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Web 2.0, la vía europea

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¿Google compra You Tube? ¿Se vuelve loca Wikipedia? Europa debe reaccionar al desafío de la segunda generación de Internet.

1.650 millones de dólares es la cifra desembolsada por Google para comprar You Tube, la web de videos on-line que recibe más de 65 mil filmaciones diarias. El anuncio llegó a comienzos de octubre. Y sólo unos días más tarde, el diario The Economist desvelaba el último proyecto de los fundadores de la web de teléfono vía Internet Skype, el “Venice Project”, que ofrece televisión por Internet gracias a la tecnología peer-to-peer (puerto a puerto). Son todas éstas, noticias que hasta hace poco tiempo habrían aparecido en un blog especializado o en revistas de adictos al trabajo y que hoy en día, sin embargo, hacen que se hable cada vez más a menudo de “web 2.0”.

El Web 2.0 o segunda generación de Internet

¿Qué es el Web 2.0? Se trata de una “segunda versión” de Internet, una nueva generación de páginas que crean y distribuyen valores (sociales, culturales o económicos) en el seno de una comunidad definida de internautas. En YouTube son los usuarios quienes realizan los videos, en Wikipedia son los miembros de la comunidad los que escriben y modifican los más de cuatro millones de entradas de la “Enciclopedia Libre”, en Flickr son también los internautas quienes suministran una base de datos de más de 5 millones de fotos e imágenes. La tecnología, en estas páginas, no es más que un mero instrumento. Lo que cuenta es la capacidad de creación de un vínculo lo suficientemente sólido entre los usuarios junto con la innovación del concepto.

En Bélgica, la prensa denuncia a Google News

Si el Web 2.0 es sobre todo innovación, cabe decir que Europa sea poco “2.0”. Según el Índice del capital humano europeo revelado por dos centros de investigación europeos -el Lisbon Council y el Deutschland Denken-, sólo los países nórdicos, Gran Bretaña y Austria responden de manera positiva a los desafíos de la innovación. Por otra parte, y sobretodo en los países mediterráneos, pero también en Alemania, los recursos humanos, o están mal aprovechados (los alemanes se licencian a los 28 años de media), o resultan poco productivos o están incorrectamente utilizados (se considera que más del 40% del los italianos está “mal empleado”). “La próxima vez que vean a los europeos entusiasmados hablando de más inversión en investigación y desarrollo, habrá que recordar que ésta constituye sólo una ínfima parte del deber general de creación y desarrollo del conocimiento”, comenta -no sin razón- The Economist. Se refiere a la Estrategia de Lisboa con la que Europa tiene como objetivo convertirse en 2010 en “la economía más dinámica y competitiva del mundo”.

A los objetivos inalcanzables se añade también un problema de mentalidad. El hecho de que la prensa belga haya conseguido que el servicio de búsqueda de artículos Google News sea condenado por plagio, da una idea de la falta de comprensión del marco que supone Internet por parte de algunos medios.

Acoplar la Universidad al mundo empresarial

Una falta de comprensión que afecta por desgracia también a la gran parte de la clase política europea: “Los políticos deben todavía darse plena cuenta de los efectos de los productos de Internet. (...) Muchos no entienden bien el fenómeno, su dinámica, o consecuencias”, explica Eric Schmidt, director adjunto de Google invitado a la reunión anual del partido conservador británico.

¿Cómo contraatacarles? La innovación necesita ser promovida desde un terreno productivo, abierto y flexible. Los europeos se encuentran a menudo cegados por nacionalismos y lógicas “de pueblo”. Se habla de un Instituto Europeo de Tecnología, una especie de MIT (Instituto de Tecnología de Massachussets) para la UE. Suena muy bien, pero el debate actual se centra en a qué país le será adjudicada la sede. Hay quien incluso habla de sede múltiple, ¡no sería difícil prever su ineficiencia entonces! Por el contrario, la innovación que se da en el campus de los Estados Unidos está basada en un diálogo constante entre los institutos de investigación y la sociedad comercial. Pongamos como ejemplo que en torno a la célebre Universidad de Standford han nacido agrupaciones empresariales como Apple.

¿No sería entonces más productivo estimular movimientos entorno a célebres institutos y celebradas universidades de Europa, y al mismo tiempo facilitar la actividad emprendedora en todos los niveles? ¿No sería realmente innovador liberar e invertir en un recambio generacional e intelectual? El desafío del Web 2.0 parte también de aquí.

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