UP HELLY AA, LOS FESTIVALES DEL FUEGO DE LAS SHETLAND
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Eztizen Sánchez MontesUna horda de vikingos vestidos con pieles, antorchas en llamas, caminan sin pausa bajo la noche sin estrellas. No se encogen con el frío, ni flaquean cuando el feroz viento cruzado amenaza con extinguir el fuego, sino que cantan animadamente. Cantan sobre héroes, dragones y batallas pasadas. No es raro pensar que te has teletransportado a un momento antiguo y salvaje, pero es 2014, el Up Helly Aa.
Es uno de tantos festivales del fuego Up Helly Aa que se celebran en las islas Shetland, el archipiélago más alejado de las islas Británicas. Aunque la capital de las islas, Lerwick, celebra el Up Helly Aa más multitudinario (y el que atrae más turistas) hay otros festivales como este por todas las islas, con su propio carisma e idiosincrasia. Viajé hasta allí con mi novio y un amigo para absorber las vistas, los sonidos y los olores de las Shetland, especialmente del Up Helly Aa de Northmavine.
Northmavine, la península más al norte de Shetland, está aislada. Es preciosa y está barrida por el viento, como nos imaginaríamos las islas escocesas. Allí se encuentran los famosos acantilados de Eshaness, increíblemente imponentes, que nos roban las palabras y exclamaciones con las sacudidas del viento. Las aldeas locales se turnan para organizar reuniones de sopa y dulces en los remotos auditorios vecinales, y cuando llega el Up Helly Aa celebran las peculiaridades de la región. La "proclamación" llama a los guizer, los participantes que se disfrazan y toman parte en la procesión, para que "se reúnan de manera sobria" en el auditorio de Hillswick, y después detallan en verso las divertidas hazañas que los locales llevaron a cabo ese año:
"El fontanero abandonó Tirvister
Y se quedó sin suerte
¡Hombre! ¡Hombre! Se le atascó la furgoneta
Menos mal que tenía una carretilla elevadora".
El domingo por la mañana nos paramos a admirar la Proclamación (evento que da comienzo al festival) y la colorida galera vikinga, a sabiendas de que el barco moriría en el mar de manera violenta aquella noche. Todos los años los artesanos locales se pasan meses creando galeras para el festival, durante el cual verán cómo arden furiosamente en llamas. Es un esfuerzo descomunal, pero consigue que la ceremonia sea aún más poderosa. El barco con cabeza de dragón de este año lucía un bigote desenfadado que añadía un toque de humor.
Por la tarde nos envolvimos en montones de capas de lana, que después serían las causantes del striptease más largo y menos sexy de la historia, y nos reunimos con los guizer en el auditorio Hillswick. Soplaba un vendaval, así que esperamos dentro mientras aparecían los vikingos, encendían las antorchas y empezaba la procesión. Al oír la señal cientos de vikingos salieron en estampida, seguidos por una banda de música, gente vestida con monos y alguien disfrazado de pollo. Al contrario que el Up Helly Aa de Lerwick, dónde solo los hombres pueden participar, en Northmavine tanto hombres como mujeres son bienvenidos para hacer de guizer. Parece que muchos de estos vikingos no han prestado atención a la orden de la Proclamación de reunirse "sobriamente", pero quizá el alcohol aleje el frío. Y hacía bastante frío. Mientras prendían las antorchas, el resplandor de las llamas revelaba las sombras y contornos de los rostros escondidos tras los yelmos alados de plata. El fuego es persuasivo, peligroso, da vida. Me recordaron al poema de Dylan Thomas: "Los hombres salvajes, que capturaron al sol al vuelo y lo cantaron / y que aprenden, tarde, que entristecieron su camino". Después, al oír la risa o broma de un guizer, la imagen desapareció. Un fulgor rojo iluminó el cielo hacia el Norte y, guiados por la galera dragón, la multitud comenzó su procesión de kilómetro y medio a lo largo de la costa, hasta el mar.
A estas alturas os estaréis preguntando si los habitantes de las Shetland han oído hablar de seguridad. No hay policías, ni camiones de bomberos, ni zonas acordonadas, solo una horda de gente posiblemente ebria con fuego y cuyo único propósito es quemar un barco en el mar. ¿Qué podría salir mal? Un local me dijo que no había pasado mucho en los últimos años. En una ocasión a alguien se le cayó la parte superior de una antorcha y un coche de policía aparcó encima del fuego. Le pregunto qué pasó. Alguien les avisó, me contesta con remordimiento, no por malicia sino por amor a una buena historia. El viernes no había miedo de que algo se quemase, ya que el suelo estaba empapado tras varias semanas de lluvia. De hecho, no estábamos seguros de que el barco fuese a arder porque el viento horizontal extinguía los intentos del fuego de encender el mástil. Lo aguantamos estoicamente, tanto guizer como espectadores, hasta que a los 15 minutos, como si por fin se rindiese, el mástil ardió. No tuvo nada que envidiar a una fogata de San Juan.
"Desde los grandiosos siglos vikingos ha venido Up Helly Aa
¡Así que enciende la antorcha y continúa la marcha, haz que suenen los tambores!".
Translated from Up Helly Aa: Shetland's fire festivals