje para afrontar la realidad.
La nación más poderosa ha rechazado su tratado con contundencia, y es a esto a lo que hay que buscar un remedio.
Translated from Shock in the East