Un nueve de mayo para recordar a Víctor Hugo y Jean Jaurès
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El nueve de mayo celebramos el Día de Europa. Es una fecha para reflexionar sobre la Europa en la que vivimos y la Europa que queremos construir. Una fecha en la que, con el Brexit o los resultados de Le Pen en Francia, la Europa de paz que imaginaron intelectuales como Víctor Hugo o Jean Jaurès es más necesaria que nunca.
Nueve de mayo de 1950. El ministro de exteriores francés Robert Schuman pronuncia su famosa declaración en la que hace un llamamiento a Alemania para someter “el conjunto de la producción franco-alemana de carbón y de acero a una Alta Autoridad común, en una organización abierta a los demás países de Europa”. Dicen las malas lenguas que ahí comenzó todo, que ese día, en ese momento, nació Europa. Tanto es así que cada 9 de mayo nos toca abrir un poco la mirada y recordarnos a nosotros mismos que Europa existe, que es real, que somos parte de ella y que, pese a todo, hay que celebrar esa maravilla de pertenecer a un continente tan plural y tan homogéneo a la vez.
En la historia oficial de Europa siempre hablamos de Schuman o de Jean Monnet. Sin embargo, otros antes ya pensaron y defendieron la unidad de este continente que parece condenado a no entenderse. No se sabe bien si por el pecado de Zeus o por cualquier otro castigo de los distintos dioses que lo habitaron y lo habitan.
Si uno tiene la suerte de visitar el Panteón de los Hombres Ilustres en París (en cuyo caso no debe perder la ocasión de tomar una galette con un vaso de sidra en los Jardines de Luxemburgo), encontrará a dos de esos intelectuales franceses que pensaron Europa mucho antes que Schuman: uno es el gran hombre de las letras francés, Víctor Hugo; y el otro es el gran “hombre político” de finales del XIX y principios del XX, el hombre que fundó L'Humanité y la Section Française de la International Ouvrière (SFIO, antecedente del actual Partido Socialista francés), el hombre que pagó con su vida su combate por la paz, Jean Jaurès.
Los Estados Unidos de Europa
Prácticamente un siglo antes de aquel 9 de mayo en el que echó a andar lo que acabaría siendo la actual Unión Europea, Víctor Hugo, en 1849, al inicio del Congreso de Amigos de la Paz Universal celebrado en París, se levantó y dijo: “Llegará un día en el que Francia, Rusia, Italia, Inglaterra, Alemania, todas las naciones del continente, sin perder sus cualidades distintas y su gloriosa individualidad, todas ellas se fundan estrechamente en una unidad superior y constituyan la fraternidad europea”.
Un día, creía el autor de Los Miserables, existirán unos “Estados Unidos de Europa” que puedan mirar de frente y de igual a igual a los Estados Unidos de América. En la idea de Europa de Hugo se adelantan muchos de los elementos que, con sus aciertos y sus errores, configuran la Europa de nuestros días: “Vendrá un día en el que no habrá otros campos de batalla que los mercados abriéndose al comercio y los espíritus abriéndose a las ideas. Vendrá un día en el que las balas y las bombas serán reemplazadas por los votos, por el sufragio universal de los pueblos, por el venerable arbitraje de un gran Senado soberano que será a Europa lo que el parlamento es a Inglaterra, lo que la Dieta es a Alemania, lo que la Asamblea legislativa es a Francia”.
Solidaridad, Democracia y Socialismo
Si para Víctor Hugo la clave de esa Europa unida que debía nacer era el progreso humano, para Jean Jaurès la clave era la solidaridad obrera. Jean Jaurès es infinito (ante todo, filósofo; un gran orador, el diputado más joven de su época con tan solo 26 años, periodista, democrático por convicción, artífice de la unidad socialista, internacionalista, dreyfusard…), pero toda su contribución puede resumirse en la firme defensa de la paz y de la dignidad del ser humano. Y esa es la Europa que él defendió: una Europa solidaria con los pueblos que sufren (como demostró en su defensa de los armenios frente al primer genocidio que sufrieron bajo dominio turco, entre 1894 y 1896, -inmortalizada en la novela de Marcel Proust, Jean Santeuil- o en su defensa de los marroquíes ante la política colonial francesa), profundamente democrática y socialista.
También Jaurès se dirigió a Alemania antes que Schuman. Lo hizo el nueve de julio de 1905, el año en que fundó la SFIO, el año en que se debatió y se aprobó la ley de separación Iglesia-Estado y el año en Otto von Bismarck visitó Tánger acentuando las tensiones coloniales entre Francia y Alemania. Aquel nueve de julio, Jaurès debía asistir a una reunión pacifista celebrada en Berlín, pero nunca llegó porque le prohibieron la entrada en Alemania. Pero su combate por la paz no podía parar, así que su discurso se convirtió en un artículo publicado a la vez en francés y en alemán en L’Humanité y en Vorwärts, un periódico obrero alemán cuyo título significa “Adelante”. En aquel discurso, su primer gran discurso sobre la paz, Jaurès invoca constantemente a lo que une a franceses y alemanes que no es otra cosa que la Europa en la que él cree.
“En esta Europa de hoy, no es por las vías de la guerra internacional que la obra de libertad y justicia se realizará y que los agravios a los pueblos serán corregidos. (…) Sino que es por el crecimiento de la democracia y el socialismo, y solo así, que los sufrimientos serán aliviados y los problemas dolorosos serán resueltos”, dijo en aquel discurso en el que invitaba a los obreros alemanes y franceses a “trabajar todos juntos, en un mismo corazón, para fundar la paz definitiva entre Alemania y Francia”.
Actualidad de su pensamiento
Las palabras de Hugo y de Jaurès cayeron al pozo profundo del olvido y sus peores temores se hicieron realidad: vinieron las guerras, la destrucción total. Y, solo entonces, Europa decidió caminar unida.
Hoy, en el momento en el que todo el mundo se pregunta por el futuro de Europa, conviene rescatar a Hugo: “Franceses, ingleses, belgas, alemanes, rusos, eslavos, europeos, americanos, ¿qué tenemos que hacer para que llegue lo antes posible ese día [el día en el que la paz sea definitiva]? Amarnos”.
Y hoy, en el momento en que todos respiramos aliviados después de la victoria de Macron en Francia, como si no quisieramos ver los asombrosos resultados de Le Pen y que el fascismo nace y se alimenta de políticas como las que encarna Emmanuel Macron, es fundamental rescatar a Jaurès: “la misma política reaccionaria que comprometía la libertad, ponía en peligro la paz”.