Ya es hora de un relevo generacional
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Manu Sánchez|Opinión| En vez de darle la espalda al sistema democrático, los jóvenes necesitan ahora más que nunca participar, salir a la calle y votar para proteger sus intereses, luchar contra la discriminación y salvaguardar la democracia de un ataque de la extrema derecha.
A menos de un mes de la celebración de las elecciones europeas, la Unión Europea se encuentra en una coyuntura decisiva. En los últimos cinco años, las desigualdades han aumentado rápidamente y la participación política ha alcanzado mínimos históricos a medida que los ciudadanos europeos se han indignado cada vez más con las políticas de austeridad y la falta de imaginación de la clase política. Nadie siente tanto esta angustia como los jóvenes, con más de cinco millones de desempleados menores de 25 años en toda la UE.
Cuando el humorista británico Russell Brand afirmó el año pasado que nunca había ido a votar y que "el sistema político actual no es más que un medio burocrático para favorecer el enriquecimiento y superioridad de las élites económicas" no solo atrajo titulares, sino que también llamó la atención de muchos jóvenes cansados de la misma cháchara condescendiente que muchos políticos de mediana edad sueltan en la campaña electoral. Seis meses más tarde, el vídeo de su entrevista cuenta con casi 10 millones de visitas en el canal de YouTube del programa Newsnight de la BBC, unos nueve millones más que cualquier otro de sus vídeos.
Aunque es posible que la retórica de Brand atraiga al desaliñado estudiante anarcosindicalista que llevamos dentro, su discurso presenta errores de base: a medida que los jóvenes se han apartado del sistema democrático, sus intereses se han ido dejando progresivamente de lado. En lugar de manifestarse, formar grupos de acción comunitaria o montar un grupo de costura de temática política, toda forma de expresión política entre los jóvenes ha caído en declive. En consecuencia, los gobiernos de hoy en día están al servicio de una abrumadora mayoría de gente mayor, lo que progresivamente supone gente con más dinero.
No hay que irse más allá del Reino Unido para ver un ejemplo de lo que ocurre cuando los jóvenes se abstienen de votar. Los menores de 30 años del Reino Unido son los que menos votan de toda la Unión Europea. Asimismo, este país ha presenciado algunas de las medidas más arbitrarias en contra de la juventud. Unas tasas universitarias de más de 10.000 euros al año serían impensables en otros estados miembros donde es más probable que los jóvenes muestren su descontento en las urnas. El gobierno ya ha prometido que eliminará el derecho de los menores de 25 al subsidio por desempleo en caso de que sea reelegido. En cambio, a los mayores se les ha brindado una mayor protección al conservar el transporte público gratuito y la exención del canon televisivo. Y todo ello a pesar de que los jubilados han mejorado relativamente su situación económica desde el inicio de la crisis, mientras que la pobreza infantil y juvenil ha aumentado.
La triste realidad es que cuando los ministros de Hacienda aprueban presupuestos de austeridad para los mayores cometen suicidio político, pero cuando esas medidas de austeridad se dirigen a los jóvenes solo les esperan unas cuantas palabras duras en Twitter.
Sin embargo, al mismo tiempo está sucediendo algo aún más desconcertante. Además de encaminarnos hacia una sociedad más desigual, también vamos camino de convertirnos en una Europa más xenófoba y nacionalista a causa del lento avance de la extrema derecha durante la crisis, que se aprovecha del descontento general a raíz de la inestabilidad económica y que a la vez está avivando tensiones étnicas y sociales. La diatriba semipolítica de este tipo de movimientos va totalmente en contra de los valores de nuestra generación: los jóvenes somos más abiertos, tolerantes y progresivos que las generaciones anteriores. No obstante, a los jóvenes se les ha hecho sentir que no cuentan para nada, por lo que ellos mismos se han apartado del debate. Muchos de ellos miran ahora con pasividad el aumento desproporcionado y peligroso de simpatizantes de partidos que, en teoría, no deberían ser más que una minoría impertinente e irritante.
Los jóvenes tienen que alzar la voz, reivindicar sus derechos y exigir una Europa que esté definida por la solidaridad y la tolerancia en vez de por la división, el miedo y el elitismo. Las redes sociales, las manifestaciones y la participación en ONG son instrumentos importantes para cambiar la sociedad, pero el más destacado sigue siendo el más corriente de todos: marcar una casilla en un papel. Con tan solo participar en las elecciones, los jóvenes aumentarán su relevancia y promoverán sus aspiraciones.
Puede resultar un fastidio votar a partidos que no han hecho lo suficiente para proteger nuestros intereses, o que se han mantenido al margen viendo los recortes en subsidios por desempleo casi sin rechistar. Sin embargo, cuando las elecciones acaben y se empiecen a reunir datos estadísticos, los políticos verán que ahora tienen que tener contento a nuestro grupo de edad para seguir en el poder. Si partiendo de ahí los jóvenes se involucraran en los partidos políticos para reformarlos desde dentro, podríamos presenciar importantes cambios entre la situación actual y las próximas elecciones. Del mismo modo, podemos ayudar a que Europa no se convierta en un lugar peligroso, reaccionario y aislado.
Que no te engañen los que dicen que “todos los políticos son iguales”. Un rápido vistazo a la página myvote2014.eu te mostrará la diversidad de perspectivas que hay. Lo que es aún más importante es que algunos políticos creen en la tolerancia y la igualdad y otros no. El reto es enorme, solo servirá una revolución democrática. La generación de nuestros padres está perdiendo el control económico y político de Europa. Nos toca a nosotros recuperarlo.
Translated from It's Time for A Generational Takeover