Un siglo de parques naturales: ¿Protección contra desarrollo?
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En 2009, los primeros parques naturales protegidos de la Unión Europea cumplen 100 años. Cafebabel ha hablado con seis personas vinculadas a estos espacios en distintos países europeos. Preservación o desarrollo económico, el debate sigue vivo
En 1909, Suecia declaró nueve parques nacionales, los primeros espacios protegidos de Europa. Desde entonces, el territorio protegido en Europa ha crecido hasta contar más de 26.000 espacios en los 27 países miembro, que abarcan una superficie de 860.000 kilómetros cuadrados, el 20% del territorio de la Unión. Juntos conforman la red Natura 2000, la más extensa red mundial de espacios protegidos.
La búsqueda del equilibrio
Los primeros espacios protegidos surgieron con un enfoque conservacionista. Es el caso del parque nacional de Sarek en Suecia, uno de los declarados en 1909, donde las visitas están limitadas y no existen alojamientos para visitantes. Sin embargo, a partir de la década de los 80, el planteamiento cambió, de modo que conservación y desarrollo socioeconómico fueran compatibles, según explica Ángel Fernández, director del Parque Nacional de Garajonay, en la isla canaria de La Gomera (España). Fernández nos cuenta que el principal motivo de la declaración del parque fue el de la preservación de un ecosistema único, el de la laurisilva canaria, sin obviar los objetivos sociales y económicos.
Para Juan José Carmona, técnico de la organización ecologista WWF en el parque nacional de Doñana (España), esta necesaria diferenciación de usos es entendida a veces incorrectamente como limitación. Pone un ejemplo: “A nadie se le ocurriría construir su casa en medio de la plaza de un pueblo, porque es un espacio de uso público, pues lo mismo ocurre con los espacios protegidos […]. Hay zonas en las que pueden llevarse a cabo casi cualquier tipo de actividad y otras zonas que están destinadas exclusivamente a la conservación”.
España, la más protegida
España es el país de la UE con mayor superficie protegida: 142.500 kilómetros cuadrados, el 26,4% de su territorio. Sus parques recibieron más de 21 millones de visitantes en 2008. En este mismo año, el organismo autónomo de parques nacionales español publicó una encuesta que reveló una alta valoración de estos espacios naturales. Más de un 86% de los encuestados se sentían felices de vivir en un parque natural y en más de un 75% consideraban como favorable su contribución al desarrollo socioeconómico de la zona. Ello se debe, en buena medida, a la intensa labor de dinamización y de apertura a la sociedad que llevan a cabo las oficinas que los gestionan.
Tina Markun, relaciones públicas del Parque Nacional de Triglav, en Eslovenia, señala la exitosa cooperación de las oficinas del parque con las comunidades locales. Su labor es muy diversa: apoyan a los artistas locales, promocionan sus productos, ofrecen programas divulgativos y de formación y, sobre todo, crean “oportunidades para que los visitantes disfruten del parque”.
El turismo: oportunidad para la conservación o presión sobre los recursos
En opinión de Basilio Rodríguez, agricultor ecológico y trabajador de la industria de la castaña en el parque natural de la Sierra de Aracena y Picos de Aroche (España), se ha promovido demasiado el turismo en espacios protegidos mientras que la burocracia no ha parado de crecer para agricultores y ganaderos que “son los verdaderos conservadores del parque”.
Declarar protegida una zona con potencialidades para el turismo masivo es una decisión controvertida. Es lo que ocurre en el parque natural del Sudoeste alentejano y costa vicentina, que tiene 130 kilómetros de costa protegida y algunas de las mejores playas del planeta. Sin embargo, Sandra Moutinhos, responsable de prensa del Instituto de la conservación de la naturaleza y la biodiversidad de Portugal, comenta que la Costa sudoeste portuguesa ha encontrado su vía: hoy es destino de turismo de naturaleza (menos estacional), y se le asocia a una oferta gastronómica vinculada a los productos del mar y de la tierra y es acicate para el desarrollo de servicios de calidad.
Crear una consciencia ecológica
Visitar los espacios protegidos es una experiencia enriquecedora. Nos da una perspectiva del impacto que les causamos. Como resume en su blog la periodista sueca Sara Jeswani, que trabaja para la primera revista del país sobre el cambio climático, Effekt, “uno puede pensar a menudo que no debería haber personas moviéndose por las áreas naturales más sensibles. Sin embargo, a largo plazo, creo que es esencial que la gente visite los bosques, lagos y prados. No solo por nuestro bienestar, sino también porque es una forma muy directa de tomar consciencia de las cosas que hay que proteger y cuidar”.