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Caricaturas de Mahoma: del humor al odio

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Política

Con ocasión de las caricaturas danesas, la libertad de expresión ha ocupado esta semana un lugar inhabitual en la prensa europea. El asunto amenaza con degenerar en crisis entre Europa y el Islam.

El debate sobre las caricaturas publicadas en septiembre pasado en las páginas del diario conservador danés Jyllands-Post y retomadas en toda Europa ha superado un nuevo límite esta semana. Tras las amenazas de muerte, la dimisión de varios diplomáticos y el boicot y las sanciones diplomáticas, algunos diarios en Francia, Alemania, Holanda Italia y España han retomado dichas caricaturas en sus páginas. Entre ellas, la de un Mahoma con turbante en forma de bomba. La última consecuencia ha sido la destitución, el miércoles 1 de febrero, del redactor jefe del diario France Soir por parte del propietario franco-egipcio del medio, Raymond Lakah. Se trata de un caso que vuelve a lanzar el debate en Europa sobre el derecho de los ciudadanos “de blasfemar”.

A lo largo de todo el planeta, el asunto adquiere proporciones inesperadas. Ayer por la mañana, palestinos armados en la banda de Gaza irrumpieron en las oficinas de la representación de la UE, exigiendo excusas por parte del gobierno francés, noruego y danés en el plazo de 48 horas mientras amenazaban a los nacionales de los países mencionados. Sin embargo, ¿corresponde a los Estados intervenir en la libertad de expresión y pedir disculpas por lo que publica un periódico? Al mismo tiempo -y el contraste es sobrecogedor-, el gobierno británico fracasaba en su intento de aprobar en la cámara de los comunes un refrito de ley sobre el odio racial y religioso. Un rechazo aplaudido por numerosos artistas, escritores y actores porque les permite conservar el derecho de criticar a otras creencias y religiones.

¿Sátira o incitación al odio?

¿Hasta qué punto las caricaturas en cuestión van contra el Islam? La piedra de toque de los argumentos de quienes se oponen a su publicación reposa en la idea de que la religión musulmana no tolera que el profeta Mahoma pueda ser representado, en la medida en que no hay ser humano que sea capaz de traducir la belleza y la grandeza de su persona. ¿En este caso, los dibujos son una representación o una caricatura? Aunque su contenido pueda herir, ¿puede también conducir al odio racial? Es probable que las mentes racionales se apoyen en el aspecto satírico de las caricaturas, pero otras seguramente extraerán una imagen desastrosa del mundo musulmán, incluso sin haberlas visto.

Libertad de expresión

La naturaleza misma de la religión, de la política y sobre todo del humor es subjetiva. Si algo nos choca en la tele o en cualquier otro medio de comunicación, mientras no se trate de algo ilegal, basta con apagar el televisor o no leer el periódico que nos disguste. En el Reino Unido, quienes reprochan al The Daily Mail de xenófobo o al Sun de adoptar posturas claramente homófobas optan simplemente por no leerlos. Ironías del destino: puede que sea toda esta agitación alrededor de unas caricaturas danesas las que incite al odio racial, al usarse para atizar las tensiones étnicas e ideológicas, en medio de lo cual la censura vendría a significar un gesto de corrección política mal entendida.

Si por un lado el acoso racial o la incitación al odio de un determinado grupo social no deberían tolerarse, por otro es vital preservar el derecho de criticar, de ridiculizar y de caricaturizar el mundo que nos rodea. Tal y como decía Voltaire hace unos siglos, “no comparto una sola palabra de lo que usted dice, pero me batiré hasta la muerte por su derecho a leer”. Una frase que debería convertirse en el eslogan de toda sociedad moderna y progresista que se precie.

Translated from Muhammad cartoons: humour or hate?