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Trieste a 50 euros

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Descubramos las mil facetas de una ciudad multiétnica y vivísima, donde podremos encontrar...

(Foto, borzikako/Flickr)

Por 10 euros, una velada “entre locos” en San Giovanni

Marco Bellocchio los ha documentado en el filme Matti da slegare (“Locos de desatar”). Marco Tulio Giordana en la espléndida saga La meglio gioventù (“La mejor juventud”). Películas que nos han recordado que no hace muchos años aún estaban abiertos los hospitales psiquiátricos, lugares de terror y de electrochoques, comúnmente llamados manicomios.

Franco Basaglia, eminente psiquiatra veneciano, fue el primero en decidir cerrar el hospital psiquiátrico de Trieste, visitable todavía hoy en la circunscripción de San Giovanni. Fue suya la idea de una cooperativa de trabajo para los pacientes, rehabilitándolos así para la vida normal y de 1979 hasta hoy, una iniciativa análoga, la Cooperativa Il posto delle fragole (“El lugar de las fresas”), que gestiona el bar restaurante homónimo cerca de las instalaciones psiquiátricas, y también dos hoteles en la ciudad. De otra cooperativa sale la radio que emite desde el aire, Radio Fragola (“Radio Fresa”). Son muchas las iniciativas: conciertos, veladas con estudiantes universitarios durante todo el año, fiestas con todo el sabor paisano en verano, hogueras nocturnas, cine... incluso se podrá asistir a las funciones de una compañía teatral con actores “locos”, fundada por un ex paciente de Basaglia: l’Academia della Follia (“La academia de la locura”).

Por 15 euros, una opípara cena en Osmiza, casa de vinos del lugar

Trieste, tierra de frontera. Pero más que en la ciudad, el hecho de estar al borde de Eslovenia se encuentra mejor en las bucólicas (¡y frescas!) colinas del Carso, en la provincia de Trieste. Duino Aurisina, Sgonico, Monrupino, Dolina... pueblecitos donde pululan los osmize, puestos de campesinos de la minoría eslovena, abiertos originariamente sólo 8 días al año (osem), hoy todo el verano, para dar a probar los vinos y embutidos de producción propia. Indispensables: vino terrano y queso tabor.

Por 10 euros, de compras en el antiguo gueto judío

Aquí en Trieste los llaman trapoleri, en el gracioso y todavía vivísimo dialecto local. Son los chamarilleros, venden de todo: desde antigüedades de lujo hasta muebles viejos de deshecho, hasta libros. Y son muchísimos en el ex gueto judío. Quizás porque el alma comercial de los judíos es aún muy fuerte. En Trieste, ciudad multirreligiosa, hay de hecho no sólo una sinagoga, sino también una iglesia luterana, una greco ortodoxa y una serbo ortodoxa, que merecen ser visitadas: testimonio vivo de cómo las comunidades religiosas pueden convivir pacíficamente.

Por 2 euros, del tranvía histórico por Opicina al sendero napoleónico

Un tranvía histórico, que trepa por la cuesta –¡y vaya cuesta!- de Via Commerciale, y llega hasta Opicina. Allí, un espléndido paseo con vistas al mar, el sendero napoleónico conduce a un muro en rampa para los apasionados. Un paseo no muy difícil, factible tanto en verano como en invierno, obviamente, si el viento del Adriático lo permite.

Por 7 euros, visita al Castillo de Duino. Con paseo por el sendero Rilke

El poeta austro-alemán de oigen pragués Rainer Maria Rilke, que vivió en Bohemia, Alemania, Rusia y París, decía a propósito del castillo de Duino: “Hiersein ist herrlich” (“estar aquí es espléndido”). Incluso compuso las célebres Elegías Duinesas.

Asimismo, el escritor tiene dedicado un carril cercano, el Sendero Rilke, entre los paseos más románticos, sobre los acantilados de la encantadora cornisa mediterránea. En Castello hay numerosas muestras de la literatura del poeta.

© Fotos

Canal Grande Trieste: borzikako/Flickr

Ex hospital psiquiátrico; tranvía Trieste; Ormiza; sendero: Simone Campani/Flickr

Iglesia serbo ortodoxa: Deanz/Flickr

Translated from Trieste a 50 euro