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Turquía desafía los tabúes nacionalistas

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Sociedad

En Turquía, el tema de la identidad nacional es aún un tabú inamovible. De hecho, la defensa de la turquicidad es el concepto que por décadas ha llevado a la eliminación de las atrocidades llevadas a cabo contra el pueblo armenio y a la represión de la segunda comunidad del país: los curdos.

Sin embargo, contra el nacionalismo y el silencio impuesto a las minorías étnicas, hay artistas, escritores, cineastas y académicos que, a través del lenguaje del arte y la cultura, intentan contar una historia diferente, alejada de la narrativa nacionalista oficial.

“El genocidio de los armenios es uno de los temas que más me llega al corazón”, me comenta Tayfun Serttaş mientras saborea su té en un tranquilo café de Beyoğlu, distrito de Estambul situado en la parte europea de la ciudad. Con treinta años, Tayfun es un artista y escritor turco que ha convertido cuestiones como las minorías y la herencia cultural en el leitmotiv de su trabajo. Y la audacia con la que lo hace y nos habla de ello es de un candor que desarma. Audacia porque estamos en Turquía y la posibilidad de ser arrastrado a los tribunales, tachado de terrorista o incriminado por insulto a la turquicidad, es muy elevada.

Denigrar la turquicidad era un delito según el artículo 301 del código penal del país: una controvertida línea que desde hace años se usa para silenciar a cualquiera que ose enfrentar abiertamente la cuestión de las minorías o critique el gobierno de Recep Tayyip Erdoğan. A pesar de haber sido juzgado como una violación al artículo 10 del Convenio europeo de Derechos Humanos —incluso fue formalmente modificado en 2008 sustituyendo la palabra turquicidad por la nación turca—, dicho artículo continúa en vigor y bajo su espada han acabado diversos escritores, periodistas, estudiantes, ciudadanos y varias personalidades destacadas, entre ellos el nobel Orhan Pamuk.

Sin embargo, a Tayfun le importan más bien poco los riesgos que pueda correr: “Quería saber quienes eran los artistas pertenecientes a las minorías étnicas del país. De ellos no se sabe nada, no existe rastro en las enciclopedias ni en los museos”, me cuenta mientras me lleva a visitar la redacción de la única casa editorial armenia que queda en todo el país y que ya ha publicado el fruto de sus doce años de investigación y búsqueda en los archivos. El proyecto Foto Galatasaray es una maravillosa colección de 1.000 instantáneas —solo de mujeres— tomadas durante más de cincuenta años por la fotógrafa armenia Maryam Şahinyan. “El concepto mismo de archivo es un tabú para las autoridades turcas —explica Tayfun—, porque meter la nariz en los archivos significa sacar a la luz una historia que durante décadas este país ha desmitificado y eliminado deliberadamente. Las nuevas generaciones son más conscientes y más abiertas al diálogo”, afirma. “El fuego de la revolución cultural se ha abierto. De eso estoy seguro”.

Cine que rompa el silencio

No tan optimista se muestra Çiğdem Mater: “El tema del nacionalismo es aún una piedra infranqueable. Y Turquía, un país conservador”, observa caústica en el bochorno de un mediodía festivo en el barrio de Elmadağ. Convertida en una de las activistas más famosas del país, se resiste a definirse como tal: “Solo hago pelis”, me corrige. Editora en Bianet, plataforma de noticias independiente, Mater conduce un programa radiofónico en Açık Radyo sobre los derechos de las mujeres: un espacio que cuenta con más de 19.000 seguidores en Twitter.

No obstante, Çiğdem Mater es sobre todo una directora de cine y coproductora de Cinema Platform, una empresa de producción cinematográfica mitad turca y mitad armenia, donde el lenguaje del cine es usado para “decir cosas que no hemos podido decirnos durante décadas y así ayudarnos a conocernos los unos a los otros”. Desde que fue fundada en 2008, Cinema Platform apoya el trabajo de jóvenes directores dedicados a facilitar el diálogo de reconciliación entre las dos comunidades.

Fotograma del documental firmado por Gor Baghdasaryan, director armenio que ha colaborado con Cinema Platform.

“Sí, es verdad, las cosas han cambiado un poco respecto a hace algunos años. Las nuevas generaciones salen a las calles a protestar, pero la verdad es que la plaza Taksim es el único sitio de Estambul donde la gente va a manifestarse. Es como Hyde Park: a todos se les ha concedido una esquina”, apunta irónica. Y añade: “Un movimiento de conocimiento ha nacido tras los funerales de Hrant Dink” —periodista y director del semanal en lengua armenia Agos que fue asesinado en 2007 por un nacionalista turco como consecuencia de sus artículos relativos al genocidio armenio—. Sin embargo, agrega Çiğdem, “esto no significa que las más de 100.000 personas que en ese momento participaron en los funerales, hoy estén dispuestas a reconocer el genocidio de los armenios o la identidad de los curdos. Ha sido solo un lavado de conciencia”.

Revista feminista

Pero ¿será algún día posible superar esta miopía histórica y fomentar el diálogo entre las comunidades? “Es lo que intentamos hacer relatando la vida y las dificultades que las mujeres de todas las comunidades tienen que afrontar en este país. Violencia de género y la cuestión curda son, para nuestra revista, problemas cotidianos”, asegura Ayça Günaydın. Con poco más de veinte años, Ayça, junto a Burcu Tokat y Esra Aşan, forma parte del grupo de mujeres que gira en torno a Kültür ve Siyasette Feminist Yaklaşımlar (algo así como Enfoques feministas sobre cultura y política): una revista académica que usa el arma de la cultura y la literatura para abrir una brecha en el muro del silencio que por decenios ha rodeado estos temas.

Ambas jóvenes están al frente de “Kültür ve Siyasette Feminist Yaklaşımlar”: una de las pocas publicaciones de carácter feminista del país.

“Los artistas pueden aventurarse en áreas donde los políticos no pueden acceder”, me apostilló la escritora ElifŞafak en Londres. Su nombre también saltó a los titulares tras ofender la identidad nacional turca en un pequeño párrafo de su sexta novela The Bastard of Istanbul (2006): “El arte y la literatura tienen el poder de ir más allá de la barrera de la identidad y la cultura. El arte puede crear relaciones entre los humanos, es la identidad que gira en torno al discurso político la que genera división”.

Este artículo forma parte del proyecto Orient Express Reporter II, la segunda edición de una serie de reportajes coordinados por cafebabel.com y realizados por periodistas de la Unión Europea que viajan a los Balcanes y viceversa.

Fotos: (cc) modeco3/Flickr; texto, © Maria Teresa Sette y Aras Yayınclık. Vídeo: SaltonlineIstanbul/YouTube.

Translated from Turchia, sfida ai tabù nazionalisti