un cañón de agua para ahogar las libertades civiles británicas
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Jorge Berné OrtínEl alcalde de Londres, Boris Johnson, ha solicitado recientemente un cañón de agua. Así pretende aumentar la potencia de fuego de la policía y acabar con las protestas en las calles cuando estas surjan. Los londinenses están horrorizados, pero lo más sorprendente es la negativa de Theresa May, ministra de interior, ante tal solicitud.
Esta pequeña victoria de las libertades civiles (se ha negado la solicitud de un cañón de agua) es contraria a la creciente reducción de la libertad de expresión y de prensa que ha definido a este gobierno. Puede que los británicos no se sientan todavía menos libres de una forma perceptible, pero esta es la parte más siniestra. Las reformas son sutiles y engañosas, estableciendo la corrupción en la sociedad civil de forma lenta pero segura.
¡DERECHOS HUMANOS, VÁYANSE DE AQUÍ!
La visión de Boris Johnson con un cañón de agua parece más perversa y desagradable a la luz de la reciente promesa de los conservadores de cortar sus relaciones con el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. El gobierno considera que los derechos humanos son opresivos y que las resoluciones del tribunal le impiden castigar al pueblo. El Partido Conservador se sentía particularmente molesto por una reciente resolución que garantiza a los condenados a cadena perpetua el derecho de recurso. "¡Una vida por otra!", grita Cameron de forma animada, refiriéndose a la cadena perpetua y complaciendo así a las multitudes antediluvianas que ocupan los escaños.
El gobierno actual ha desarrollado el talento de tergiversar el debate. Tergiversan el trabajo del tribunal de Estrasburgo, provocando la histeria al llamar una atención desproporcionada sobre las escasas resoluciones con las que el público no está de acuerdo, como los retrasos en el proceso de deportación de Abu Hamza. Prefieren olvidar que tenemos que agradecer al TEDH que haya normalizado la edad de consentimiento para homosexuales y heterosexuales, que haya garantizado una mayor atención para los reclusos vulnerables y que haya protegido el anonimato de las fuentes periodísticas. Sin embargo, el ministro de justicia Chris Grayling asegura que el TEDH "no hace de este país un mejor lugar".
Con los cañones de agua dentro de sus fronteras y con el ahogamiento simulado en otros países, el Reino Unido también ha causado una gran conmoción en la comunidad internacional. Una investigación del Tribunal Supremo de Inglaterra y Gales ha revelado recientemente que el Reino Unido fue cómplice de la tortura de cuarenta sospechosos de terrorismo.
LOS PERIODISTAS SON AHORA TERRORISTAS
El actual gobierno ha atacado y debilitado la independencia de la prensa más que ningún otro gobierno en los últimos tres siglos. Su actitud frente al caso Snowden (que revela que el GCHQ, uno de los tres servicios de inteligencia británicos, recopila datos de millones de llamadas telefónicas) fue severa y alarmante. Atacaron en lugar de tratar de redimirse. Los políticos llevaron al parlamento a Alan Rusbridger, editor del diario The Guardian, para interrogarlo, lo cual era un hecho sin precedentes.
Destruyeron con una sierra circular los discos duros de The Guardian que contenían archivos sobre el caso Snowden. El gobierno sabía que había una copia de seguridad de los archivos en algún otro lugar. La acción fue meramente cínica y simbólica, una declaración de intenciones de un gobierno que busca paliar su pánico con fingimiento. De forma más descarada si cabe, la policía detuvo al compañero de Glenn Greenwald, David Miranda, durante nueve horas sin acusación alguna, conforme a las leyes antiterroristas. Esta vinculación del periodismo con el terrorismo, la primera en el Reino Unido, es algo más típico de las dictaduras. Esto establece un precedente alarmante.
El gobierno ha manipulado el escándalo del hacking telefónico para que este sirva como una excusa para obtener control sobre los medios de comunicación. En octubre de 2013 el gobierno impuso a la fuerza una Carta Real sobre la Regulación de Prensa. Como respuesta al escándalo del hacking telefónico y al consiguiente Informe Leveson, los políticos redactaron esta Carta a puerta cerrada, sin participación ni consulta de los medios de comunicación. La velocidad y el secretismo del asunto eran inquietantes. El Tribunal de Apelación desoyó un requerimiento desesperado de última hora presentado por los editores. Según Richard Gordon, consejero de la Reina (un tipo de abogado del sistema jurídico anglosajón nombrado por la reina) y miembro del Press Standards Board of Finance (un organismo que sirve para recaudar fondos para el Consejo de Prensa), "lo que se concibe en la carta del gobierno es la posibilidad de ejercer el control ejecutivo sobre la prensa por primera vez desde 1695". Con una floritura de bolígrafo se acabó en un momento con siglos de independencia de prensa, algo que había sido la envidia del mundo entero.
La admiración ha dejado paso ahora al oprobio. La Asociación Mundial de Periódicos y Editores de Noticias (WAN-IFRA) está enviando una misión sin precedentes de libertad de prensa al Reino Unido para plantear sus preocupaciones. Algunas delegaciones anteriores viajaron a Etiopía, Libia, Yemen, Túnez, México, Honduras, Ecuador, Colombia, Guatemala y Azerbaiyán. El Reino Unido está bien acompañado.
EL FILTRO ANTIPORNO
Para terminar, llegamos al "filtro antiporno" más calumniado. La iniciativa del Parlamento no es simplemente remilgada, es totalmente ruin. Los usuarios de Internet tienen que "apuntarse" de forma explícita para acceder a material que sea pornográfico, "obsceno o de mal gusto". ¿Quiénes son los políticos para decirnos lo que es "obsceno o de mal gusto"?
El filtro "antiporno" ya se ha utilizado para bloquear el acceso a dichas páginas y ofrecer ayuda a personas que se autolesionan, a alcohólicos, drogadictos, víctimas de violencia doméstica y miembros de la comunidad LGBT (Lesbianas, gais, bisexuales y transexuales). Prevenir que los niños vulnerables accedan a esa clase de páginas es trágico y todavía más cuando esto se hace en nombre de su protección. Casualmente, la protección infantil es la premisa empleada por el gobierno ruso para aprobar la legislación que victimiza a la comunidad LGBT.
El consejero de la Reina, Richard Gordon, describió la Carta Real arriba mencionada como "kafkiana". La obra 1984, de Orwell suele ser evocada a menudo para referirse a las revelaciones de Snowden. Pero estos paradigmas literarios no hacen justicia a la profundidad y amplitud incomparables de la visión distópica de David Cameron. El espionaje del Cuartel General de Comunicaciones del Gobierno, la Carta Real, la legislación antiterrorista, el filtro antiporno. Leemos sobre estos temas en la prensa pero todavía no sentimos toda la fuerza de su impacto. Esto es lo más preocupante. Son iniciativas sutiles y engañosas y, como sociedad reaccionaria que tiende a tolerar la inconveniencia con compostura, parece que Gran Bretaña consentirá estos pérfidos avances hasta que sea demasiado tarde. Se están creando las herramientas para conseguir unos niveles de control civil y social nunca vistos hasta ahora. El sueño húmedo de Boris Johnson no es más que una gota de agua en el océano.
Translated from Boris Johnson's Water Cannon and UK's shrivelling civil liberties