“Apaga Internet si quieres acabar con su anarquía”
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elena gonzalezEsta fue la respuesta de un bloguero irlandés cuando el 1 de septiembre de 2009 la empresa de telecomunicaciones irlandesa Eircom bloqueó el acceso al sitio web Pirate Bay, la web para compartir archivos más famosa del mundo, con base en Suecia. Casi se podía oír como estallaba una débil y burlona risa de usuarios de todo el mundo
Una mera búsqueda en Google es suficiente para saltarte el cortafuegos chino, así que las débiles afirmaciones de Eircom sobre controlar Internet rallan en lo ridículo. Los proveedores de servicios simplemente han perdido el control de la situación en lo que se refiere a la web: “Es una pérdida de tiempo”, declara un comentarista en el directorio de estudiantes irlandés Studentsmart.ie. “Vete a x.com, al botón que dice ‘saltarse bloqueo de Eircom’. Y ya estás dentro. Lo único que consiguen es empujarlo a la clandestinidad, en realidad hay tantas formas de compartir archivos que para pararlo deberían acabar con Internet”.
¿Por qué pagar si puedes conseguirlo gratis?
Pero la profunda anarquía de compartir archivos en Internet va más allá de pensar como sortear a empresas avariciosas. La cultura de intercambio de archivos de forma gratuita e ininterrumpida no solo cuestiona la hegemonía de la propiedad privada, sino que ha propagado una comunidad internacional de recursos personales en la que el dinero simplemente se ha sacado de la ecuación. Para muchos ha planteado la pregunta de por qué la gente permitió en primer lugar que los recursos multimedia existieran solo bajo el control de las multinacionales. Las humilladas compañías discográficas y de cine han fallado en dar una respuesta convincente de por qué compartir ficheros es malo (variaciones creativas del ‘no te vamos a seguir robando’ no están realmente convenciendo a nadie). La gente esta empezando a ver su material digital no ya como algo que ‘tienes’, sino como algo que puedes compartir.
De hecho los problemas del movimiento anarquista con las leyes de derecho de autor se remontan a sus principios. Leo Tolstoi ya hablaba en contra de los derechos de autor hace más de cien años. Hoy en día grupos de presión en contra de los derechos de autor están aumentando a un ritmo asombroso. La asociación francesa de los Audionautes se creó en 2004 para ofrecer ayuda legal a aquellos acusados de violar las leyes de derecho de autor. Cada vez más publicaciones digitales utilizan la forma de licencia ‘Copyleft’, que protege la libertad de que el trabajo se reproduzca y se copie en lugar de restringirlo. Grupos como Pirate Cinema (Cine Pirata) combinan el cine pirata con movimientos okupas en ciudades como Berlín, Helsinki y Copenhague. Organizaciones online como The Free Software Foundation (FSF) (La Fundación para el software libre) buscan liberar completamente todo el software de la idea de propiedad. “Las empresas que están detrás de la propiedad del software a menudo espían tus actividades y te impiden compartir con otros” dicen en la página de FSF. “Y como nuestros ordenadores contienen mucha de nuestra información personal y de nuestras actividades diarias, el software de propiedad representa un peligro inaceptable en una sociedad libre”.
La caja de Pandora
La distribución de multimedia digital a través de Internet ha abierto algo así como la caja de Pandora. Hasta ahora, los esfuerzos de los gobiernos europeos para limitar la descarga gratuita de archivos de Internet solo han visto una expansión exponencial del fenómeno. “No estoy de acuerdo con el argumento de que debe haber anarquía en Internet, de que todo el mundo debe poder acceder a lo que quieran de forma gratuita”, explicó el secretario de cultura Ben Bradshaw al gobierno británico el 20 de octubre. Sucesivos planes anti piratería han sido denunciados repetidamente como inviables. “Lo que se necesita es una solución técnica”, dijo el especialista en leyes de Internet Alex Brown al periódico The Guardian, “pero no existe”.
Mientras tanto, según el diario sueco Sydsvenskan, la mayoría de los candidatos suecos al Parlamento Europeo de este año opinan que Europa ha ido demasiado lejos con este asunto. “Las leyes de la UE se basan en una campaña por parte de Hollywood y en una fe ciega en la vigilancia total de Internet”, dice Carl Schlyter, miembro del partido verde al periódico de habla inglesa The Local, “lo que no es ni posible, ni deseable”. Incluso al discutir la controvertida directriz europea DPI (Directiva del Parlamento Europeo sobre la observancia de los derechos de propiedad intelectual) el usuario tipo no parece particularmente sensible a la propiedad privada. Un comentario en la página web de The Local quizá resume muy bien la actitud de la nueva comunidad que comparte archivos, igualando autoridad tradicional con innovación imparable: “Igual que esta ley está equivocada, la tecnología nunca acaba, y hay muchas formas de sortear la ley”. Como William Gibson, el autor de ciencia ficción estadounidense-canadiense que acuñó el término ‘ciberespacio’, dijo en 1984, “Internet es raro. No genera dinero, es transnacional, más allá del control de nadie: el gran evento anarquista”.
Translated from Internet: 'the great anarchist event' no longer ours to 'control'