Buscando lo ‘humano’ en el tráfico de seres humanos
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Joaquín Salido MarcosLa Comisión Europea estima que cada año 100.000 personas son víctimas de trata de personas en la Unión Europea. 80% de ellas son mujeres y niñas. Hablamos con Barbara Eritt, una trabajadora social en Alemania de orígenes polacos.
“Si alguien detenido por tráfico de drogas tiene castigos superiores a alguien que trafica con personas, algo va mal en esta sociedad”. Por desgracia, en muchos casos esta es la realidad, explica Barbara Eritt, ya que muchos de los casos de tráfico de seres humanos los imputados terminan con penas muy bajas o en libertad por falta de pruebas.
Esta trabajadora social de origen polaco dirige el ‘Invia Koordinations- und Beratungsstelle für Frauen’, un centro de atención y apoyo a las víctimas de la trata de humanos situado en Berlín. Es un trabajo desgarrador, “pero si dejas a un lado los aspectos judiciales y te centras en las personas, especialmente las mujeres, trabajas de manera diferente” dice Barbara. Esta perspectiva ha sido la clave de su trabajo durante la última década. La mayoría de las mujeres con las que trabaja han sido forzadas a la prostitución, pero poseen un espíritu y una filosofía de vida muy valiente a pesar de lo que han sufrido. “Se trata de sobreponerse, ser capaz de vivir con lo que ha ocurrido”.
Más allá de los clichés
Eritt rechaza describir un perfil típico de una víctima de tráfico de personas. “No quiero recurrir a clichés, tengo mucho respeto por estas mujeres como para simplemente decir que vienen de malas situaciones familiares o que son víctimas del analfabetismo. En la mayoría de los casos las razones son económicas, esta es una motivación mucho más fuerte que ninguna otra. El miedo a la separación e inseguridad es un pequeño sacrificio a cambio de tener la oportunidad de tener una vida mejor para uno mismo y su familia”.
Bajo su apariencia suave y delicada, Eritt oculta una férrea determinación y compromiso con las víctimas del tráfico de seres humanos. Ella ayudó a crear el centro en 1997, con la premisa básica de “hazlo tú mismo o nadie lo hará por ti”. El incremento sostenido de los casos de tráfico de personas durante los últimos cinco años hace más necesario que nunca su trabajo. En Berlín, las mujeres conocen Invia a través del boca a boca o de la propia policía. Eritt solo actúa cuando las mujeres han escapado. “No camino por las calles en ningún caso, si no nunca reconocería las victimas, su presencia no las delata ya que normalmente son mujeres con buena apariencia y sin problemas evidentes”.
Además, acceder a las mujeres se ha convertido mucho más difícil, aunque la prostitución se haya legalizado en Alemania desde 2002. Los burdeles han sido reemplazados por apartamentos u hoteles, donde las mujeres se encuentran secuestradas sin poder salir, excepto cuando son conducidas hasta las casas o habitaciones de sus clientes. Acudir a la policía en estas circunstancias es extremadamente difícil.
Incluso si escapar es posible, las mujeres pueden seguir siendo objeto de amenazas e intimidaciones. Sus captores puede que sepan donde vive la familia de la mujer, por ejemplo, y usar esto contra ellas. Además no hay que olvidar las dificultades normales derivadas de estar en un país donde no se habla la lengua y con usos y costumbres diferentes. Como Eritt explica, muchas prefieren esperar hasta que han pagado sus deudas para después poder marcharse en libertad.
Afrontar la injusticia
Es cuando las mujeres abandonan sus prisiones cuando una oenegé como Invia entra en escena, suministrando información y asistencia sobre cualquier tema: desde como volver a casa, asistencia legal pasando por encontrar un lugar donde vivir. La cooperación efectiva entre trabajadores sociales, policía y jueces es vital, respetando las distintas perspectivas de la situación. Por ejemplo, testificar es la principal preocupación para la policía y jueces, sin una denuncia, no hay caso, pero para Eritt “lo que importa es la propia mujer, si ella no quiere testificar yo la apoyaré”.
De hecho, el testimonio de una víctima siempre puede ser cuestionado. “las denuncias deben de tomarse más seriamente” comenta Eritt. El tiempo de espera entre el crimen y el juicio, hasta 5 años, disminuye la fiabilidad de los testimonios de los testigos. “Te da la impresión de que toda estas trabas judiciales dificultan ir más allá en la búsqueda de la verdad”.
Durante la espera del inicio del proceso, las mujeres son clasificadas como “residentes temporales” por lo que no pueden acceder a los servicios de integración a disposición de los inmigrantes como cursos de lengua alemana. Esto significa que son del mundo laboral y la educación y reciben una ayuda de mantenimiento de 230 al mes. “Un escándalo” asegura Eritt.
El pasado octubre, la Comisión Europea creo el “Día contra el tráfico de seres humanos” pero aumentar la conciencia sobre la problemática de la trata de personas es secundario, dice Eritt. Es mucho más importante la falta de perspectivas en países como Moldavia, Bulgaria o Ucrania, tres de las fuentes más importantes para este tipo de delitos en la UE. Siempre habrá demanda de prostitutas, lo que haría un mayor efecto positivo para la situación, cree Eritt, es mejorar las perspectivas económicas en los países de origen. “Lo que tenemos que abordar es por qué vienen”.
Translated from Finding the ‘human’ in human trafficking