Zimbabwe, al filo de la navaja
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diego rojasIndependientemente del papel que el Reino Unido haya antaño jugado como potencia colonial en Zimbawe, hoy tiene razón al “interferir” en la desesperada situación de ese país. No se trata de neocolonialismo, sino de asegurar los derechos humanos elementales y la democracia para el pueblo de Zimbabwe. Tales esfuerzos deben venir de todos los niveles, desde el local hasta el internacional.
Glenys Kinnock, eurodiputada, nos cuenta por qué.
En Zimbawe presenciamos un doloroso drama sin resolver, con millones de personas hambrientas y el VIH asolando la población, con una esperanza de vida reducida a 37 años. Mi predicción es que ese país, manejado como un feudo, va camino de irse a pique.
En toda Africa, algunos individuos valientes están desafiando el derecho de sus gobernantes a continuar en el poder sin preocuparse del respaldo popular. La gente de Kenya mostró inclusive, en la Elección General 2002, que es posible reclamar el derecho a una transición pacifica a través de las urnas. El pueblo de Zimbabwe también está en su derecho de reclamar esa apertura a la democracia y el fin de sus miserias y su sufrimiento. Las elecciones en Zimbabwe fueron un momento decisivo para la communidad international. La irregularidad del proceso electoral fue posible por culpa de una legislación draconiana que intenta eliminar cualquier voz discordante y desmantelar lo que quedaba de un esquema democrático. No es, por lo tanto, sorprendente que en esa atmósfera, y en medio de una crisis creciente, los ingleses se vieran forzados a decidir que 'jugar el juego' no sería ni razonable ni apropriado.
El fondo de la crisis no es un asunto de tierras, como le gustaría a Mugabe que creyéramos. En lugar de eso, es claramente una crisis de legitimidad, caracterizada por la ausencia de un Estado de Derecho, por los problemas de gobernabilidad y por un régimen que ignora la voluntad de la gente, para en cambio proteger un cínico sistema de privilegios que le favorece.
Un efecto terrible y trágico de la tiranía de Mugabe han sido las hambrunas que afectan a la mitad de la poblacion de Zimbabwe. La desazón y la incertidumbre están generalizadas.
La población de Zimbabwe, según se estima, debería rondar los 14 millones de personas. Sin embargo, un censo reciente reveló que ha descendido a 10,4 millones. Estas cifras muestran cómo varios millones de personas han dejado Zimbabwe – frecuentemente para vivir en campos de invasión en los países vecinos. La Botswana es incapaz de manejar el flujo masivo de immigrantes ilegales, y cada mes envía de vuelta 1,600 personas a Zimbabwe. Al menos un millón de zimbabwenses han muerto de SIDA; 35% de los adultos (alrededor de dos millones de personas) están infectadas con VIH/SIDA – la mayoría de ellos mujeres. Las muertes por SIDA están incrementándose, especialmente en las regiones donde se niega la comida a la población. Hay 75,000 huerfanos, que representan el 15% de los niños zimbabwenses. TB, malaria y otras infecciones profileran en las áreas urbanas y rurales; 65% de las niñas en edad escolar no van a la escuela. Hay altos niveles de mortalidad infantil, con evidencias contundentes de la influencia de factores asociados a la pobreza y las carencias.
Una de las causas del hambre extrema la constituyen las confiscaciones de la tierra de los granjeros blancos, considerados como representantes de los antiguos “amos” coloniales británicos. Lo único que se ha logrado con esta medida es desmontar el sector comercial de la agricultura sin sustituirlo por otra forma de producción eficiente y eficaz de los alimentos. La ONU ha calificado estas confiscaciones de "inaceptables" y afirma que sin ellas, las consecuencias de la sequía de Zimbabwe habrían sido controladas. Otro factor importante ha sido la política del régimen de fijar los precios de los alimentos en niveles poco rentables, y la prohibición al sector privado de importar maíz.
Solamente un 50% de la tierra otrora cultivada lo es ahora -y las semillas y fertilizantes escasean. Más de 100.000 trabajadores de granja han perdido sus trabajos y están en la ruina.
Además, hay claras evidencias que demuestran que quienes no pueden mostrar un carnet de socio del partido de gobierno se ven negado el acceso a los alimentos en organizaciones controladas por el régimen. La comercialización de los alimentos está siendo manejada por ZANU-PF, que ahora controla las importaciones de alimentos y permite a los funcionarios del partido realizar, como el Internacional Crisis Group dice, “rentables saqueos en las ventas de alimentos”. Los “bombarderos verdes” (la milicia de jovenes de Mugabe) y veteranos de guerra independientes siembran el pánico y el terror en las filas para el reparto de alimentos. Saben que la impunidad de sus actos está garantizada.
A través de la historia del colonialismo, la sed de democracia, paz y seguridad ha sido un proceso incontenible, y los pueblos de África están cada vez más preparados para levantarse y luchar por sus derechos. Están cansados de los viejos líderes de la liberación, que consideran la funcion pública como una propiedad privada, y que utilizan argumentos y tácticas de otra era.
La incapacidad de África, en términos generales, de “poner la casa en orden”, dificulta la perspectiva de una ruptura con su pasado.
Igualmente, la Unión Europea debería confirmar y reforzar claramente su determinación para hacer que las “sanciones inteligentes” funcionen, y tomar otras medidas coercitivas contra el régimen de Mugabe. Debemos, en mi opinión, extender las sanciones a los hombres de negocios responsables de financiar el régimen del ZANU-PF, incluyendo los principales beneficiarios de la corrupción y la deshonestidad. Podríamos también considerar la supresión de sus derechos de residencia en Europa, y negar la posibilidad de trabajar y el acceso a nuestras escuelas y universidades a los miembros de su familia. Es también el momento de estigmatizar a los que coñiven y cohortan las actividades del ZANU-PF y participan de ellas. Ello podría incluir identificar y señalar a los accionistas, los bancos y las entidades financieras que han financiado el régimen.
La Commonwealth, además, debe mantener la suspensión completa de Zimbabwe mientras el ZANU-PF siga burlándose de los principios de la Declaración de Harare. Otras medidas podrían también ser adoptadas, y si la situación sigue deteriorándose, todas las alternativas deben ser exploradas - incluyendo la consideración de un boicot deportivo y cultural.
El gobierno británico ha formado una amplia coalición internacional contra el régimen de Mugabe y considera claramente que debemos ver más iniciativa de los países vecinos de Zimbabwe. Debemos seguir protegiendo la integridad de las sanciones, y negar la entrada en la Unión Europea a los zimbabwenses “vetados” cada vez que tengamos la posibilidad de hacerlo.
Zimbabwe es realmente importante. El pais tiene el potencial para actuar como motor para el desarrollo regional y la erradicación de la pobreza. En la situación actual, Zimbabwe está empobreciéndose y desestabilizando la región. El Africa meridional es la clave, y debería reconocer que la liberación se ha pervertido en tiranía. Lo que se necesita es liderazgo, es decir la voluntad de construir un futuro - no el fanatismo de los líderes obsesionados por los fantasmas del pasado, o de aquellos que se preocupan más del simbolismo político que de beneficiar a los pobres. La realidad es que el régimen de Mugabe en sí mismo representa el pasado sombrío de África.
Translated from Zimbabwe on the Brink