«Tierra, esperanzas y sueños»: entrevista a francesco graziano
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Alba María Soria CaseroLa tierra: aquella que llevamos en el corazón y que llamamos casa. Una palabra que puede llegar a ser tan sublime como para contener su propia némesis entre sus pliegues; la seguridad que se convierte en reclusión, la paz que muta en angustia, la cruz que se quiebra por su propio peso.
La tierra: aquella que llevamos en el corazón y que llamamos casa. Una palabra que puede llegar a ser tan sublime como para contener su propia némesis entre sus pliegues; la seguridad que se convierte en reclusión, la paz que muta en angustia, la cruz que se quiebra por su propio peso.
Francesco Graziano es un cantautor calabrés de 33 años y, como él se define, alguien que “nunca está tranquilo”; cuya pasión por la música palpita tan fuerte como la sangre en las venas. Francesco es de Calopezzati, un pequeño pueblecito de la provincia de Cosenza, Calabria. El escenario –o mejor– el campo de batalla donde se enfrentan dos sentimientos que contrastan: “la estabilidad y la búsqueda de la Tierra Prometida”. El eterno drama de los que hacen viajar al alma más allá de los límites espaciales y temporales impuestos por los hombres; hacia aquel condenado sueño americano que no deja nunca de entonar su propio canto, como las sirenas. La historia de Francesco, y de los que son como él, está marcada por las ganas de escapar de una realidad cada vez más llana que no concede ninguna vía de escape a quienes luchan día a día para descubrir qué se esconde detrás del arbusto; como escribió el que puso voz al pastor herrante de Asia. Sin embargo aquel “trozo de tierra de sabor amargo y color chillón” es también la madre que le inspiró valores como la franqueza, la autenticidad y el amor por las cosas sencillas: aquellos más verdaderos y auténticos, que no pueden dejarse atrás.
¿Y cómo combatir este conflicto interior? Con una guitarra, con una voz; con la música como única arma. Y es que la música siempre ha tenido un papel fundamental en la vida de Francesco, ya desde pequeño. Después llegó el Día de Reyes del '96: Festival de Sanremo, Pippo Baudo presenta en el escenario a Bruce Springsteen que realiza una de sus mejores interpretaciones de The Ghost of Tom Joad; la antigua historia de quien lucha por un lugar en el que quedarse. Y fue en aquel momento cuando se presentó ante Francesco el camino a seguir; el suyo, que adquiere finalmente forma en «Tierra, esperanzas y sueños», un “álbum concepto”, como lo define su autor, fruto de apuntes y versos escritos durante años que se encerraron en un cajón hasta que llegó el momento de sacarlos y transformarlos en canciones. “La Tierra representa el presente, un elemento material descifrable en un espacio temporal preciso; una madre atenta y severa que te envuelve en su primordial instinto de prtección y estabilidad. Las esperanzas y los sueños son elementos que no tienen una colocación definida y que representan el futuro; un futuro que será conquistado a condición de que juegues, decidiendo luchar en prima persona sin dejar que los demás luchen por ti. Porque sin sueños la vida es dura, sin sueños la vida da miedo; el sueño es un deseo abstracto, son las ganas de rescatarse. La tierra representa el medio para llegar al final”. Escuchando el álbum uno se queda impresionado por la implicación emotiva que empapa todas las pistas, pero hay una en particular que llama la atención: Encuentro. Charlando con Francesco, resulta que fue la primera canción que escribió y está dedicada a su relación con la música. “La imagino como una mujer bellísima, mediterránea, morena, con formas insuantes, muy pasional; que se te acerca y te envuelve con un abrazo haciéndote perder la cabeza. Por eso siempre es mejor tener los pies en la tierra y no creérselo”.
Y después está esa portada; roja como la sangre, como la tierra.“Siempre he amado los sonidos duros y sinceros y la portada vintage estilo años '80 del álbum de Bruce Springsteen. Por eso he querido poner como foto de portada la imagen del pueblo en el que vivo y que representa el presente, conmigo girado de espaldas mirando el horizonte para observarlo desde otra perspectiva, casi queriendo alejarme de él. Mirar dentro de aquel pequeño mundo y ver si me dice la verdad o miente a mis espaldas, como los que fingen ser amigos tuyos. Para la contraportada, sin embargo, he preferido la imagen de un tren oxidado que cruza campos de trigo hecho de barras y hierros viejos, para asociar, a aquella idea de ese paisaje y ese mundo por descubrir, la idea de viaje –metáfora de un futuro que conquistar– hecho de sudor y polvo a lo largo del ferrocarril, sobre las vías llenas de polvo que representan mi idea de libertad. La elección del color se reduce al rojo porque es el color que más me gusta: simboliza el color de las luchas por ganarse una estabilidad; esa seguridad de un furturo que la crisis parece haberse llevado”.
¿Y ahora qué pasa? “Lo único que sé es que quiero continuar haciendo música y encontrar modos y medios para hacer llegar este álbum a cuantos oídos sea posible. «Tierra, esperanzas y sueños» es mi primer álbum pero seguramente no será el único. No voy a detenerme aquí; habrá que trabajar con humildad, seriedad y sacrificio, pero todo eso no me asusta porque me siento bien cuando escribo música; porque esto es lo que quiero hacer”.
Translated from Terra, speranze e sogni: intervista a Francesco Graziano