Un desecho de gran provecho
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El Mercado de las Pulgas en Bruselas ofrece gangas, contactos y reciclaje
Ajeno al centro burocrático europeo, aunque cómplice de su situación geográfica, el Mercado de las Pulgas de Bruselas es un lugar estratégico para comprar y vender todo tipo de artículo, situado entre los calificativos de trasto viejo y el de antigüedad. Situado en la Place du Jeu de Balle, su ubicación es idónea para comparar calidad y precio entre los negocios de reliquias que le rodean en la Rue Blaes, los cuales mantienen una relación de simbiosis con los puestos deambulantes ya que, en muchas ocasiones, estos se convierten en sus principales proveedores.
Cuberterías completas del siglo XVI, relojes de todas las épocas, cajas de porcelana, juegos de té, radios de principio del siglo XX, mandos de televisión y hasta máquinas analógicas Polaroid: en este mercado casi todo es una mercancía en potencia. La mentalidad de libre mercado (a pequeña escala) y la presencia constante de una población flotante se palpan en la cultura de Bruselas y es la clave del éxito de este tipo de venta callejera. Dos veces al año, se llevan a cabo en la capital bruselense y alrededores dos grandes colectas de pertenencias que ya no interesan a nadie, por abandono de lugar de residencia, reestructuración, o, simplemente, vendidas para sacar un dinero extra.
Márquetin y persuasión
En estos dos momentos del año, explica uno de los vendedores de la Place du Jeu de Balle proveniente de Túnez, las mejores armas de márquetin y persuasión deben ponerse en marcha, puesto que la garbage maison (desechos caseros) caerán bajo el dominio del mejor postor en forma de lote completo, donde incluso una fotografía familiar de los antepasados del dueño, también tiene cabida. Para ello, la trayectoria profesional de cada futuro vendedor es muy importante, ya que será el principal aspecto que los propietarios tengan en cuenta para decidirse por uno u otro a la hora de confiar su particular legado. En este sentido, el joven tunecino reconoce que hay una “fuerte competencia” entre los veteranos y los principiantes como él, que lleva apenas seis meses en el negocio.
Precisamente este trabajo de campo realizado por estos avispados negociantes es la razón por la que, tanto ayuntamiento como comerciantes, toleren tácitamente este tipo de subasta sin impuestos. Por un lado, el mercado de las pulgas supone una re-puesta en circulación de productos, en su mayoría, reutilizables y, además, se convierte en un gran surtidor para los anticuarios del entorno que no solo encuentran artilugios singulares, sino que proporciona una red de contactos muy valorada por los expertos.
Una competencia muy leal
El perfil del ciudadano comprador que se acerca a la Place du Jeu de Balle es muy distinto al del exquisito coleccionista que frecuenta las tiendas de antigüedades, hecho que garantiza la supervivencia de ambos. El primero suele, simplemente, probar suerte por si ve algo económico para llevarse a casa. Patrice, un suizo universitario, es un ejemplo de ello. Ha encontrado una lámpara de los años 70 por 20 euros, precio que en un establecimiento oficial triplicaría esta cifra. El segundo, sin embargo, acude a un establecimiento en concreto con una idea prefijada de lo que quiere. Este es el caso de Helein, funcionaria francesa que se dirige al Pasaje 25 de la rue Blaes para adquirir un boceto original de “Tintín en el Congo” firmado por Hergé en 1931, cuyo coste es 680 euros.
La gerente del Pasaje 25 reconoce que muchas de las piezas de su negocio las obtuvo gracias a la información facilitada por los deambulantes. Aunque eso sí, recalca que ella no ofrece “nada de basura” y que el precio de sus productos “incluye una restauración muy delicada” de cada artículo que expone al público.