Atentado en Orlando: terrorismo, sí, pero también odio contra la comunidad LGBT
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El pasado domingo, Omar Mateen abrió fuego contra los asistentes de la discoteca Pulse en Orlando, Florida, asesinando 50 personas e hiriendo a 53. Los medios de comunicación no han destacado otro aspecto horrible: estamos ante la masacre por odio más grande contra la comunidad LGBT que se produce en un país occidental desde el Holocausto. Artículo de opinión.
El periodista de The Guardian, Owen Jones, decidió abandonar el plató de televisión, durante una transmisión de Sky News sobre el tiroteo del domingo, después de que los otros dos asistentes no reconocieran que los acontecimientos en Orlando habían sido, sobretodo, un ataque específico contra la comunidad LGBT.
Políticos de todas las ideologías se han apresurado a alegar que el ataque refuerza su campaña política. Donald Trump, por ejemplo, se felicitó a sí mismo en un tweet, en una exhibición de insesibilidad absoluta en la que culpabilizó al Islam del suceso. Las voces de la izquierda estadounidense utilizaron el ataque como la prueba evidente de que el control de armas es cada vez más necesario.
En Europa, los comentarios provocativos siguen llegando. Tras la reivindicación del atentado por parte del Daesh, la tragedia se ha convertido en un eslabón más del discurso del miedo propagado por los Islamistas cuyo objetivo ahora ha sido el de atacar a gente joven a la que simplemente le gusta bailar. The Sun publicó el titular "El Bataclan de EEUU", mientras que The Telegraph escribió "ISIL abre guerra contra los gays en Occidente". El hecho de que Pulse sea una discoteca LGBT debería ser tan sólo una anécdota comparado con la amenaza del terror global Islamista.
Y es ahí donde radica la segunda tragedia de todo esto, que se suma a lo que se ha convertido en el peor tiroteo de la historia de Estados Unidos, un país que en lo que llevamos de año, ya ha sufrido 133 ataques con armas de fuego. Como señaló Owen Jones en Sky News, el tiroteo en la discoteca Pulse es, además, la masacre más grande dirigida contra personas LGBT desde el Holocausto judío. El mismo día del ataque, arrestaron a un hombre fuertemente armado en Los Ángeles que se dirigía al un Desfile de Orgullo Gay. La naturaleza homófoba de los acontecimientos en Orlando es evidente, y dar precedente a otras narrativas tan recientes a lo sucedido, roba duelo a la comunidad LGBT.
Puede que sea verdad que Omar Mateen trabajaba en nombre de Daesh, pero hasta que no sepamos más, permitir que la organización terrorista se adjudique tan fácilmente la responsabilidad de estos ataques solo fomenta un clima de miedo que justifica seguir incrementando la violencia. Poco importa que los culpables sean aquellas personas que todavía pueden radicalizarse por lo que ellos consideran una división cada vez mayor entre el Islam y Occidente, o por aquellas que se permiten exteriorizar la culpa de la homofobia ignorando que su país también tiene parte de culpa en estimular crímenes de odio dentro de sus fronteras.
Todavía en 2016, tenemos un candidato a presidente de los EEUU que para hacer referencia al mayor crimen de odio contra la comunidad LGBT en su país, dio una declaración en la que ni siquiera mencionó qué comunidad fue atacada. Por el contrario, el primer alcalde musulmán de Londres respondió específicamente con un hashtag pro-LGBT. En Carolina del Norte, no se permite que las personas transgénero vayan al baño según sea su identidad, y no su cuerpo, si no tienen la documentación necesaria. Y en Sky News, la única voz LGBT invitada a la discusión fue menospreciada y abucheada por atreverse a intentar reclamar la "propiedad" de una tragedia dirigida específicamente a una comunidad de la que él es parte.
Hay un debate importante a tener sobre el terrorismo global, y se necesita una acción urgente para reformar la legislación americana sobre el control del armas. Pero al menos, durante los próximos días, esto no es sobre el Islam. Tampoco se trata de las armas. Se trata del hecho de que en 2016, la gente es asesinada por amar a quien le dé la gana.
Translated from Pulse, Orlando: Terrorism, yes, but undoubtedly an LGBT hate crime