Un senado para Europa en Estrasburgo
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La crisis de la doble sede del parlamento europeo aviva el debate federalista en un Estrasburgo moderno y aislado. Hay razones para irse a Bruselas, pero también soluciones para la capital de Alsacia.
“La UE no es centralista o federalista, es policéntrica, y Estrasburgo representa eso”, afirman al unísono Pascal Mangin, teniente de alcalde conservador de la ciudad, y Pernelle Richardot, portavoz socialista local. Y es que las actividades de la Eurocámara se desarrollan tres semanas al mes en Bruselas y sólo una en la capital de Alsacia, para los plenos.
“No es lógico que haya dos sedes del parlamento europeo, pero si hay que unificarlas prefiero que sea en Estrasburgo.” Lo dice Thierry Johannis, comercial de empresa en esta ciudad. Entrevistando durante horas a la gente de a pie de Estrasburgo obtenemos la misma respuesta; empleados, dueños de comercios, jubilados, estudiantes, etc.
Caro y vacío
Según la eurodiputada liberal sueca, Cecilia Malmstrom, la procesión mensual de sus 750 colegas y las toneladas de material de trabajo le cuesta 200 millones de euros al año a la UE. Por eso, en 2006 abrió la web oneseat.eu solicitando que el europarlamento sólo trabaje en Bruselas: lleva un millón de firmas. Los Verdes subrayan “el coste ecológico de tanto desplazamiento incoherente ahora que la UE se pone estricta con cuestiones medioambientales”. Hay que añadir que el sueldo de los funcionarios sale más caro en Francia que en Bélgica y que las comunicaciones por tren o avión a esta ciudad de 260.000 almas son pobres: ni líneas de bajo coste ni tren de alta velocidad a Bruselas. “No reduzcamos todo a costes económicos”, reacciona Mangin con vehemencia, “si cedemos en esto, ¿cuál será el próximo recorte? ¿el multilingüismo, tan caro también?”.
“Hay un lobby importante en favor de centralizar las sesiones en Bruselas”, cuenta Kayhan Karaça, periodista al tanto de lo que se hace y comenta en los pasillos parlamentarios. “Tras cada sesión, centenares de parlamentarios firman una nueva petición para reducir las sesiones en Estrasburgo y de 4,5 días al mes hemos pasado a sólo 3 días”, resume. “¿Desde cuándo los parlamentarios deciden la sede de su cámara?”, inquiere Mangin. “Son nuestros valores comunes los que deciden”.
El corazón de Europa
No existe postura oficial de los grupos parlamentarios europeos al respecto, pero Verdes, Liberales y Socialistas son quienes más apoyan la sede única en Bruselas. La coherencia de Los Verdes es transversal y se traslada al nivel local. Eric Schultz, portavoz municipal de Los Verdes opina que “la sede la deciden las relaciones de poder entre Estados miembro, y lo importante es saber cuáles serán los retos y los valores capitales del siglo XXI, no los del XX”. A su entender, serán planetarios y medioambientales, e insta a las autoridades de Estrasburgo a reinventarse su legitimidad para seguir siendo “el corazón” de Europa; “un corazón verde”.
Entre los socialistas -federalistas casi por unanimidad- tampoco se apuesta mucho por Estrasburgo. El español Josep Borrell, ex presidente de la cámara, fue uno de los que más apoyaron la iniciativa de Malmstrom. ¿No creen en el multipolarismo? “Claro que sí, y por eso apoyamos que las agencias europeas se repartan en los 27 Estados”, aclara el eurodiputado socialista británico Richard Corbett, “pero las tres instituciones encargadas de la creación legislativa de la UE deben estar en la misma ciudad. Exiliar a los parlamentarios una semana al mes no es multipolarismo, sino debilitar la presencia de los representantes de la diversidad europea en el centro del poder”.
Bruselas no es El Dorado
¿Y si este centro fuera un peligro para la independencia de los parlamentarios sometidos a la presión de los lobistas? “Los lobistas son gente hábil y da igual dónde esté el Parlamento: llegarán hasta el político que les interese”, asegura Corbett. “El problema”, avanza Chantal Cutajar, portavoz municipal de los centristas franceses, “es que estamos a la defensiva: no se nos ha ocurrido aún crear una web que promueva la sede en Estrasburgo”.
Mangin es optimista: “Los diputados gozan de más visibilidad mediática si trabajan desde aquí que desde la gigante Bruselas”. Por otro lado, el Parlamento acaba de comprar al municipio el edificio en el que se aloja: “Nadie se compra una casa para abandonarla de inmediato”, remata, triunfal. Por último, ¿Bruselas como capital de un Estado que parece a punto de desmembrarse es un buen símbolo de la Unión de Europa? “No hagamos depender los asuntos comunitarios de especulaciones sobre política local”, censura Corbett.
Intereses y soluciones
Estrasburgo defiende sus intereses. Sin Parlamento, se perderán oportunidades económicas. Como afirma, sonriente, Anne Dumoulin, directora adjunta de la Oficina municipal de turismo, “aquí acuden muchos jóvenes invitados por los parlamentarios; las semanas de pleno los hoteles y restaurantes baten máximos de ocupación”. Pero estamos en una ciudad de por sí monumental y de tradición universitaria. “El Parlamento es sólo un plus”, defiende Dumoulin, quien concluye que “aunque sea eficaz reunir las instituciones en Bruselas, la UE es la unión de 27 países y Estrasburgo es su côté coeur ('su corazoncito'), el símbolo de la reconciliación”.
Ideas para compensar a la ciudad no faltan. Reunión de las tres universidades locales, según los rectores de las universidades; creación de una universidad de Europa, según el entorno del europarlamentario polaco Bronislaw Geremek; el Sciencebourg que agrupe al Consejo Europeo de Investigaciones y al Instituto Europeo de Tecnología, a propuesta de los promotores de Campaign for Parliament Reform, que también proponen que la ciudad sea sede de todos los Consejos europeos... Pero son los verdes quienes dan de nuevo la solución más vanguardista y coherente con la multipolaridad: “Avancemos hacia una Europa federal y un sistema bicameral. ¿Porqué no instalar aquí un senado de representación territorial?”, se pregunta Schulz.
Fotos en texto: El parlamento europeo de Estrasburgo de noche (foto, Cédric Puisney/Flickr); El parlamento europeo en Bruselas (foto, Chourka Glogowski/Flickr); El europarlamentario socialista británico Richard Corbett (foto, cafebabel.com); Anne Dumoulin, directora adjunta de la oficina de turismo de Estrasburgo (foto, cafebabel.com); El ecologista Eric Schultz (foto, Los Verdes)