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Tras la huella del Señor Gato, de los tejados a los museos

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Default profile picture laura feal sánchez

Cultura

Entre marketing anónimo y comunicación involuntaria, el graffiti del Señor Gato, que inunda los tejados de París o Sarajevo, ha seducido primero al público de la calle para instalarse después en los museos.

Está bien situado el gato. Urbano y caricaturesco. Insolente y guasón. Desde hace varios años, Sr. Gato alias Mister Cat, pasea indolente su silueta amarilla y su sonrisa socarrona en los muros de París, Ginebra, Nueva York o Viena. La criatura gráfica, nacida del imaginario de un autor anónimo, comenzó sus peregrinaciones en 1997 en Orleáns, antes de multiplicarse por las cuatro esquinas del mundo, suscitando la curiosidad de los transeúntes y habitantes: ¿quién es este gato trotamundos?, ¿quién se esconde detrás de esta figura felina? y ¿qué significado tiene ese rictus enigmático?

Levantar la nariz

En marzo del año pasado, después de diez años de actividad clandestina, se destapa la careta: un tal Thoma Vuille es detenido en Orleáns en flagrante delito de pintada. Mister Cat era él. Con 30 años, este antiguo estudiante de Bellas Artes animador de talleres de artes plásticas para niños con problemas, reivindica un mestizaje de influencias que fluctúa entre el movimiento post-graffiti y el pop art. Por las noches, se transforma en Pulgarcito del graffiti: enmascarado, bomba en mano y en inestable equilibrio sobre las chimeneas o los canalones de los tejados.

Este artista, un poco ido, un poco “autista”, vive después de una década de las ayudas sociales. En constante desfase. Señor Gato supone para él una forma de comunicación, de existir en sí misma. “Es su transformación social”, dice Gilles Flouret, presente en los comienzos del Colectivo Gato, que comenzó su andadura hace dos años para apoyar el proyecto y su autor. “Thoma tiene la voluntad de ser visto y reconocido pero de manera pasiva.”

Ego atrofiado o icono de moda, su gatito burlón se ha vuelto, al hilo de los años, un as de la “comunicación involuntaria”, trazándola irónicamente en el corazón de la selva publicitaria y de la contaminación sonora de las grandes ciudades. Encontrar a Señor Gato se presenta también como un clandestino juego de pistas urbano, un guiño cuya interpretación se deja a la imaginación de los ciudadanos, “a aquellos que lo han visto”. Hoy en la Plaza de la República, mañana más allá, en Clignancourt. A los ojos de algunos, al borde de los canales de Ámsterdam; para otros en la Séptima Avenida de Nueva York.

En los desfiles de las manifestaciones parisinas

Sus tribulaciones poéticas no le impiden sacar las uñas: en 2002, durante las manifestaciones parisinas contra la guerra de Irak o contra el Frente Nacional en el segundo turno de las presidenciales, su figura decoró las pancartas militantes. “Yo me río amarillo” (o sea, con amargura), maullaba sobre las inscripciones .

En 2004, el documental Gato colgado [que coincide en francés con el título del célebre cuento del Gato con botas, nder] del artista Cris Marker, un proyecto audiovisual de los recorridos por París a lo largo del tiempo, abre las puerta del reconocimiento internacional al gato amarillo cuyo autor seguía siendo misterioso. Una exposición “tamaño natural” en el Museo Pompidou, un número especial del periódico Libération más tarde, y el fenómeno está en marcha. Los galeristas empiezan a interesarse a este original animal, las propuestas de colaboración se encadenan desde Francfurt a Hong Kong. La Red le acorrala: Googlemap localiza los 350 gatos diseminados en todo el mundo y las galerías de fotos en Flickr se llenan.

El discreto felino cede poco a poco a los ratones del marketing: el graffiti en tanto que

“nuevo medio de expresión” comienza a interesar a los marchantes de arte, generando un pequeño negocio: camisetas, postales,… en Francia otros hermanos del Señor Gato, como Miss.Tic o Space Invader salen de la clandestinidad y el anonimato del street art y comienzan a exponerse oficialmente sus obras en galerías y museos.

10 años, la edad de la razón

Después de su arresto, Vuille se hace cargo de una multa de 300 euros y promete salir de la clandestinidad. Firma así la consagración de su gato dibujado. Se acabó el graffiti alternativo. Por su 10º aniversario, el gato trotamundos se instala en el Museo de Bellas Artes de Orleáns y regala una exposición de tamaño natural sobre los carteles publicitariosde la empresa JCDecaux. ¿Ironía? “Queríamos proponer una actividad académica que inundase toda la ciudad, para estar abiertos y accesibles a todo el público”, explica Gilles Flouret.

Lejos del asfalto, la residencia artística ofrecida por el Consejo Regional de Poitou-Charentes permite ahora a Vuille llegar a fin de mes. ¿Efecto Ségolène? “Ni una palabra sobre politizar su trabajo”, subraya Flouret. “Thoma es todavía entusiasta, sea cual sea su color político: neutralidad debida previsiblemente a sus orígenes suizos.” Ahora que el gato se sitúa “en el ámbito público y económico, Thoma puede ampliar su trabajo artístico”. Y aquí la eterna cuestión: ¿cómo institucionalizarse manteniendo la creatividad?

Las escenas de calle de Blek la Rata

En blanco y negro, la naturaleza de sus personajes parece atravesar el hormigón armado, imprimiendo pedazos de poesía en los muros de ladrillo del corazón de la ciudad. El artista francés Blek le Rat, plantilla en mano, estampa a su paso sus dibujos a golpe de aerosol desde los años ochenta.

Con motivo del lanzamiento del libro que lo ha consagrado, la librería parisina Artazar ha abierto una pequeña sala con vistas sobre el canal Saint Martin, en la que se exponen algunos pósteres de sus graffitis. Colgado en la cristalera, un retrato de un hombre anónimo dormido tumbado a lo largo del dibujo, atrae la mirada de todo el que pasa.

Sin domicilio fijo, como tantos otros, improvisados corderos, un Jesucristo impúdico o ratas epónimas que recorren los muros… Estas son algunas de las imágenes que permiten descubrir a este grafitero y su técnica de plantillas. Tras pasarse a los carteles y las pegatinas, después de una importante multa por “deterioro de bienes públicos”, Blek le Rat continúa siguiendo la actualidad con una mirada a veces reivindicativa y llamando al recuerdo de personajes célebres, como una Lady Di saliendo de un edificio de Londres en 2006.

Galería Artazart. Quai de Valmy, número 83. Distrito número 10. París.

Del 21 de febrero al 30 de marzo. “Black le Rat, en traversant les murs”, de Sybille Prou y King Adz (Thames & Hudson).

Traducción: Andrea Ruzo García - Lisboa

(Foto página de inicio: Cé/flickr)

Translated from Monsieur chat, de la gouttière au musée