Toma de rehenes, meados y jarabe de arce: la inmigración en Francia
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Álvaro Díaz Navarro¿Cómo es realmente inmigrar a Europa? En una época en la que los países europeos imponen unas regulaciones más estrictas que nunca para frenar la migración, la autora se aventura en las entrañas del sistema de inmigración francés.
Inmigrante. Recientemente este termino ha sido relacionado con las connotaciones de un enemigo mortal, venido desde lejos para robar empleos y causar estragos en la mal-llamada "civilizada" sociedad europea. La dicotomía del emigrante-villano ha sido promulgada por el miedo de los partidos populistas de derechas, especialmente en Reino Unido y Francia, y por la evidente demonización de los no-nacionales en los medios de comunicación. El endurecimiento de la legislación anti-inmigración pasa por los parlamentos al tiempo que los porteros de la fortificada Europa cierran las escotillas, preparándose para una invasión alienígena.
Pues bien, yo soy uno de esos alienígenas. Os saludo desde la tierra de los castores y los caribúes, donde los ríos y los lagos fluyen intensamente con jarabe de arce y salmón. Sí, vivimos en iglús y la temperatura nunca sube de los -20°C. La policía canadiense vaga por los densos bosques, armados con sus atavíos colorados, a horcajadas sobre sus fieles corceles, mientras que los vientos helados acarician a sus exploradores. Me llamo Kait, soy canadiense y estoy aquí para asaltar la Europa continental (puesto que andamos algo escasos de las más destacadas instituciones británicas, incluyendo el Royal Mail y el Banco de Inglaterra. No es broma).
Soy un alienígena, soy un alienígena legal, soy una canadiense en Francia.
Rehén de la burocracia
La mejor manera de describir mi viaje a través del Atlántico es como una peregrinación a la inversa. (Para más información sobre por qué no tengo el pasaporte italiano a pesar de ser hija de un ciudadano de allí, lean este artículo). Mi decisión de venir a Europa es recibida con miradas de enorme confusión: ¿Por qué querrías venir aquí? Canadá es a menudo descrita como El Dorado, una tierra de oportunidades que no conoce la crisis. Durante los últimos cinco años, la revista francesa L'Express ha publicado artículos enteros detallando cómo trasladarse al Gran País Helado.
Mientras que la libertad de movimiento da a los europeos la oportunidad de traspasar fronteras con facilidad, otros como yo somos hechos rehenes de la burocracia desde el momento en que ponemos un pie en estas tierras. La falsa idea de que migrar a Europa es un proceso simple es un mito. Inmigrar a un país europeo es arduo, complejo y está restringido. Sin embargo, Europa es mi El Dorado, lo que significa navegar por ese laberinto llamado sistema de inmigración francés. Mi primera parada: OFII (Oficina Francesa de Inmigración e Integración).
Infiltrándose en OFII
Así pues, ¿cómo pasa un extranjero el sistema de inmigración francés? ¿Qué tiene que hacer?
Paso 1: el examen médico. Es complicado conseguir mear en un vasito de plástico, despatarrada y vestida para impresionar al entrevistador. Mi procedimiento favorito es el examen de la tuberculosis. Canadá tiene la mitad de casos de tuberculosis que Francia. Quizás debería plantearme solicitar dichas pruebas antes de entrar en contacto con la población local.
Paso 2: firmar el contrato de "buen comportamiento", también conocido como Contrato de bienvenida e integración. En otras palabras, prometo despojarme de mi nido canadiense a cambio de la vie française. De ahora en adelante, estoy obligada a adherirme a los principios democráticos, a respetar los derechos humanos, la igualdad, adoptar creencias seculares y hablar francés. ¿Que qué pasa si no lo hago? La deportación.
Paso 3: graduarse con éxito en el programa "cómo hacerse francés". El curriculum se divide en cuatro componentes diferentes: idioma, adaptación a la vida en Francia, evaluación de las calificaciones profesionales e integración cívica. Después de superar cada parte, los buenos inmigrantes recibimos un certificado que deberemos proteger con nuestras vidas para siempre si queremos permanecer en Francia.
Pasar el corte
Había oído historias sobre entrevistas infernales, es por ello que me había hecho a la idea de que sería una pesadilla. Sin embargo, el trabajador de la agencia fue totalmente amable y educado. Al final saldría bien y todo. Pero como en todas las historias de la administración francesa, faltaba un documento. Estaba preparada para arrodillarme, arrastrarme y suplicar clemencia cuando se ofreció a imprimírmelo. Salí con una sonrisa de oreja a oreja. Había pasado el corte y era la orgullosa dueña de una visa validada.
Sin embargo, algunos de mis compañeros tuvieron que afrontar más problemas. Fui testigo de la seriedad con la que los franceses manejan la infracción de cualquier cláusula. Por medio de un intérprete, una mujer de mediana edad se negó rotundamente a aprender francés o recibir clases de idiomas. Insistió en que estaba exenta de tal requerimiento. El administrador le gritó en pocas palabras que si no aprendía francés, no podía quedarse. Evidentemente, se negará la renovación de su visa y afrontará la deportación por no haberse integrado. Su advertencia se oyó hasta en la sala de espera, por lo que el resto de inmigrantes se estremecieron. El decreto subraya la dura realidad de que no hay excepciones. Dicho de otra forma, intégrate o vete. No eres bienvenida aquí.
Translated from Hostage Taking, Piss And Maple Syrup: Immigration in France