Victoria pírrica para el Parlamento
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Fernando Navarro SordoEl exitoso pulso del Parlamento contra la comisión de Barroso ha sido acogido con júbilo, pero, vista de cerca, la maniobra no parece tan heroica y la integración europea sale debilitada.
El ambiente en el Parlamento europeo el miércoles pasado era excelente: por fin han puesto a raya a Barroso y a los jefes de Estado y de gobierno de la Unión Europea. Delegados de los más diversos grupos parlamentarios predicaban "el fortalecimiento de la idea de Europa” (Josep Borrell) gracias a esta "postura valiente" (Daniel Cohn-Bendit), declarando "el importante día para la Historia del parlamento" (Hans-gert Pöttering) que conducirá a la "victoria de la democracia" (Martin Schulz). Decididamente, paseando entre los corros tras el repliegue de Barroso, no puede uno sino complacerse con el resultado. Sin embargo, la euforia general podría tener corto recorrido.
Tolerancia cero en el Parlamento
En relación con el asunto Buttiglione, viene bien algo de escepticismo. El ministro italiano de asuntos europeos es un político de reconocida experiencia que desempeñó un papel importante en Bruselas durante años, y cuya capacidad no cuestiona ningún partido. Sus creencias son conocidas por todos, sin que en el pasado hubieran generado disputa alguna. Estuvo también muy presente en la elaboración de la Carta Europea de Derechos Humanos durante la cual sus valores fueron oídos sin entusiasmo, pero tolerados. Rocco Buttiglione siempre ha distinguido entre derecho y moral, entre sus actuaciones políticas y sus convicciones religiosas personales. Incluso con la mejor voluntad posible, uno no puede adherirse a sus declaraciones políticamente incorrectas sobre temas como la homosexualidad o el rol de la mujer (reducido al de criar hijos, según él), pero su postura merece, en cualquier caso, respeto y tolerancia. ¿Qué influencia tendrá el comportamiento de ciertos diputados (descrito por algunos como “inquisitivo”) durante los referendos sobre la Constitución europea en los Estados miembro fuertemente católicos?
Ciertamente, se ha señalado que otros de los comisarios propuestos para la comisión (Udre, Kroes, Kovács, Fischer Boel, y la lista aumenta día a día...) han sido criticados por falta de competencia o de integridad en la materia. Pero este no era el problema. El portavoz del grupo parlamentario socialista, Martin Schulz, zanjó la cuestión declarando: “una comisión con Buttiglione es inconcebible”. Dicho esto, si los planteamientos religiosos personales de un político cristiano cuentan de cara a la corrección política debida (cualquiera que sea), les deseo suerte a los futuros representantes turcos de cultura islámica.
¿Quién se beneficia de todo este jaleo?
Respecto al equilibrio institucional, a los parlamentarios se les puede atragantar el júbilo. La firmeza con la que han enfrentado los europarlamentarios los trapicheos de los gobiernos en el nombramiento de comisarios ya ha sido documentada. Pero no deja de ser hipócrita a la luz del modo en que fue designado Josep Borrell Presidente del Parlamento europeo. Es más, la unidad entre partidos apreciada desde la retirada del equipo de barroso desconcierta si recordamos la polarización previamente existente. Teniendo en cuenta que muchos diputados del PPE querían seguir adelante con la votación, contando con defecciones en otros grupos para asegurar el resultado favorable, sorprende que Barroso recibiera tan tremendo aplauso desde el lado conservador tras su discurso. Si añadimos que el respaldo que Hans-gert Pöttering, el líder del mayor grupo parlamentario, dio a Barroso resaltando su autoridad política, la cosa huele a oportunismo político.
Pesa además el temor de que estas escaramuzas entre Barroso y el parlamento le den la ventaja a medio plazo al Consejo de ministros y en concreto a los euro escépticos. Tras la ampliación a 25 miembros, parece que las fuerzas centrifugadoras opuestas a la integración europea ganan apoyo. En el triángulo de las Bermudas montado por el Consejo, la Comisión y el Parlamento, la idea de Europa corre el riesgo de hundirse.
Translated from Der Pyrrhussieg des Parlaments