¡Tirana rocks! Visita guiada a una ciudad confusa
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Coge tus gafas de sol y libera tu mente de toda idea preconcebida. En Tirana, no hay sitio para los tópicos. Puede que la ciudad no esté (aún) entre las ciudades europeas con mejor caché, pero si te atreves a traspasar sus fronteras puede que te enganche. Mantén los ojos abiertos y disfruta (pero no olvides activar tu conciencia crítica). Cafebabel.com se pasea por la calles de la capital albanesa. Fotos de © Sladjana Perkovic.
Este artículo forma parte de Orient Express Reporter 2010-2011, la serie de reportajes realizados por cafebabel.com en los Balcanes. Más información sobre Orient Express Reporter, aquí.
Bienvenidos al corazón de Tirana. La Plaza Scanderbeg es el primer paso obligado de toda visita. Allí está el Hotel Internacional de Tirana, uno de los edificios más altos de la ciudad. Sube sus escaleras y disfruta de una privilegiada vista panorámica de la plaza.
Sin duda, uno de los edificios más pintorescos del centro. No es difícil ver a niños y jóvenes escalar hasta la cima de esta pirámide que un día fue lugar donde descansaban los restos de Enver Hoxha. Hoy en día, tras sus grandes puertas de cristal hay otro esqueleto, pero el de una especie de mostruo marino gigante. Paradójico.
Si lo tuyo es la arquitectura, ¡Tirana es tu ciudad! Vale, quizás no tenga monumentos que salen en los libros de historia, pero tiene una mezcla de estilos y formas que no te dejará indiferente: rascacielos, edificios excomunistas, fachadas de colores...
Giros de 180 grados en una de las calles más céntricas de la ciudad, repleta de coches o taxistas que creen estar en las 24 horas de Le Mans. ¡Es la ley de la selva! Si aprecias tu integridad física, mira dos veces antes de cruzar la calle.
Libros, tabaco (sí, no es demasiado difícil conseguir una cajetilla mientras paseas por la calle), comida o incluso objetos antiguos; un improvisado bazar te espera en cada esquina.
¿Disfrutar? Siempre. Tirana te gustará si te atraen las emociones fuertes, pero no pierdas la perspectiva. Mantén los ojos abiertos y se crítico, aún quedan muchos problemas por resolver: la pobreza es uno de ellos. En la foto, dos pequeños vendedores ambulantes que accedieron a posar para nosotros.
¡Es la selva! Los cables telefónicos se enredan como lianas por algunas de las calles de la ciudad.
La historia reciente del país está por todas partes. Justo detrás de uno de los museos del centro, encontrarás dos grandes estatuas e imponentes de Lenin y Stalin de la época comunista. No apto para asustadizos.
Completa tu visita con algo de política local. Inestabilidad en una ciudad que sigue buscando su revolución perdida. En la foto, un grupo de ciudadanos se manifiesta frente al centro de recuentro de votos tras las polémicas elecciones locales.
Después de todo lo que ha caído, la ciudad necesita tiempo para reinventarse. No es raro ver edificios medio derruidos o a medio levantar. Más que una desventaja, hay quien lo ve como oportunidad. Tirana es como un lienzo en blanco, ya veremos cómo queda el dibujo.
Como buen viajero, estarás cansado de recorrer las calles. Siéntate y descansa en Radio Bar, donde se dan cita los jóvenes más alternativos de la ciudad. Su agradable terraza es un oasis dentro del siempre agitado Block, barrio de moda de la ciudad que solía ser la zona de residencia de las élites comunistas.