Visita del Papa Benedicto XVI a España: Habemus polémica(m)
Published on
Riadas amarillas de jóvenes entusiastas cantando en ciudades de toda España y polémica en torno a la visita del mandamás de la religión católica: las dos vertientes de la Jornada Mundial de la Juventud 2011 (JMJ 2011), que se celebra en Madrid del 18 al 21 de agosto.
España es el único país que alberga estas jornadas por segunda vez (la primera, durante el papado de Juan Pablo II, en 1989) y la explosión de ira de un importante sector de la población no se ha hecho esperar.
La visita a España del Papa saca a relucir un sector de jóvenes muy apegados a la religión en un país en creciente disminución de creyentes. El ingrediente, la crisis económica; la causa, el importante desembolso económico de las arcas públicas. Las críticas se han centrado principalmente en la financiación pública de la visita pastoral del Papa.
La financiación del evento desata las protestas
Un centenar de asociaciones han marchado esta semana contra el Papa. Aunque los gastos de la visita, 50 millones de euros según los organizadores, corren a cuenta de la cuota de los participantes y de donaciones de grandes empresas, el Estado sí contribuye con cerca de 10.000 policías, polideportivos o rebajas en transportes. Incluso la presidenta de la comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, envió una circular este jueves a los centros sanitarios de la comunidad que preside diciendo que la sanidad para los peregrinos sería gratis. Pocas horas después rectificó, aclarando que sería gratis en el momento mismo de acudir a los centros médicos, aunque se tomaría nota de los nombres de los usuarios para pasarles la factura.
La nota discordante está ahí, lo que ha llevado a enfrentamientos en la madrileña Puerta del Sol de Madrid en la confluencia de la "marcha laica" y de centenares de peregrinos católicos. “No estamos contra el Papa”, decían los laicos, “sino contra la financiación pública”. Los jóvenes católicos lo tachaban de provocación.
El escenario, un Estado aconfesional
La sociedad está dividida. Tres cuartas partes de la población, según las últimas estadísticas, se declara creyente, aunque el porcentaje de católicos practicantes se derrumba. Es la religión como cultura, como costumbre social lo que domina, no la elección libre de una opción religiosa como recuerda José Luis Sampedro.
Entonces, las preguntas germinan de la realidad. Si el sector de católicos practicantes no es mayoritario y vivimos en un estado aconfesional, ¿por qué tanta importancia a un evento pastoral, de exhibición de fé? En lenguaje electoral, al PSOE no le interesa divorciarse de la Iglesia, pues el voto católico es clave para cualquier ala política; la derecha está vinculada históricamente a la institución. Nadie quiere perder de vista a un amplio grupo que nutre las urnas. En esta ocasión, la de ahora es la tercera visita de Ratzinger como Benedicto XVI a España, y el recibimiento a su salida del avión no podía ser más variopinto. La plana mayor del Estado estaba allí, incluidos varios dirigentes supuestamente laicos.
Si en la reciente visita del Papa a Barcelona, éste cargó contra el ambiente “anticlerical”, lo que desean desde el Gobierno en la presente estancia es que en los ocho discursos que articulará en cuatro días no hable de política interna que puedan comprometer a un partido, el PSOE, que aspira a no ser derrotado en unas elecciones próximas.
“Esta es la juventud del Papa”
Los fieles de la Iglesia Católica que esta semana recorren las calles de España con banderas, guitarras y fe reivindican una identidad que en España pierde fuelle. Pertenecen a varias ramas que confluyen en el mismo punto. Aunque en la última década, según las estadísticas, disminuyó en un 10% la población que se decía creyente, la organización de la JMJ 2011 espera contar con un millón de personas en Madrid este domingo, venidas de cada rincón del planeta.
“Los fieles de la Iglesia Católica reivindican una identidad que en España pierde fuelle”
Es en esa identidad colectiva donde bullen las preguntas y el Papa, en su primer día de visita, ha llamado a los jóvenes a no “avergonzarse del señor”. Aunque sí es cierto que hay materia prima en sus palabras que comparte la opinión pública, incluso algunas de las propuestas del movimiento 15M (“el hombre tiene que ser el centro de la economía y no al revés” o “la economía no se puede medir por la regla del máximo beneficio”).
Pero la verdad es que en términos generales sigue siendo un discurso que no parece compatible con los inicios del tercer milenio. “No bebemos alcohol para que vean quiénes somos”, decía un joven esta semana al subir a un autobús. Pero, realmente, ¿es incompatible profesar fé por Jesucristo y beber alcohol o estar a favor del preservativo? Los puntos discordantes con el pensamiento del Papa espantan a jóvenes que ven un discurso anacrónico, poco adaptado a los tiempos actuales. Sin embargo, la otra cara de la moneda son las miles de personas que lloran ante la presencia del Papa, grupos de jóvenes gritando delante del inmenso altar de la Plaza Cibeles con la cámara en mano, como si se tratase de una estrella del espectáculo.
España, al otro extremo de países como Francia en estos temas, no se sacude su pasado anclado a la religión. Aunque en momentos se tensa la retórica, la sangre nunca llega al río. Los tentáculos de la Iglesia se extienden por toda la geografía española y entre todas las capas sociales. Y es que a pesar de que la interferencia de la religión en la vida social de España ha disminuido, aún guarda un peso considerable que hace de cualquier palabra de la Iglesia (como de la política) titular de prensa.
Fotos: portada, pollobarba/flickr; texto, pollobarba/flickr, página oficial Facebook JMJ; vídeo, euronews/youtube