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Zapatero, el nuevo flautista de Hamelin

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Zapatero y sus 11 millones de votantes han impuesto un nuevo estilo en la UE. Italia y Polonia podrían seguir los pasos de España. Los Zapateros se multiplican por toda Europa.

Uno de los pilares fundamentales del programa electoral socialista era el cambio en la política exterior. La sumisión del gobierno de Aznar a la administración estadounidense, la participación activa de España en la ocupación de Irak y la política europeísta de confrontación eran los ejes que había que cambiar.

Precisamente en estas propuestas de política exterior y, sobretodo en la que concierne a la ocupación de Irak, es donde el partido de Zapatero consiguió la victoria, acaparando el voto de los indecisos y el voto útil de la izquierda. La determinación de Zapatero para cumplir sus promesas electorales ha desencadenado toda una serie de acontecimientos sin precedentes, incluso antes de producirse el relevo en el gobierno del 16 de abril.

El efecto Zapatero

En tan sólo una semana ha cambiado la sumisión de Aznar hacia la administración norteamericana por una posición más de tú a tú, como lo demuestra la entrevista que mantuvieron Colin Powell y Zapatero el pasado miércoles 24 de marzo, día elegido para realizar los funerales de estado por las víctimas del 11-M. Powell se mostró dispuesto a dialogar sobre el papel que debe desempeñar la ONU en Irak.

Ese mismo día Zapatero tuvo ocasión de mantener un primer contacto con el presidente francés Jacques Chirac, el canciller alemán Gerhard Schröder, Tony Blair y su homólogo polaco Leszek Miller.

Polonia, que siempre mantuvo una posición favorable al conflicto y que se constituyó como uno de los principales aliados europeos del gobierno de Aznar, muestra una evidente preocupación por la retirada de las tropas españolas (las tropas polacas debían entregar el mando de una zona del centro-sur de Irak a España en julio). El presidente Aleksander Kwasniewski no duda al asegurar que ni un soldado polaco más partirá hacia Irak y que Polonia está dispuesta a la retirada, mientras que por otro lado asegura a la administración norteamericana que sus tropas permanecerán allí todo el tiempo que sea necesario. Un juego a dos bandas con el propósito de salvaguardar su imagen tanto dentro como fuera de su país.

El primer ministro británico Tony Blair ha visto como una de las cartas de la baraja de las Azores ha caído y como se avecina un cambio brusco en el panorama internacional. Blair aboga ya por la necesidad de que la ONU emita una resolución que legalice de alguna manera la ocupación de Irak. Lo que sea con tal de que las tropas españolas no abandonen Irak y arrastren consigo las de países como Polonia e Italia.

En esta última, al presidente Berlusconi le crecen los problemas. No solo se ha visto incapaz de conseguir una Europa unida durante la presidencia italiana de la UE sino que su posicionamiento a favor de la ocupación de Irak le está suponiendo el rechazo de sus ciudadanos. 2 de cada 3 italianos está en contra de la participación de Italia en el conflicto iraquí y se muestra favorable a la retirada de sus tropas. En consecuencia, Prodi asegura ahora que retirará las tropas de Irak si vence en las próximas elecciones. El amplio rechazo popular de los italianos a la presencia de sus tropas en suelo iraquí se puede transformar en un voto de castigo hacia Berlusconi y hacer de Prodi el nuevo Zapatero italiano.

No es de extrañar que Chirac y Schröder hayan visto con optimismo la irrupción de Zapatero en la política internacional. Así lo demuestra el abrazo que se dio el canciller alemán con el futuro presidente socialista en el encuentro que tuvo lugar el mismo día de los funerales. Francia y Alemania vuelven a contar con un poderoso aliado que se desmarca de la influencia estadounidense y que posibilita de nuevo una Europa fuerte y unida.

¿Cobardes?

Sin embargo, los ataques del 11-M suponen un revés importante a esta vorágine de cambios. La retirada de tropas podría interpretarse como un acto de egoísmo y cobardía. Una manera de doblegarse ante las exigencias de los terroristas para dejar de ser objetivo del terrorismo islámico.

Ante el peligro de dar esta imagen al mundo, Zapatero asegura que no retirará las tropas si la ONU toma las riendas en el proceso de transición iraquí. En caso contrario parece decidido a enviar esas mismas tropas a Afganistán, donde la participación española estaría justificada. De esta manera quedaría claro su posicionamiento en la lucha antiterrorista.

Los jefes de estado de los 25 países que integrarán la Unión Europea a partir del próximo 1 de mayo, finalizaron la cumbre europea de marzo haciendo un llamamiento a la ONU para que asuma un papel destacado y cada vez más importante en la transición de Irak. El efecto Zapatero ha reavivado así la necesidad de legalizar la situación de ocupación ilegítima actual. Una necesidad tanto más apremiante tras el comienzo de la revuelta chií.

Sea de una forma u otra, parece claro que la presencia en el panorama internacional de Zapatero y de sus promesas electorales de obligado cumplimiento, hacen necesario un replanteamiento de la situación actual de Irak. Un replanteamiento que poco a poco todos los países implicados en la ocupación, están aceptando. La estrategia del ataque preventivo “made in USA” como forma de combatir el terrorismo no parece ser la manera más eficiente de hacerlo, más aun si tenemos presente lo ocurrido el pasado 11 de marzo en Madrid.

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