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With a little help from....Fab Four

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Sevilla

Ir a Liverpool, investido de la condición de Beatlemaníaco, como si de Jerusalén o de La Meca se tratase, comporta un evidente riesgo. Permítanme la perogrullada, pero Liverpool no es ni La Meca ni Jerusalén… Liverpool es una ciudad portuaria, provinciana, destartalada e incongruente. E inglesa, lo que la hace doblemente portuaria, provinciana, destartalada e incongruente.

Al menos, en Francia, Italia o España, a la hora de la cena cualquier localidad de tercera puede convertirse en el mismísimo Olimpo gracias a unos cuantos manjares bien servidos y regados. Pero en Liverpool a la hora de la cena uno se debate entre la nostalgia por el fracaso de la Armada Invencible y la admiración por el inventor de los antiácidos.

Liverpool ha tratado de incorporarse a la modernidad dejando caer inopinadamente, entre sus edificios antiguos, enormes moles de hormigón y metal, como si hubieran sido allí colocados por una mano extraterrestre en vez de por unos ingleses bien intencionados. Se agradece el esfuerzo, mis piratas, pero no….

liverpool2.jpg Uno tiene la sospecha de que sin la ayuda de John, Paul, George y Ringo, Liverpool no estaría siquiera en el mapa… De hecho, lugares de culto que fueron iluminados por sus melodías y letras no son más que oscuros rincones que uno puede encontrar en cualquier ciudad alejada de las rutas principales. Contemplar Penny Lane o Strawberry Fields, in situ hace doblemente genios a los genios de Liverpool, porque sin duda hay que tener talento para escribir esas magníficas canciones con la única inspiración de una callecita anodina que pudiera estar en Parla, o un jardín abandonado idéntico a uno que puede contemplarse en Badalona. Escribirle a Las Vegas o a Venecia, no tiene mérito, pero a Liverpool si, créanme.

Sin embargo, más allá de su pobreza estética, de su deplorable gastronomía, de su falta evidente de encanto, es obligado reconocer que la ciudad es animada, y que uno puede dejarse llevar sin dificultad por el alegre resabio pirata que sus habitantes conservan. Tiene su mérito haber dejado el parche, el pañuelo, el garfio y la bandera negra, por una sutil red de abordajes urbanos incruentos, a mayor gloria del turismo beatlemaníaco. Si quieren darse el gusto de vivir una experiencia mitómana en toda regla, cambien el Galeón por el vuelo de Ryanair y los doblones de plata por crujientes Libras Esterlinas de curso legal.

liverpool1.jpg Vayan a Liverpool, mis valientes, hay peores travesías a lo largo y ancho de los siete mares y, si gustan, del Fab Four saciarán sus apetitos mitómanos en The Cavern, Beatle. Story, o a bordo del Yellowduckmarine (bus anfibio que recorre lugares señalados del vía crucis beatlemaniaco).

En cualquier caso, aunque no haya naufragado nuestro Galeón cargado de especias y plata de Las Antillas, y hayamos podido retornar sanos y salvos a Puerto de Indias, un amable galés, armado con una gigantesca pinta de cerveza, resumió atinadamente y en gaélico nuestros sentimientos respecto a la experiencia:

“TWILL TÎN PÔB SAIS”.

Joaquín Saravia

leondesanmarcos.blogspot.com

Fotos: Ricardo Ruiz