“Una noche en la ópera”
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Escrito por Cristina Parapar
Camarotes abarrotados, limpiadores, camareros, esteticistas y huevos duros. Como los hermanos Marx en “Una noche en la ópera” “la Orchestra Fireluche” da sentido a una imagen a primera vista delirante. Abren las puertas de su camarote a violines, percusión, flauta travesera, piano o guitarras, pero no han venido solos.
Hasta el plomero y su ayudante tienen cabida en esta original agrupación. Entran y salen pianos improvisados de Matel o Casio, hojas de sierra y otros “pseudo instrumentos”, como metalófonos minúsculos, globos o señales de tráfico. Una gran banda compuesta por diez músicos catalanes tan original y creativa que es difícil encontrar inspiradores e inspirados. Al tratarse de música fundamentalmente instrumental se podría decir que siguen la estela de Mogwai. Muchos de sus temas, dinámicos y divertidos, recuerdan a Clap your hands and say Yeah y los coros, y algunos patrones rítmicos, al primer disco de Magic Numbers.
Apoyados, arropados bajo un árbol se nos caen los párpados y aterrizamos en el jardín del País de las Maravillas. En el mundo de la reina de corazones las escobillas golpean tambores, dándonos la bienvenida. Mientras, la flauta travesera se alía con gorros de paja, ukeleles y banjos. No muy lejos de allí arcos acarician hojas de sierra.El minúsculo metalófono dibuja las huellas del conejo blanco que huye entre arpegios y ritmos de habanera. El sonido de la flauta travesera mueve el pelo de Alicia. Ella crece sin parar, incontroladamente, entre dinámicos crescendos y descrendos. Sus extremidades ocupan la habitación hasta llegar a conclusivos y brillantes finales.
Frases capciosas y espirales sin salida encierran un estilo muy definido. En general son piezas cortas, de compases sencillos, subdivisión binaria y tempo presto. No obstante aceptan invitaciones de folk, jazz y “no cumpleaños“. La mirada de un gato que desafía con adivinanzas y un conejo blanco delirante, pero que les conduce a deliberadas entradas de platillos y fortuitos, y sin embargo afortunados vibrattos de violines.
“Iogurts Blaus“ es un tema de paralelismos y reminiscencias sensoriales en el que convergen imágenes contrapuestas. Como Georg Trakl componen bajo cielos amarillos, amaneceres azules y almas violetas. Así el peculiar sonido del güiro dibuja una línea entre realidad y ficción, entre oportunos coros, finales a capella y manteles individuales de plástico. Finalmente rematan una actuación memorable versionando "La vie en rose", con su particular estilo. Un clásico que adornan con hilarantes stacattos , elegantes ligaduras y una caja de música perfila el contorno de los campos Elíseos donde parejas se abrazan entre silbidos. Con sombreros, flequillos y abalorios anestesian falsos estigmas, la Orchestra Fireluche aparta las composiciones complejas y rebuscadas para dejar paso a la dedicación, originalidad y empatía. ¡Bienvenido al mundo del humor afinado!
http://www.myspace.com/orchestrafireluche