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Thibault Chiarabini: “Que nuestros diputados sean homófobos es lo que verdaderamente da miedo”

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Jorge M.

SociedadPolítica

Joven comprometido con la causa LGTB, futuro médico y transformista por entretenimiento. Esta podría ser la presentación sensacionalista de Thibault Chiarabini. Sin embargo, la sociedad francesa necesita de personas como él para reafirmar que el cambio es maintenant. Primer testimonio de nuestra serie de retratos LGTB.

“Si escondes una parte de tu vida, puede que alguien llegue a tener cierto poder sobre ti. Yo no oculto nada: soy el dueño de mi vida”. Se trata de una consigna tan propia de Alaska y Dinarama que simplemente se merece un amén. A Thibault Chiarabini, de 24 años y copresidente del Mouvement d'Affirmation des Jeunes Gais, Lesbiennes, Bi et Trans (MAG), no le importa hablar abiertamente desde sus problemas con su padre cuando le dijo que era homosexual hasta su afición por la moda, el maquillaje y el transformismo: “Salí del armario a los 16. De un tirón. Mi madre sí que lo aceptó, pero tenía miedo de que a los 30 me suicidase. Esa era su idea acerca de los gais”.

Nacido en el sudoeste de Francia en el seno de una familia italiana, este estudiante de quinto de Medicina en París asegura que las principales ciudades del país aprueban la homosexualidad “excepto Marsella”: “Es cierto que allí reside una inmigración hostil hacia las personas LGTB, pero la homofobia no se trata de una cuestión de orígenes, sino de educación”. Criado como católico, subraya que solo aquellos más integristas son homófobos: “Es cierto que hay una homofobia que proviene de la religión: en la Biblia está escrito que el homosexual debe morir. No obstante, el resto de católicos acepta la homosexualidad. Mi abuela italiana es católica, sabe que soy gay y no pasa nada”. Y apunta: “Que nuestros diputados sean homófobos es lo que verdaderamente da miedo”.

Francia ha vuelto, increíblemente, a las cruzadas. La contienda entre los 340.000 manifestantes que clamaron el pasado 13 de enero contra el matrimonio igualitario y los 125.000 que salieron hace dos semanas a favor se ha mudado a la Asamblea Nacional. Sin embargo, en esta cámara hay quien lleva la batuta ante tanto bramido: Christiane Taubira, ministra de Justicia. “Sabe lo que significa pertenecer a una minoría. Con esta ley, estamos hablando de personas humanas, no de números”, argumenta Chiarabini en referencia al ala derechista de la Asamblea, que se queja de que el matrimonio igualitario no es lo prioritario en una coyuntura ecónomica como la actual. No obstante, en detrimento de la brevedad del debate, los conservadores franceses han sido quienes han presentado la mayoría de las 5.362 enmiendas a este proyecto, entre las que ellos mismos han incluido la aprobación del incesto y la poligamia.

“Una vez que se ha empezado a discutir sobre derechos sociales, la derecha ha sacado a relucir su vertiente religiosa”. ¿No se exhibía con el anterior Gobierno? “La legislatura de Sarkozy se basó en leyes sobre economía. En sus cinco años de mandato no vi ningún cambio. No hizo absolutamente nada”. Y no titubea a la hora de dejarlo al mismo nivel que Berlusconi. “La legalización del mariage pour tous permitirá que la sociedad entienda mejor la homosexualidad”, según Chiarabini. Sin embargo, la controversia entorno a esta ley parece haber hecho surgir una homofobia latente: “Últimamente tengo que aguantar insultos en el metro del tipo sale pédé (maricón de mierda). Tanto para bien como para mal, la gente se muestra más receptiva desde que se inició el debate”.

Criado en una familia de origen italiano, es copresidente de una asociación que lucha contra la homofobia en las escuelas.

Sorprende que con un 63% de apoyo popular —y un 49% en cuanto a la adopción—, el matrimonio entre personas del mismo sexo haya generado tanta polémica en Francia. “Desde Civitas hasta Frigide Barjot, junto con la atención mediática, han logrado normalizar la homofobia. Asimismo, la mayoría de enmiendas a este proyecto son totalmente homófobas y nadie ha sido punido por ello, aún cuando la ley lo prohíbe”. La asociación que copreside, MAG, lucha contra la discriminación por razones de orientación sexual en los institutos: “El problema reside en la generación anterior y en cómo educan a sus hijos. Es cierto que mi padre procede de una sociedad represiva, donde reina el hombre machista, pero a mí me criaron en la igualdad y el respeto al diferente. Yo no entiendo la homofobia porque jamás he entendido el odio”.

¿Y qué le depara el futuro a esta generación LGTB? “Espero que la aprobación del matrimonio igualitario sirva para cambiar cómo nos ven los heterosexuales. La sociedad francesa es, en este sentido, conservadora. Se supone que el lema de la RepúblicaLiberté, égalité, fraternité— defiende que todos vivimos en igualdad; sin embargo, por el momento y parafraseando a Orwell, todos somos iguales, pero algunos son más iguales que otros”.

Lee la segunda entrega de nuestra serie de retratos LGTB aquí.

Imágenes: portada, © Adrien le Coärer; texto, © Thibault Chiarabini.

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