Viken Berberian: “Un terrorista también come y se enamora”
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Mireia Bel GarritOnce años después de su publicación en Estados Unidos al margen del 11 de septiembre, Le cycliste —la primera novela del escritor americano de origen armenio Viken Berberian— ya se ha publicado en Francia. El libro es una ficción sobre el terrorismo con un trasfondo de bicicletas, amor y reminiscencias personales. Entrevista con el autor en nuestra redacción: jugamos en casa.
“Hola, ¿esto es cafebabel.com?”: entrando por la puerta, un hombre calvo de estatura baja con una boina apoyada sobre la barriga y con la sonrisa como si se tratase de un niño frente a un caramelo. Cuando lo invitamos a entrar, lo hizo rápidamente para calmar su impaciencia. Después de meditar sobre el caos organizado de la redacción con un “Oh, así que estáis aquí”, se sienta, lanza unas cuantas cuestiones, pide un vaso de agua y pregunta preocupado si la entrevista será en inglés. Todo esto en un francés perfecto, tintado de un ligero acento que, tenemos que confesarlo, lo hace extremamente simpático.
No es la primera vez que Viken Berberian entra de improvisto. Nació en el oeste de Beirut, la parte musulmana de la ciudad —pese a que el enclave armenio de la capital libanesa se encuentra al este—, y pronto se marchó hacia Los Ángeles. Esto ocurrió en diciembre de 1975, cuando Viken tenía nueve años. Allí, junto a sus padres, pasó a formar parte de una comunidad armenia: la misma formada por aquellos que huían de la guerra civil libanesa. Diez años más tarde, en 1986, el muchacho de 19 años se entera por teléfono de la muerte de su padre, asesinado por un grupúsculo terrorista en el Líbano. Poco tiempo después, viajó a Nueva York para probar suerte en la Universidad de Columbia y estudiar Periodismo.
Brillante y dotado de una clarividencia poco común en la profesión, tras colaborar como periodista independiente en Los Angeles Times, Berberian pasó a formar parte de lo que él llama el “dark side”: el mundo de las finanzas y sus capitales de inversión libres. Después de trabajar en un fondo de gestión alternativa, se instaló en Marsella, donde escribió Das Kapital: un libro publicado en el año 2007 en Estados Unidos —antes de la crisis de las hipotecas de alto riesgo—, en el que explica la historia de un inversor que pretende cambiar el mundo y aumentar sus ganancias. Viken Berberian fue entonces considerado como alguien insolente pero extremamente visionario. Hoy en día, a la edad de 46 años, vive en Ereván, sonríe cuando se habla de “los fantasmas del dark side” y lleva a cabo “en paz” investigaciones sobre mendigos medievales en el Manetadaran, uno de los depósitos de manuscritos y documentos más importantes del mundo localizado en Armenia.
“En el fondo, sé que soy escritor pero también sé que me gusta lo que hago”, empieza con la mirada perdida. “Sin embargo, no soy un artista. Para serlo, hay que arriesgarse. Más que yo”. No obstante, es una especie de reto lo que devuelve a Viken Berberian a Francia. Once años después de su publicación en Estados Unidos, su primera novela titulada Le cycliste (en castellano, El ciclista, aunque no cuenta de momento con una traducción) se ha publicado en Francia por la editorial Au diable vauvert. En ella, nos cuenta en primera persona las reflexiones de un hombre libanés que pertenece a un grupo terrorista y que tiene por objetivo poner una bomba. Todo ello en bicicleta. “Empecé a escribir la historia en 1997, mucho antes de los atentados. Cuando se publicó —unos meses después de los ataques del 11 de septiembre—, el libro recibió varias críticas. Una periodista incluso me espetó: 'No es el momento de relativizar la violencia política'”.
Si el libro dibuja el retrato de un terrorista en 285 páginas durante un atentado con bombas en el Líbano, la escritura de Viken Berberian diluye el asunto político en las digresiones siempre presentes ya sean culinarias, ya sean sexuales: “Mi escritura es muy lúdica, lo que permite que la política esté algo más ausente”, explica. El personaje principal está realmente teleguiado por una célula terrorista, conocida como L'Académie, pero el autor se dedica a hacerlo al mismo tiempo goloso (“No sé negarme a una comida”) y lúbrico. “Intenté convertir el relato en algo más humano. Cuando los periodistas hablan de un terrorista, lo relacionan solamente con un acto violento. Pero un terrorista también come y se enamora. Por lo tanto, he intentado meterme en su piel para comprender mejor su psicología”. En referencia a aquel “mundo libre” de Churchill, una frase del libro ilustra bien esta voluntad: “Debajo de nuestro duro caparazón, más grueso que la cáscara de una nuez, somos tan humanos como vosotros”.
De todos modos, esta obra no se lee como si se tratara de una reflexión sobre el terrorismo contemporáneo, sino más bien como una meditación sobre la absurdidad de la existencia, puesto que esta se consagra al cumplimiento de una tarea que va al encuentro de los placeres simples: hacer el amor, comer e ir en bicicleta, entre otros. Le cycliste es una metáfora de la violencia y de la vida. Y el resultado de una experiencia personal: “Me encanta ir en bicicleta. De hecho, tenía un amigo con el cual quería ir sobre pedales desde París hasta alguna población del resto de Francia. Dos semanas antes de nuestro viaje, tuvo un grave accidente y quedó en coma. Todo esto por no llevar puesto el casco”, cuenta Viken todavía enfadado. Es más, el libro empieza así: “Llevar puesto el casco es indispensable cuando vamos en bicicleta. El casco tiene que estar sujeto. El protector para la barbilla tiene que ajustarse como es debido. Y también hay que comprobar el enganche”.
Imágenes: portada y texto, cortesía de © Au diable vauvert y © Amazon.com.
Translated from Viken Berberian, Le Cycliste : écriture à la bombe