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2 días en Varsovia: Solidaridad, documentales polacos de culto y Berlusconi

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CulturaPolítica

Durante dos días a finales de abril de 2009, la capital polaca se convierte en el “centro de Europa” con la invasión del partido de centro-derecha más grande de Europa. Este tiempo compartido entre colegas británicos, españoles y polacos ayuda a comprender los últimos veinte años y la brecha entre el este y el oeste. Opinión

Malika y Pedro* están en Varsovia para el congreso del Partido Popular Europeo (PPE). El partido más grande a nivel europeo presenta su manifiesto para las elecciones parlamentarias europeas de junio de 2009. Nos conocemos porque trabajamos para una revista digital, cuyos periodistas de diferentes nacionalidades de los veintisiete países de la Unión Europea (y más allá) trabajan codo con codo sobre los mismos principios. La revista no podría ser más europea aunque quisiera. Malika es inglesa, él es español y ambos viven en París. Los dos están en Polonia por primera vez en sus vidas y no saben qué esperar.

Afuera, hay carteles que marcan que falta un mes para el quinto aniversario de la entrada de algunos de los últimos miembros en la UE, y los carteles por la elección europea salpican las calles. Por dos días, “Varsovia se ha convertido en el centro de Europa”, afirma el segundo diario más importante de Polonia, Gazeta Wyborcza (‘La Gaceta de la Elección’). Los dos días de asistencia al congreso transcurrirán encerrados en el palacio de la cultura y la ciencia, el edificio más alto de Polonia y un antiguo regalo de la Unión Soviética. ¿No es irónico? El 29 de abril, los sindicatos de los astilleros chocan con la policía, enojados por el cierre por parte de la UE de los astilleros. Las protestas de Soliradidad Nacional continúan. Un periodista polaco pregunta a una pareja, que está dentro de la sala de prensa, qué opina. Más tarde, comentamos cómo los carteles de protesta de Solidaridad hacían referencia al año 1980, y al movimiento creado por Lech Walesa, que condujo a un movimiento social anticomunista en el país. “Hay muchas cosas de las que no sabemos nada”, dice Malika.

Como documentales producidos en Polonia

A la noche, vemos Hair (1971). La sátira en blanco y negro dura diecisiete minutos, representando un auténtico concurso internacional de peluquería cuyos participantes vienen de los países satélites de la antigua Unión Soviética y el juez ha venido desde París en avión. No podemos dejar de reír, sus ojos son grandes como platos. Los subtítulos en inglés son buenos, pero no reflejan bien la situación ni los matices del lenguaje. Además, si uno no ha conocido el estilo de peinado de la era comunista, probablemente será más difícil entenderla. El aburrido director Marek Piwowski, a quien se le encomendó hacer el film para la televisión polaca, enfoca de cerca las piernas de una mujer sentada, que, juguetona, apunta su pie entre las piernas de un hombre de pie, en el concurso. “Pero, es un film sexista”, se queja Malika. ¿Cómo puede uno explicar que esto no es sexismo, sino burlesco?

La reacción es mucho más instantánea con el film de Krzysztof Kieslowski A Night Porter’s Point of View ('Z Punktu Widzenia Nocnego Portiera', `El Punto de Vista de un Guardia Nocturno’, 1977), acerca de un guardia nocturno estricto y prepotente inclinado a controlar e inspeccionar a todos los que se cruzan en su camino. Todos lo reconocemos: “Este podría ser un film español, solo que el hombre tendría bigote”, exclama Pedro. Después de todo, España tuvo su Franco, y Alemania ha ganado reconocimiento mayoritario (inclusive un Oscar) por The Lives of Others (2006), ( ‘La vida de los Otros’) que cuenta la historia de un agente de la Stasi. Más aún, personas excesivamente entusiastas e informantes hay en todas las culturas. Todos saben esto y todos lo entienden. Sería peor si cayéramos en el trotskismo. En la conversación, hablamos acerca de los padres de un amigo común en París, que eran trotskistas. Nuestra explicación, para risa nuestra, es que “ser un trotskista en París es un poco como ser un rastafari en Siberia. En teoría uno puede serlo, pero no tiene sentido”. “Los franceses tienen eso”, responden ambos. En París podría haber un montón de personas cuyos padres se consideran trotskistas o defensores del maoísmo. Sé que es muy divertido, un grupo de rebeldes. Estoy seguro que es genial sentirse protegido bajo el cuidado del Estado benefactor.

¿Me está saliendo el famoso descaro polaco? ¿Seremos todos recién llegados de Oriente para ‘ellos’? ¿Es bueno que tengamos nuestro propio futuro? La historia acerca de las colas para obtener carne y naranjas una vez al año en Navidad es como un cuento acerca de Barba Azul o como la historia de la Segunda Guerra Mundial. Todos entendemos cómo fue, y que fue terrible, pero es difícil para nosotros imaginarlo y empatizar. Es lo mismo con el ‘comunismo’; no lo entienden. Para ellos, 1968 fue el año de la revolución.

Hoy y ahora

Todo eso está en el pasado, ha terminado y los recuerdos son malos y también, a veces, buenos. Ahora todos somos parte de la Unión Europea, por lo tanto somos todos lo mismo. Nos duele un poco que Alemania nos robara nuestro momento. Es suficiente mirar al anuncio de la Comisión Europea con motivo del vigésimo aniversario de la caída del ‘Telón de Acero’. Nada más es importante, sino su muro, actúan como si la caída hubiera empezado con ellos y no con nosotros. Sin embargo, es demasiado tarde porque, según lo que saben los jóvenes europeos, el fin de esa era fue la caída del Muro de Berlín y nada más. No podemos culpar a nadie por esto; al fin y al cabo la demolición del muro por las propias manos de la gente es un bello símbolo.

Bueno, quizás es una lástima que después de la euforia inicial, se abusó de Lech Wałęsa, quien guió a los polacos para salir del comunismo. Se nos debería haber ocurrido un nombre para él, así como los holandeses lo hicieron por su reina. Todos los turistas en el aeropuerto podrían haber comprado caramelos con envolturas de Wałęsa, una camiseta de Wałęsa, bigotes postizos y un broche de Nuestra Señora. Wałęsa estaría asociado con Polonia como los teléfonos móviles y Silvio Berlusconi lo están con Italia. Berlusconi, que acaba de anunciar que su esposa lo está demandando por divorcio. La ocasión en que explota la noticia es seguramente elegida porque desea eclipsar todo y a todos. El congreso del PPE no significaría nada si no fuera por Silvio, uno de los doce jefes de Estado de la UE en el grupo (junto con Angela Merkel y François Fillon, por ejemplo-), acaparando la atención de los periodistas. ¡Qué lástima que no hiciera nada divertido! 

Verónica Lario, la esposa del Cavaliere, ha apoyado a Berlusconi durante diecinueve años, pero ahora algo ha roto su silencio. Por supuesto, Silvio no se molesta por esto. Posa en fotos con el anfitrión del evento de centro derecha, el primer ministro polaco Donald Tusk, y resplandece cuando sonríe y alardea con sus fundas de porcelana. ¿Berlusconi simboliza Italia? No lo creo; avergüenza a todos los italianos en el extranjero que yo conozco. Algunos hasta dicen que su país debería ser sometido a diez años de tutela por parte de la UE, y gobernado por los suecos. Entonces, quizás, tendrían alguna posibilidad de ser normales. En este caso, Berlusconi no sería una y otra vez Primer Ministro y las calles de Nápoles no estarían cubiertas por una montaña de basura. La mafia no controlaría entonces todos los aspectos de la economía y los millones de euros que vienen de la UE serían finalmente repartidos para acortar la brecha entre el norte y el sur. 

Espero que Polonia no solo sea asociada con la iglesia militante y las palizas a los gays. El sacerdote de los socialistas españoles y los sacerdotes de la Entropa installation, instalada por el artista checo David Cerny en el Parlamento Europeo, le gastaron una broma a toda Europa y al mismo tiempo pusieron en ridículo al gobierno checo, que en ese momento estaba ocupando la presidencia por seis meses en la UE (Polonia fue representada como sacerdotes con bandera con colores del arco iris en la instalación). A los checos les fue más fácil que a los polacos. Son tan divertidos; tienen la mejor cerveza y una preciosa capital. Allí es barato, ellos son ateos y tienen una mentalidad que refleja la de los alemanes. Tienen directores, escritores y artistas. Los polacos son resentidos y guardan rencor contra todo. 

Nosotros le damos a Europa más que mano de obra barata, salchichas y vodka Zubrowka

Malika ve las cosas de un modo diferente; aunque nació en Inglaterra, tiene raíces del sudoeste asiático y entiende cómo es eso. En Pakistán, los residentes de las áreas rurales de donde vienen sus padres, llaman a Inglaterra por el nombre de ‘’Far-Away’ (muy lejos). Es interesante; me pregunto si los euro-huérfanos polacos (cuando uno de sus padres se traslada a otro país de la UE para ganarse la vida, y el niño se queda al cuidado de solo uno de sus progenitores), la apodarían del mismo modo. “Este viaje me ha dado mucho, nuestras generaciones pueden enseñarse mutuamente muchas cosas”, dice Malika. Realmente espero que así sea. Nosotros le damos a Europa más que mano de obra barata, salchichas y vodka Zubrowka. Que este sea un documento polaco y un cartel de escuela polaca para concienciar acerca del hecho de que mucho ha cambiado después de 1989. Es bueno y podría ser mucho peor. Esto es suficiente por ahora.

*Los nombres utilizados son pseudónimos

Translated from Popatrz na mnie