Turcos en Estrasburgo: ¿Quién ha visto al político perdido?
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Viajamos a Estrasburgo en busca de Tuncer Saglamer, el turco que consiguió acceder al ayuntamiento de la ciudad con una candidatura que abogaba por la democracia participativa y la multiculturalidad. La entrevista se presentaba de lo más interesante. ¿Qué podía salir mal? Pues, por ejemplo, que Saglamer decidiera desaparecer.
Seamos sinceros: en la Unión Europea (UE) tenemos tantos problemas que aburre seguir hablando de ellos. No queremos debatir sobre todo eso que apesta, sino encontrar brisas de aire fresco que traigan el aroma de posibles soluciones. Casos que nos levanten el ánimo y griten "¡hay esperanza!".
En Estrasburgo encontramos uno de esos casos. En un tiempo en el que los inmigrantes ya son una parte imprescindible de la sociedad europea pero aún no cuentan con una representación política proporcional (por ejemplo, de 754 miembros del Parlamento Europeo, solo 15 son de origen extranjero), las elecciones municipales francesas parieron un partido interesante y peculiar para la región de Alsacia. El Movimiento Ciudadano de Estrasburgo (MCS) presumía de tener entre sus principales valores el afán de desarrollar una democracia participativa, en la que el ciudadano fuera el corazón de cada proyecto, así como el respeto y la defensa de la diversidad étnica y cultural.
Su líder, Tuncer Saglamer, era un político nacido en Turquía, como buena parte de los integrantes de su lista electoral. A pesar de haber presentado su partido apenas un mes antes de las elecciones, Saglamer consiguió el 2,69% de los votos, más del doble del 1% que preveían las encuestas, seguramente gracias al apoyo de la comunidad turca de la ciudad, la más numerosa de Francia. Queríamos que nos contase su caso, que nos explicara sus ideas sobre cómo renovar la democracia europea, cómo hacer más activa a la comunidad inmigrante y así crear una barrera democrática contra la extrema derecha… ¿Qué podía salir mal? Pues, por ejemplo, que Saglamer decidiera desaparecer.
buscando al candidato desaparecido
Tras semanas intentando contactar con él, con su jefe de prensa, con los integrantes de su partido, a través de correo electrónico, de su página web, de Facebook, y estrellarme contra un muro en cada uno de mis intentos, lo primero que hice al poner un pie en Estrasburgo fue dirigirme a la oficina electoral de su partido. No puedo decir que fuera una sorpresa encontrar el local totalmente vacío. "Su foto estaba ahí, pero la quitaron y ahora el local está en alquiler de nuevo", me confirmaron en la farmacia de al lado.
Y ahora, ¿qué? No me quedan direcciones a las que acudir, teléfonos a los que llamar ni direcciones de e-mail a las que escribir. Estoy en un barrio obrero a las afueras de Estrasburgo, con un alto índice de población inmigrante, así que intentaré que alguien me resuelva el misterio de qué ha pasado con Saglamer o dónde podría encontrarle. Sin embargo, la sonrisa y disponibilidad de los comerciantes turcos cuando me identifico como periodista desparece cuando pregunto por Saglamer. "Sí, sé quién es pero… ¿Sabes? No me interesa la política, no puedo decirte nada sobre él", "Me suena, pero no sé nada de él, ¿por qué no preguntas en la panadería?", "¿Saglamer? Sí, le conozco, es un cliente desde hace años, pero no sé nada de su partido. La política para los políticos". Tras muchas respuestas de este estilo, llego a un supermercado turco donde por fin encuentro a alguien dispuesto a hablar conmigo.
"Lo que ha hecho Saglamer es muy importante para la comunidad turca", me comenta el carnicero tras el mostrador, del que sale un frío terrible. "Es un ejemplo de que prosperamos poco a poco, de que los turcos estamos aquí para trabajar, de que podemos participar en política", me explica. "¡Asil", le interrumpe su jefe, que señala que hay trabajo que hacer. "Espérame un momento, en 10 minutos estoy contigo", me dice el carnicero. Mientras espero, veo que el jefe se acerca a él y le dice algo en voz baja. Cuando Asil vuelve a acercarse a mí, es solo para decirme que la conversación ha acabado: "¿Sabes? Ya no tengo nada más que decir. Todo lo que podía decirte ya lo he dicho". Empiezo a sentirme descorazonado ante estas reacciones. ¿Por qué tantos reparos para hablar conmigo sobre Saglamer? Esperaba encontrar la reacción contraria. Sin embargo, no voy a darme aún por vencido, hay otro sitio que podría ser un buen lugar para seguir buscando a Wally.
La Gran Mezquita de Estrasburgo
Situada en la bifurcación de dos de los canales que atraviesan la ciudad, la Gran Mezquita de Estrasburgo es la segunda más grande de Francia. Su cúpula y los peculiares pilares que la sustentan aparecen tras los árboles y la vegetación de las riveras.
Encuentro al director de la mezquita en el patio frente al templo, hablando con varias personas tras el rezo del viernes. Es un joven serio pero cercano, que no pone ningún reparo en hablar conmigo. "Para nosotros lo más importante es que la gente se comprometa con la democracia y participe en ella, aunque solo sea expresando su opinión mediante el voto. Intentamos transmitir que la política no solo se hace en círculos cerrados de París", señala el director. "Si el candidato es musulmán, inmigrante, o no, es lo menos importante. Lo principal es encontrar un espacio de reflexión donde cada uno pueda sentirse útil. Por ejemplo, para los musulmanes creyentes podría ser la ecología, que es un principio coránico".
"queremos Partipar en política, no ser un gueto político”
El director me ha dado algunas pistas, pero no quiero irme de Estrasburgo sin hablar con Muharren Koç, director de Astu, una asociación cultural que apoya a los trabajadores turcos de la capital de Alsacia desde los años 70. "Ser francés, ser musulmán o ser español no te adhiere a unas determinadas políticas, solo te hace pertenecer a una comunidad. Pero en esa comunidad no todos los miembros tienen por qué tener la misma visión del mundo", explica Koç.
"Cada vez es más frecuente hacer política pensando solo en tu comunidad, pero la política no consiste en hacer cosas solo por los tuyos, sino que es un terreno colectivo. Compartir tu visión, tus valores", continúa. "Puedes crear un partido político para impulsar el derecho a votar de los inmigrantes, para mejorar la regularización de los sin-papeles, su situación laboral, etc. pero no con el pensamiento: soy inmigrante, voy a hacer política". No ha mencionado en ningún momento a Saglamer, pero capto el mensaje. Por si acaso, pregunto por él: "Sé quién es, pero no quiero hablar de él. No tengo contacto ni con él ni con su grupo", responde Koç, incómodo.
A estas alturas, creo que puedo renunciar a contar con Saglamer para este reportaje. ¿Aparecerá algún día? Supongo que sí, pero este silencio postelectoral, que se corresponde con el de su página oficial y de Facebook (sin actualizaciones desde marzo) dice mucho más que cualquier discurso político lleno de buenas intenciones. Desearía haberos traído esa esa brisa de aire fresco con posibles soluciones para Europa de la que hablamos, pero en vez de eso os dejo esta historia con mensaje: ¡Cuidado con las fórmulas mágicas!