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“China representa una oportunidad para Europa, no una amenaza”

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Lu Yiyi, Directora del Proyecto sobre China de Chatham House, habló con Café Babel acerca de las relaciones institucionales y de los lazos económicos que mantienen China y la Unión Europea.

La sorprendente emergencia de la economía china no permite alternativa sino la de encarar los miedos sobre un país del que, en realidad, sabemos muy poco. Muchos y variados interrogantes han surgido sobre lo que implica el desarrollo de China para el resto del planeta. Parece que la Doctora Lu Yiyi, principal investigadora de la organización Chatham House (dedicada al análisis de asuntos internacionales) tiene muy clara la respuesta: “China representa una oportunidad para Europa, no una amenaza”.

La ignorancia alimenta el recelo

Sin embargo, las relaciones entre Pekín y Bruselas han estado lejos de ser fluidas. El embargo de armas decretado por la UE en 1989 contra China junto a las restricciones impuestas por los 25 a sus productos textiles son, según la Dra. Lu Yiyi, dos de los principales desafíos a los que debe enfrentarse el futuro de las relaciones entre China y la UE. Uno de los temas que obstaculiza el progreso en esos y otros asuntos es la ausencia de cohesión en la política exterior europea respecto a China, pues “algunos miembros de la UE tienen diferentes posturas en sus políticas con China, lo que provoca que en el mismo seno de la Unión existan claras divergencias sobre la forma de afrontar las relaciones con Pekín”.

Otro obstáculo a tener en cuenta es el recelo europeo hacia los productos chinos, mucho más baratos que los fabricados en la vieja Europa. Lu Yiyi califica esta actitud de “ignorante”. Defiende que mientras "China exporte a la UE bienes a bajo precio, los países europeos también pueden sacar su propia tajada, ya que las economías europeas tienen la magnifica oportunidad de aprovechar el proceso de liberación económica que poco a poco va tomando forma en China. Por ejemplo, un número creciente de empresas británicas se encuentran ya trabajando en el sector financiero chino. No hace mucho, era impensable que una compañía extranjera pudiese operar en el mercado chino. Ahora esto es un hecho."

¿Barato y ventajoso?

Aunque por una parte, para los fabricantes de productos de bajo coste no sea la mejor de las noticias, “los minoristas y consumidores europeos están encantados con el aumento de productos chinos que hoy colman sus estantes, ya que el precio ofrecido por la marcas chinas es realmente imbatible”. Pero esto también conlleva otras consecuencias. El boom económico de China contribuye a que "prestigiosas firmas como Gucci, Armani y Chanel tengan ahora la oportunidad de vender sus bienes de lujo a las emergentes clases acomodadas chinas". En realidad, ya se pueden encontrar en las ciudades chinas más importantes enormes centros comerciales donde las marcas más prestigiosas intentan atraer a los florecientes nuevos ricos y su creciente demanda de artículos de lujo. Sin embargo, las imitaciones de marcas europeas más prestigiosas fabricadas en China están inundando el mercado destinado a clases menos pudientes no sólo en China, sino también en el extranjero.

Al mismo tiempo que las firmas de moda saborean la explosión de la demanda de sus artículos, también son testigos de la proliferación de falsificaciones de sus productos con un aparente escaso control por parte de las autoridades chinas, lo que sin duda, representa una seria amenaza para estas firmas. Lu Yiyi reconoce este hecho, pero también afirma que “ésta es la otra cara de la moneda. Muchas de esas prestigiosas marcas fabrican sus camisas y ropa en China, por lo que no nos debería extrañar que algunas de esas prendas estén siendo copiadas. Aunque la piratería no puede ser justificada, es indiscutible que este fenómeno no era en cierto modo un efecto imprevisible.”

La economía prevalece sobre los Derechos Humanos

Otro asunto que frena la cooperación europea con China son las condiciones laborales a las que son sometidos los trabajadores que fabrican éstas y otras mercancías. Sin duda, y a pesar del compromiso que el gobierno chino hizo en 2004 prometiendo respetar el Estado de derecho, las libertades individuales en China aún son conculcadas de forma sistemática. El presidente Hu Jintao en su reciente visita al Reino Unido, fue recibido con protestas relativas a una serie de reclamaciones que iban desde la ocupación del Tíbet y las libertades religiosas hasta la secesión de Taiwán. Además, la sorprendente visita de Georg W. Bush el pasado mes de noviembre a una iglesia de la autodenominada Iglesia Católica Patriota China (controlada por el gobierno chino) en Pekín, fue interpretada como un intento de insistir en la necesidad de una mayor libertad religiosa en el país.

Sin embargo, Lu Yiyi insiste en que “América no está en situación alguna de dar lecciones a China sobre temas de Derechos Humanos cuando en este terreno, ella misma tiene diversos asuntos que aclarar. Hasta que la Casa Blanca no ponga orden en su propia casa, China nunca se tomará en serio los temas relacionados con los Derechos Humanos.” La intelectual también señala que “las cuestiones referentes a los Derechos Humanos nunca han afectado a los lazos económicos entre los países europeos y China.” En otras palabras, la postura europea de defensa de los Derechos Humanos no obedece más que a razones de pura retórica política, ya que "los intereses económicos preceden a los Derechos Humanos". Parece que en este punto, la actitud europea es muy similar a la mantenida por el gobierno chino cuando sostiene que "la economía y los derechos no deberían estar nunca interrelacionados: los negocios son los negocios y los Derechos Humanos son los Derechos Humanos". La Dra. Lu Yiyi piensa que esta presunción no es necesariamente perniciosa, ya que “tarde o temprano, los vínculos económicos conducirán al respeto de los Derechos Humanos y de las libertades civiles. Sería un error aislar ahora a China porque una política excluyente no afectaría a los que ejercen el poder, sino que repercutiría directa y negativamente al conjunto de la población.”

Translated from “China is an opportunity for Europe, not a threat”