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Turquía: en el corazón de la cuestión kurda

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El Primer Ministro turco, Recepp Tayyip Erdogan, ha hecho llamamiento a buscar una solución política al “problema kurdo”, una de las piedras de toque de las negociaciones de adhesión de Ankara con la UE. Enfoque sobre el Kurdistán en plena fiesta nacional turca.

El comandante grita sus órdenes mientras una nube de soldados sincronizados invade la calle al son melancólico de las fanfarrias. Incluso en Diyarbakir, una ciudad de mayoría kurda en el sureste de Turquía, el país conmemora el 30 de agosto su victoria bélica contra Grecia en 1922. Sobre el estrado en el que se sientan las familias de los oficiales y los dirigentes locales, algunos críos se impacientan llenos de fastidio. Cientos de asistentes aplauden y agitan banderines a uno y otro lado de la calle mientras las tropas se suceden las una a las otras desfilando. Tras el basalto negro de los muros de la ciudad, prosigue la vida como si nada.

A los kurdos les da igual la fiesta nacional turca

“Aunque sea festivo los bancos y oficinas públicas permanecen abiertos. Todos los años la manifestación es la misma y nadie parece realmente interesado”, comenta con calma Mehmet, sentado sobre el escalón de entrada de su tienda mientras sorbe té. “El ejército conmemora su victoria en la guerra de Independencia y la creación de la República turca. Para los kurdos, el acontecimiento marca el fin de un sueño: la creación de nuestro Estado.”

Un sueño que el Partido de los Trabajadores Kurdos, el famoso PKK, tenía en mente cuando tomó las armas en 1978. Este conflicto inicial derivó en guerra a partir de los años noventa cuando el ejército turco emprendió su política radical de “tierra quemada” como respuesta a los ataques de la guerrilla. Fueron unas medidas que tuvieron un cierto éxito, pero que provocaron la destrucción de un gran número de pequeñas ciudades cuyos habitantes huyeron enseguida a Diyarbakir. Hoy, esta ciudad sobrepasa el millón de habitantes.

Erdogan ha reconocido el problema

“El PKK solía hacer campaña en la ciudad, pero las gentes de aquí ya estaban hartas de tanta violencia y los guerrilleros han regresado a las montañas”, cuenta Hassán, propietario de una tienda de tapices escondida en el patio interior de un viejo caravanserai. “Las cosas se han calmado, pero los negocios siguen yendo mal. No hay muchos turistas que se acerquen por aquí. El PKK ha anunciado un cese-el-fuego de un mes el pasado fin de semana. Espero que dure.”

Ha sido tras el discurso del Primer Ministro turco Recepp Tayyip Erdogan que el PKK ha resucitado el cese-el-fuego abandonado en junio de 2004. En su reciente visita a Diyarbakir, el Jefe del gobierno ha declarado que el problema del Kurdistán sólo podía resolverse por medios políticos. Toda una declaración de rechazo al llamamiento militar para endurecer las medidas en la cruzada contra el terrorismo y primer reconocimiento de la existencia de un “problema kurdo”. Hasta entonces, el gobierno siempre había considerado esta cuestión bajo ángulos económicos o militares.

La generación de los teléfonos móviles

Las declaraciones de Erdogan han suscitado objeciones y protestas en el campo de los nacionalistas que temen la posibilidad de negociar directamente con el PKK, mientras el ejército contiene su reacción. Y es que la reaparición de los militares en el conflicto a un mes de las negociaciones de adhesión con la UE no daría muy buena impresión. Este silencio también se debe a la convicción de que la intensificación de la lucha sólo beneficiaría al PKK. En el conflicto contra el ejército, el PKK se ha proclamado representante y defensor del pueblo kurdo, una postura que ha conducido al partido al rearme en junio de 2004, a pesar de la pérdida de amplitud de su movimiento. El nuevo cese-el-fuego resulta ser la expresión de su impotencia.

La mayoría de los Kurdos no se halla dispuesta a apoyar eternamente la estrategia de violencia del PKK; no sólo porque los esfuerzos del gobierno en términos de desarrollo dan ya sus frutos, sino también porque la región ha experimentado un gran cambio desde el comienzo de las hostilidades. “Hace 15 años, la gente apenas podía comprar té y azúcar en las tiendas. Hoy, cada ciudad posee su propio supermercado. La primera imagen que poseo de mí mismo se remonta a mi primer día de clase, y entonces mi padre era el único del barrio en poseer una cámara fotográfica. Hoy en día, todos tienen una”, explica Mehmet, enarbolando su teléfono móvil de última generación.

Existe la idea ampliamente extendida según la cual el grado desarrollo es tributario de las fluctuaciones de la paz. “La frecuencia de los turistas sólo puede aumentar si la región permanece en clama”, profetiza Hassán, “entonces, vendrá cada vez más gente que comprará estos magníficos tapices kurdos. Y nuestro negocio florecerá”.

Translated from Die türkische Kurdenfrage