Tirana: cine, cultura, resistencia, vida
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Mònica Gil Castillo"Durante el verano hubo un gran alboroto con ocupaciones y peleas. En la actualidad hay una valla a modo de frontera directamente delante de la entrada de la escuela de cine..." Impresiones de cuatro días en Albania
En la parada Kinostudio, la última de la línea de bus norte de Tirana, esperan los taxis haciendo cola. Hay un viejo camión de Hannover con publicidad de bombillas de la marca Osram en la lona. En este lugar se encuentra el terreno que ocupaban los antiguos estudios cinematográficos estatales de Albania, con su edificio principal decorado con columnas de estilo clasicista. Algunas compañías de televisión y cinematográficas se han asentado en el lugar. Como por ejemplo, la escuela de cine Marubi, que desde hace un tiempo tiene una disputa con el Estado albanés.
Durante el verano hubo un gran alboroto con ocupaciones y peleas. En la actualidad hay una valla a modo de frontera directamente delante de la entrada de la escuela de cine. Guardias de seguridad vigilan la estatua erigida por la escuela en la parte trasera del recinto, en el jardín. Y es que, en un tiempo, el Estado pretendió alquilar ese jardín a la propia escuela y eso es a lo que se oponen los directores de cine y Kujtim Çashku, el rector de la escuela. Además, a ese jardín quería, el recientemente destituido Ministro de Cultura albano, trasladar los estudios del canal de televisión Top Channel, que actualmente se encuentran en el mausoleo del dirigente albano Enver Hoxha, en el centro de la ciudad. Pero por qué precisamente aquí, se queja Çashku, por qué tienen que destruir un jardín cuando hay tantas zonas yermas.
A lo largo de la valla, la escuela ha colgado un gran pancarta impresa con una foto que muestra la violencia con la que las fuerzas estatales trataron a estudiantes y profesores durante las manifestaciones. Çashku apunta que tiene suficiente material como para hacer una película – la escuela Marubi tiene el poder de las imágnes. Hay más ejemplos que muestran la falta de sensibilidad por la cultura y el arte del Estado albano, que ni siquiera tiene en cuenta el Festival por los Derechos Humanos, comenta el director. Solo la presencia de esta valla mientras durante cinco días se celebra el IV Festival Internacional de cine por los Derechos Humanos. Además, al lado del edificio prinicpal, de una tonalidad roja, se amontonan un gran cartel del festival y elementos del palco por falta de sitio.
La parada Kinostudio se sitúa en la periferia de la ciudad y en las cercanías hay un funicular que conduce hasta la montaña Dajti. A esa montaña le debe su nombre el Hotel Dajti, en el centro de la ciudad, que solo se podían permitir algunos privilegiados y extranjeros en tiempos comunistas. En 2002 fue cerrado y saqueado. Todos los intentos de vender el edificio fueron fallidos. Hasta que en junio se celebró en él la IV Bienal de arte de Tirana T.I.C.A.B., el edificio estuvo vacío, pero para la cultura parece que es muy apropiado ya que el 29 de octubre se trasladan allí las Semanas Culturales Alemanas con 'Feedback 89'. Una colaboradora de la Bienal anuncia que sólo el Ministerio del Exterior se mudaría al edificio. Así que la actividad del T.I.C.A.B. no solo concierne la gran muestra de obras de arte contemporáneo sino también a la facilitación del acceso a un edificio significativo que fue contruido por los italianos en los años 30, durante la ocupación fascista.
Algunos artistas de la Bienale de Tirana utilizaron restos del hotel para sus obras: esculturas en el suelo de platos rotos, dibujos al lado de un montón de documentos viejos o proyecciones en armarios empotrados con puertas que cuelgan. Telarañas negras decoran la gran sala de baile. El estado en que se encuentra el edificio refleja el estado de la ciudad, que entre aceras que se desmoronan busca riqueza floreciente. El arte refleja la actividad comercial del momento en una ciudad, como lo reflejan las 'Dead Malls', o galerías comerciales muertas, en EE UU o los perros abandonados en China. En esta ocasión, en Tirana, como pasa raramente en exposiciones de arte, los artefactos culturales sintonizan perfectamente con la sala de exposiciones y el lugar, incluso con el país entero. En Tirana hay más actividad en los mercados que en los centros comerciales.
La arquitectura moderna fascista italiana marca la imagen de plazas representativas; nuevas construcciones con fachadas de cristal proveniente del oeste alojan tiendas caras algo lejos del centro de la ciudad, donde, a su vez, se alzan iglesias sobredimensionadas. Los rótulos de algunas tiendas están decorados con pantallas publicitarias de LED, otras pantallas luminosas rodean la parte alta de un rascacielos pese a los repetidos cortes de luz tanto en verano como en invierno. En el sur de la ciudad, detrás de la universidad y de la academia de arte aparece un parque con un lago artificial. Hay un pequeño anfiteatro de color rojo que muestra un severo estilo arquitectónico socialista. En el parque, algunos adolescentes pasan los domingos sin hacer nada y las familias juegan. También hay un cartel publicitario que ilumina a una mujer de pelo oscuro y rizado que lleva un ordenador portátil.
La puesta en escena de la vida es muy diversa, y esa observación banal es aplicable a todos los lugares, tanto para Tirana como para Los Ángeles. Aunque las peticiones de un visado, que tiene lugar en los callejones de detrás de las embajadas, no se escenifica para ningún público. La gente se amontona en grupos, la policía impide los empujones y un trabajador de la embajada llama al orden. La gente solo quiere salir del país y necesita permiso de otros. Se quejan de procesos sin transparencia y aquí poco pueden hacer el cine, el arte o la publicidad, sino que a uno solo le queda la rabia contra la mezquina existencia.
Translated from Tirana inszeniert Kunst und Kommerz