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Un año de terapia sin resultados

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Los doctores de Europa creyeron en la poción mágica de la Constitución, pero el diagnóstico resultó ser erróneo. Hoy toca buscar terapias alternativas.

Los médicos se tiran de los pelos. Nadie hubiera imaginado que la situación, aun alarmante, llegara a ser la que es. Es más, Chirac, Shröder y Berlusconi estaban convencidos que el mal que aquejaba al continente se debía a un simple problema de circulación: algo que tendría que haber resuelto la ampliación a 25 miembros.

2005: despertando del sueño

Como sucede a menudo, los médicos de Europa han demostrado ser unos vendedores de crecepelo. Y es que el mal que mina el continente no puede considerarse como la simple necesidad de engrasar su gran engranaje institucional. Se trata de una enfermedad más compleja, que incuba desde hace tiempo en el corazón mismo de la vieja Europa. Se ha manifestado en el doble infarto de los Noes francés y holandés a la Constitución durante la primavera de 2005. Pero ya dio síntomas de su existencia con la mayor tasa de abstención jamás registrada en la Historia de las elecciones europeas, en junio de 2004.

Esta afección camuflada y obviada se llama miedo. Miedo a la globalización en viejos miembros como Italia, Francia o Alemania, incapaces de adaptarse a las deslocalizaciones, a la directiva Bolkestein o a la China del crecimiento imparable. Miedo al Islam, también, en aquellas naciones en donde aún no se ha logrado integrar a sus amplias capas de inmigrantes y que no dejan de ser, además, víctimas de injustificables atentados, o viven a la espera de sufrir dichos atentados. Miedo, por último, de sí mismos, de Europa, de una Unión contemplada como una extraña, lejana, enemiga de la soberanía nacional, e incluso percibida como quien tratara de socavar la propia identidad.

La alternativa puede surgir en un café

Sin embargo, el remedio que los europeos deben tomar no tiene, por ahora, nada que ver con cualquier elección política entre Estados-nación decrépitos y Estado europeo multinacional tímidamente sugerido por la Constitución. No estamos preparados. La terapia correcta debe, de ahora en adelante, derrotar al miedo, a la angustia del mañana en la que todos nos sentimos atrapados.

De este modo, a partir de septiembre, la revista Café Babel os propone la “Café Terapia”, un ciclo de dossieres mensuales sobre numerosos temas que alimentan, con mayor o menor sentido, el miedo de los europeos. A estos dossieres les seguirán debates reales en cafés y lugares públicos de encuentro de diversas capitales europeas en las que se hallan nuestros corresponsales. El objetivo será proponerle a Europa la única terapia válida contra el temor: la del diálogo internacional entre europeos de países y culturas diferentes, concernidos todos por los mismos desafíos. Tras el annus horribilis que ha vivido Europa, cambiamos de método. Sólo el debate vence al miedo.

Translated from Un anno di terapia sbagliata