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Viaje por las zonas contaminadas de Italia

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La «Terra dei Fuochi» («Tierra de Fuegos», en español) no es la única que sufre la contaminación de su suelo por actividades delictivas o industriales: ahora es un problema que abarca toda Italia. Durante años, los ciudadanos han denunciado esta aterradora situación sanitaria, pero los políticos los han tachado de alarmistas. A pesar de los planes económicos y del compromiso verbal de las instituciones nacionales y europeas, ¿estamos seguros de que la reconversión no corre el riesgo de quedar reducida a una oportunidad perdida?

Tierras de veneno

En Tamburi, Taranto, los niños tienen un coeficiente intelectual más bajo que aquellos que viven en otros distritos, según revela un estudio del Instituto Superior de Sanidad italiano y la autoridad sanitaria local de Taranto, en colaboración con la Universidad de Brescia. Estos niños son los que se encuentran más cerca de la antigua Ilva, la fábrica de acero más grande de Italia.

Al norte, en Brescia, está prohibido tocar el suelo, cultivar los huertos o alimentar a los animales con frutos de la tierra. Los niños de la escuela Grazia Deledda de Brescia deben subir a una plataforma de hormigón para jugar, ya que no pueden hacerlo en el césped del jardín interior de su colegio según las ordenanzas municipales. Además de esto, el río Caffaro lleva cuarenta años sufriendo la contaminación por PCB, unos compuestos similares a las dioxinas que han contaminado el suelo.

Según el Sentieri, el Estudio Epidemiológico Nacional de Territorios y Asentamientos Expuestos al Riesgo de Contaminación, en la «Terra dei Fuochi», entre Nápoles y Caserta, el número de hospitalizaciones de niños durante su primer año de vida es altísimo: hay 7.000 más que la media de otras zonas y llega a los 22.000 si se incluye a los que tienen hasta 14 años. Las causas más comunes son los problemas respiratorios y el asma, pero también existe una alta incidencia de cáncer y mortalidad. El Sentieri realizó este estudio en 45 LIN (Lugares de Interés Nacional) o antiguos LIN, que son zonas que, según una ley de 2006, están clasificadas como contaminadas y necesitan ser reacondicionadas. Además de todo esto, el estudio también reveló que el 60% de la población de estas zonas pertenece a grupos sociales desfavorecidos. Es decir, cuanto más pobre seas, más probable será que vivas en zonas degradadas y que enfermes más.

Cuanto más pobre seas, más probable será que vivas en zonas degradadas y que enfermes más.

¿De dónde proceden los venenos?

La mayoría de los venenos son producto del desarrollo industrial. «Si miramos el mapa de los LIN», explica Maura Peca, investigadora del Centro de Documentación de Conflictos Ambientales, «podemos ver el mapa de la Italia del siglo XX: una parte de la contaminación procede de las industrias bélicas, químicas y del carbón de principios de siglo; otras zonas pagan las consecuencias de la industria petrolera, que experimentó su auge a principios de siglo; por último, otras zonas están contaminadas por las industrias de consumo masivo, como la automovilística, los electrodomésticos o los objetos de plástico, que se han extendido desde la Segunda Guerra Mundial».

Hoy en día, podemos encontrar 42 LIN en Italia, presentes en todas las regiones italianas, excepto en Molise. Inicialmente eran 58, pero varias zonas han sido degradadas a LIR (Lugares de Interés Regional): están contaminadas, pero la responsabilidad de su recuperación recae en las administraciones regionales. En total, hay casi 35.000 LIR. Estas zonas son también el resultado del desarrollo industrial del siglo pasado, de fábricas que dejaron un vacío social y consecuencias sanitarias al cerrar. Asimismo, están vinculadas a otros tipos de contaminación, producto de mecanismos de eliminación de residuos más o menos legales: políticas ciegas que han elegido la incineración como mecanismo de eliminación preferido, vertederos que se han llenado a lo largo de los años con materiales sin clasificar, pero también vertidos ilegales, enterramiento de residuos peligrosos e incendios tóxicos.

«Estas actividades tienen su origen en una mezcla de empresariado criminal, crimen organizado y políticos a menudo corruptos, conniventes o indiferentes. Hace décadas que muchos grupos civiles denuncian estas prácticas, concebidas tanto para ahorrar costes de eliminación como, sobre todo en determinadas zonas del interior de las grandes ciudades, para eliminar los residuos de las actividades de producción vinculadas a la economía sumergida», comenta Vincenzo Forino, activista de Terra dei Fuochi (entre las provincias de Nápoles y Caserta, en Campania) y presidente de la asociación Terra Phoenix.

«Estas prácticas son el producto de un emprendimiento criminal y de la política»

El caso de la «Terra dei Fuochi»

La «Terra dei Fuochi» (expresión italiana para referirse a una vasta zona que se extiende por Campania, entre la provincia de Caserta y la zona metropolitana de Nápoles, y que cuenta con la presencia de diversos residuos tóxicos, vertederos ilegales y el desencadenamiento de numerosos incendios de residuos) y su «Triángulo de la Muerte» (las ciudades de Acerra-Nola-Marigliano) han sido repetidamente el centro de atención de los medios de comunicación. Durante muchos años, los ciudadanos han denunciado esta aterradora situación sanitaria, pero los políticos los han tachado de alarmistas. En 2007, un estudio realizado por la OMS (Organización Mundial de la Salud), el Instituto Superior de Sanidad, el Consejo Nacional de Investigación y la Región de Campania confirmó lo que los habitantes de esas zonas sabían desde hacía tiempo: «la mortalidad por cualquier causa era significativamente mayor para los hombres en un 19% en los municipios de la provincia de Caserta y en un 43% en los municipios napolitanos; para las mujeres, en un 23% en la zona de Caserta y en un 47% en la zona de Nápoles».

Las cifras son impresionantes, pero más lo son sus efectos materiales: faltan dedos de las manos para contar el número de conocidos que padecen cáncer, de situaciones en las que cada familia tiene al menos un muerto y en las que hay dos, tres, e incluso cuatro enfermos graves en el mismo bloque de pisos. El año 2013 fue el punto de inflexión. El arrepentido ex miembro de la Camorra, Carmine Schiavone, dijo a los micrófonos de Il Fatto Quotidiano que llevaba décadas coordinando el vertido de residuos tóxicos en el terreno y que ya había revelado estas actividades en un interrogatorio secreto del entonces ministro del Interior Giorgio Napolitano (convertido en presidente de la República en el momento de las entrevistas). Esto dio lugar a meses de protestas que culminaron en una manifestación de 150.000 personas por las calles de Nápoles, la capital de Campania.

Terra dei fuochi
Vertedero de «Terra dei Fuochi»

El papel de las instituciones

Aunque la concienciación ha crecido considerablemente gracias a los esfuerzos de grupos oficiales y extraoficiales, a las incansables madres, a la imprescindible labor de los párrocos locales y a las redes de médicos de cabecera, agricultores y técnicos, los efectos materiales han sido escasos. Han pasado siete años desde que entró en vigor la ley especial sobre la «Terra dei Fuochi», pero el humo acre que llena los pulmones de los ciudadanos de Campania no se ha reducido: los efectos nocivos no han disminuido (la edición de 2019 del Sentieri lo confirma) y la actitud de la política no ha cambiado, ya que el actual presidente de la Región lleva meses acusando a los activistas del movimiento de terroristas y de seguirle el juego al crimen organizado.

El caso de la «Terra dei Fuochi» es solo el ejemplo más conocido de un mecanismo que se extiende como la pólvora por todo el país, en el que la contaminación por parte de los delincuentes se suma a la provocada por las actividades industriales: el porcentaje global de terreno afectado es del 3%. A pesar de la urgencia, las soluciones avanzan muy despacio: solo el 15% de los LIN ha sido gestionado, y hay más de 16.000 LIR en los que aún no se ha iniciado ningún procedimiento, ni siquiera de análisis. La situación no parece mejorar, incluso ahora que la transición ecológica se ha convertido en una advertencia y un objetivo compartido. El Plan Nacional de Recuperación y Resiliencia (PNRR) elaborado por el Gobierno italiano para el programa Next Generation de la UE no dedica casi ningún espacio a la necesidad de recuperar tierras. De hecho, la única innovación contemplada es tecnológica: ninguna intervención, ni ninguna transformación de las condiciones que llevaron a la situación actual.

Ninguna intervención, ni ningún cambio en las condiciones que llevaron a la situación actual.

La fábrica de la muerte sigue abierta

La fábrica de la muerte, la antigua Ilva en Taranto, también se ve afectada por el asunto: si alguien esperaba el cierre de las fábricas, se encontró, en cambio, con sorprendentes planes de transformación tecnológica de estas. Las plantas anticuadas, las emisiones venenosas, una larga serie de muertes, una caída de la demanda mundial de acero y 4.000 empleados despedidos no pudieron evitar que la fábrica se salvara. Se trata del enésimo rescate de este tipo desde 2012, cuando un magistrado ordenó por primera vez la incautación de la planta por sus graves consecuencias para la salud. Desde entonces, ha habido 12 decretos de «Salvemos Ilva», que ocasionaron miles de muertes.

Virginia Rondinelli, del «Comitato Cittadini e Lavoratori Liberi e Pensanti» de Taranto, afirma: «Cuando vienes de una zona como la mía y oyes hablar de transición ecológica, sabes que no debes hacerte demasiadas ilusiones. La fábrica de nuestra ciudad lleva sesenta años contaminando y matando, pero ni siquiera ahora que están reescribiendo el PNRR, ni siquiera ahora que todo el mundo parece orientado a reconstruir una Italia y una Europa ecológicas y sostenibles, el gobierno se plantea la posibilidad de cerrarla».

«La antigua Ilva contamina y mata, pero ni siquiera ahora el Gobierno se plantea la posibilidad de cerrarla».

¿Qué reconversión ecológica?

La reconversión corre el riesgo de ser una importante oportunidad desperdiciada para la inversión radical de las políticas económicas, industriales y medioambientales que Italia necesita: una vez más, los intereses dominantes parecen ser los económicos. La próxima generación heredará un territorio devastado y sin perspectivas de crecimiento. La resiliencia parece una utopía, sustituida por una mera innovación tecnológica, corta de miras frente a la necesidad radical de cambio que el mundo post-pandémico, las instituciones europeas y cientos de miles de ciudadanos reclaman.

Story by

Rita Cantalino

Born and raised in Naples, since 2013 I deal with democracy, ecology and environmental conflicts. In the rest of the time I write, or would like to do so.

Translated from Viaggio nei territori contaminati d'Italia