1986-2016: 30 años de España en la Unión Europea
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Marcos SánchezEl pasado 2 de marzo, la representación de España en la Unión Europea organizaba una recepción para presentar el libro 30 años de España en la Unión Europea. El camino de un proyecto histórico, una obra publicada por 36 intelectuales y políticos españoles.
El pasado 2 de marzo, una decena de personas se reunieron con motivo de la presentación de la obra dedicada a la historia de España en la UE en las oficinas de la Representación permanente española de la Unión Europea (Boulevard Régent). Habían ido a escuchar la intervención de algunos eurodiputados y del comisario europeo de cambio climático y energía, Miguel Arias Cañete, que daban su opinión acerca de la pertenencia y las relaciones entre España y la Unión Europea, treinta años después de su ingreso.
El mensaje enviado por los diputados, el comisario o incluso el académico Francisco Aldecoa era bastante superfluo y, a su vez, pertinente: tras la transición democrática, España hace y siempre ha hecho gala de su europeismo y de su interés por la Unión desde su ingreso en la misma en 1986. Y es, sin lugar a dudas, el país que más ha manifestado su apego con la UE desde entonces. Ahora bien, la situación política y económica del país no siempre ha sido idílica, pero este hecho nunca desembocado en un euroescepticismo fuerte o en el aumento de la extrema derecha.
Una ultraderecha marginal
Mucho se ha hablado últimamente sobre España en relación al bloqueo político en el que se encuentra sumido el país tras las elecciones generales del pasado mes de diciembre. Sin embargo, la ausencia de partidos populistas en el Congreso no ha sido noticia. Efectivamente, las formaciones ultraderechistas obtuvieron unos pésimos resultados electorales (Falange Española de la JONS, un 0,03% de votos y Democracia Nacional, 0,01%), que no les han permitido llegar al Congreso de los Diputados. De este modo, en lugar de expresar su descontento mediante el voto a «políticos tradicionales», optando por el populismo euroescéptico, los electores han preferido otorgar su voto a los partidos emergentes, Podemos y Ciudadanos, que han obtenido un resultado extraordinario.
Este hecho político va en la línea de lo acontecido en todas las elecciones que se han celebrado desde el fin de la dictadura franquista en 1975. De este modo, desde que España ingresó en la Unión en 1986, nunca se ha elegido a un diputado de extrema derecha para representar al país en el Parlamento Europeo. Y además, en España todas las elecciones europeas las han ganado partidos que defienden la continuidad de la Unión Europea. A pesar de que los españoles y españolas puedan ser critíticos con las políticas de austeridad y neoliberales adoptadas por los dirigentes europeos y puestas en marcha en el seno de la Unión, los electores siempre han manifestado su voluntad de permanecer en Europa.
No obstante, teniendo en cuenta la situación política en toda Europa, la ausencia de una fuerza de extrema derecha en España no tiene nada de evidente. A partir del año 2009, el país se vio gravemente afectado por la crisis económica. En 2015, la tasa de desempleo alcanzó el 21,4% e incluso el 47,5%, en el caso de los jóvenes. Y a pesar de crecer al 3,2% en 2015, parece que aún queda mucho para que la situación económica se estabilice. Asimismo, España también se está viendo afectada por el problema de la inmigración, debido a los incidentes diarios que se producen en las ciudades de Ceuta y Melilla en África. Ahora bien, a día de hoy, la cuestión migratoria es un asunto bastante intrincado y polémico en el seno de la Unión.
La economía a media asta y la crisis identitaria han sido y siguen siendo la receta del éxito de la ultraderecha y de los partidos euroescépticos por todo el continente y, a pesar de que estos dos fenómenos afecten directamente a España, el país parece librarse del ascenso del populismo.
Una excepción en Europa
Es cierto que la represión del franquismo no favorece que emerjan partidos de extrema derecha en el escenario político. Sin embargo, en Grecia, donde la dictadura de los coroneles terminó un año antes que la dictadura franquista, la extrema derecha, representada principalmente por Amanecer Dorado, está muy presente en el panorama político nacional. Salvo por Portugal, las dudas sobre el buen funcionamiento de la Unión Europea y el auge del populismo es una tendencia generalizada, como demuestra el éxito del Frente Nacional en Francia, del UKIP en Reino Unido, del PIS en Polonia o de Alternativa para Alemania, durante las últimas elecciones regionales del 13 de marzo.
La aparición de movimientos ciudadanos o políticos en el seno de casi todos los países de la UE parecen hacer de las instituciones comunitarias la cabeza de turco de los problemas económicos y sociales. Es en este aspecto en el que España parece constituir una verdadera excepción europea. Esto es precisamente lo que pretende recordar el libro presentado el pasado 2 de marzo en la Representación permanente de España. Y se trata de un mensaje claro para el resto de los socios europeos: el populismo y el euroescepticismo no son una alternativa frente al malestar general y el proyecto europeo sigue vivo.
Translated from 1986-2016 : les 30 ans d’une Espagne europhile