Blog holandés de “periodismo lento” para “comprender mejor la UE"
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Inés María Campillo PazosUn holandés de vacaciones en una isla noruega se encuentra con un griego en busca trabajo. No, no es el comienzo de un chiste. En un contexto donde lo habitual es que todos opinemos de manera abierta y en ocasiones divertida acerca de todo, incluyendo Europa, a veces se hace necesario ahondar más en la superficie.
La accesibilidad a los medios de comunicación, la promoción de la individualidad por parte de las empresas y las nuevas tecnologías que nos permiten acceder a fuentes de información de nuestro interés, han dado lugar a la sociedad de ciudadanos críticos y orgullosos de sí mismos que hoy conformamos. Opinamos acerca de todo y hemos alimentado el conocimiento del otro valiéndonos de nuestras propias fuentes, ya sea al hombre de la esquina o a un alto mandatario político. Desde nuestra perspectiva, creemos saberlo todo acerca de todo. No me estoy quejando, no obstante. A veces es divertido. Incluso hoy día, parece que lo sabemos todo en lo que a Europa concierne.
El griego que emigra a Noruega
En octubre de 2012 viajé a las islas Lofoten, en Noruega, para aclarar mis ideas y contemplar paisajes naturales de película. Cuando estaba a punto de concluir mi viaje, tropecé con un padre de familia griego de unos treinta y tantos años de edad. Con su país de origen paralizado como consecuencia de una grave crisis económica (la tasa de paro en Grecia alcanzó sus niveles más altos en 2012, superando el 26% y convirtiéndose en la más alta de la UE), este emigrante había llegado a esta isla lejana, fría y ventosa no perteneciente a la UE en busca de tiempos mejores. La tasa de paro en Noruega ronda el 3%, por lo que su primer destino fue Oslo. Sin embargo, le cerraron todas las puertas a las que llamó. Varios amigos le aconsejaron ir a las islas Lofoten. “Hay pesca por todos lados y se necesitan pescadores durante toda la temporada”, le dijeron. Y allí se fue, con apenas unas monedas en los bolsillos, en busca de un futuro mejor.
Nos hospedamos en el mismo albergue, junto con otros dos turistas holandeses. Charlamos sobre su situación; no se necesitaban pescadores fuera de temporada. En el interior, los lugareños disfrutaban del calor de sus hogares y de comida caliente. El último día de mi viaje, el griego me acompañó al centro de la ciudad. Iba a intentar conseguir trabajo en la fábrica pesquera local, donde limpiaban y preparaban el pescado para su exportación durante la temporada pesquera. Conforme mi autobús echó a andar, lo vi dirigirse de vuelta hacia el pequeño supermercado. La fábrica estaba cerrada.
¿Nuestra Unión?
El griego me preguntó si podría considerar Ámsterdam como una opción. Le respondí que incluso los jóvenes con un nivel educativo relativamente alto tienen problemas ahora mismo para encontrar trabajo. Asintiendo muy educadamente me dijo que sí. No me sorprendería verlo algún día deambulando por las calles de mi ciudad. Supongo que el “modo supervivencia” trae la ingenuidad de serie. El griego había atravesado Francia, Alemania, Dinamarca y Suecia hasta llegar a Noruega. Los 27 países de la UE son bastante diferentes: algunos están al borde del colapso financiero, otros están haciendo, a la desesperada, todo lo que pueden para formar parte de esta unión, unos pocos permanecen sentados en el trono del liderazgo y algunos, como el mio, se encuentran en mitad de una crisis de identidad. Es un cóctel de diversas culturas y un tipo de Grecia que trata de picar un poco de aquí y un poco de allá mientras llega un mañana mejor.
Quién es la UE?
En el barco hacia el continente, me preguntaba qué sabía yo sobre esta unión en la que vivimos. Básicamente viajo. Visité Bruselas una vez (por sus mercadillos navideños y sus acogedores bares de copas). Los líderes de la opinión pública señalan que la capital belga se hace más poderosa cada día. Puedo relatar el trabajo de las instituciones políticas teóricamente pero, ¿qué sé realmente de lo que transforma la realidad que nos rodea? Que la UE como sistema se haga cada vez más poderosa no es lo que despierta mi interés. Otros lo tienen más claro. “La UE se gasta nuestro dinero”, señalan. Pregunta a personas que siguen de cerca a Europa y obtendrás información sobre el futuro, las tácticas y las políticas diarias, que son el resultado de los (escasos) análisis mediáticos. Pregunta sobre los pormenores de lo que realmente la gente hace allí y obtendrás silencio. Se ha recortado el número de corresponsales en Bruselas. Informamos sobre las políticas, pero no sobre el funcionamiento interno del sistema. ¿Podría la creación de un blog sobre periodismo lento ayudar a descubrir quiénes definen la UE? ¿Quiénes trabajan allí y qué ocurre allí todos y cada uno de los días?
¿Lo sabes tú?
Al llegar a Ámsterdam me di cuenta de que había perdido una gran oportunidad al no hablar más con el griego. ¿Qué pensaba sobre Europa, sobre su futuro, sobre su “unión”? ¿Sabía algo sobre su funcionamiento y sobre las personas que contribuyen a dar forma a su realidad? ¿O simplemente la veía como un asunto de la élite, pues tenía otras prioridades de las que preocupase? Creo que su opinión habría sido tan interesante como las voces de los expertos y políticos que participan en el debate europeo. Un poco más de democratización en el terreno de la opinión pública no es malo en absoluto. Hablar con el otro, no al otro. No por ello estaremos perdiendo nuestra parcela individual de conocimiento.
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Fotos: (cc) blog100days/ Kinzica e Alessandro/ 100days.it/ Flickr;en el texto cortesía de © KM
Translated from Dutch 'slow journalism' blog to 'understand EU better'