Una “dama de hierro” cualquiera
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Escrito por Albert Lleida
Margaret Thatcher tomó las riendas del Reino Unido entre 1979 y 1990. Un período altamente convulso debido a la recesión económica que azotaba al país y en el cuál las políticas tomadas por la primera ministra dividieron aún más la sociedad inglesa.
Independientemente de la posición de cada cual frente a su figura, la película “La dama de hierro” dirigida por Phyllida Lloyd resulta una decepción rotunda para todo aquel que pretenda rememorar o comprobar por vez primera el impacto político y social de Thatcher.
Cuando lo único destacable de una película es la interpretación de su protagonista, en este caso la de Meryl Streep, y no su trama, entonces ya tenemos un primer indicativo del fracaso de un filme que se presentaba interesante no sólo por ilustrar el ascenso de una mujer fuerte en un tiempo de hombres, sino que también debía serlo por quién fue Margaret Thatcher como primera ministra. En ninguno de los casos consigue implicar al espectador, ya que lo único que este puede contemplar son unas breves imágenes, brevísimas, de las consecuencias políticas y sociales de sus decisiones. Porqué la película sólo hace mella de su duro carácter y de su demencia al hacerse mayor. Una figura tan controvertida como la suya no puede, desde ninguna perspectiva, reducirse a los clichés de una mujer fuerte cualquiera que se abre espacio en un ámbito cualquiera dominado por los hombres. De un modo personalísimo, ella, y sólo ella, logró hacer efectiva su particular visión política gracias a su carácter, pero lo destacable no debe ser sólo su perseverancia y su intransigencia, sino sus ideas y las consecuencias de éstas. Son las decisiones y las repercusiones aquello que con respecto a un hecho lo hacen importante para el curso de la historia; si la primera ministra no se hubiera comprometido ciegamente con las drásticas resoluciones que dictó, Thatcher hubiera pasado al legado político como una primera ministra del montón. Así pues, es natural que la fortaleza y tenacidad de Thatcher acompañe cada una de sus palabras, porqué así fue, pero ésta no debe de eclipsar el mandato de una figura cuanto menos controvertida. Porqué hasta el término posterior acuñado como thatcherismo no se refiere a su personalidad, sino a ciertos elementos característicos de sus propuestas políticas. Así pues, su exigente plan económico ante la recesión, su obstinación con responder a la ocupación de las Malvinas, su actitud frente al nacionalismo, los E.E.U.U. y Europa o frente al sindicalismo, además de su inflexibilidad con la IRA son meras secuencias que se reducen a una breves palabras que explicitan lo poco que ya se ve.
A mi entender, pues, la película resulta una gran decepción: tanto el pretendido retrato del ascenso personal de Thatcher a lo largo de su vida como la exposición de los hechos más relevantes de su mandato como primera ministra son, en ambos casos, muy pobres. Conozco muchas mujeres muy fuertes que lidian día a día en un mundo de hombres pero, aunque lo esperaba, no conozco aún exactamente a esa tal dama de hierro. Sólo vi a una mujer tenaz.