Testimonio Erasmus: consejos de un maltés en Roma
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Diana Irene ArancibiaNo me puedo creer que haya pasado solo un mes desde que metí en una maleta 20 kilos de mis más preciadas posesiones y las saqué de la húmeda y calurosa Malta para instalarme en la ciudad eterna de Italia
Erasmus siempre ha sido algo que he deseado hacer. Me sentía atraído especialmente por el país extranjero, la independencia de vivir solo, y la diversidad cultural. Hay muchos aspectos de la vida en Erasmus, y los clichés asociados con ella a menudo resultan ciertos. Sin duda, tenemos que arreglarnos con un presupuesto pequeño, al menos si nos atenemos a lo que nos asigna la UE a través de nuestro gobierno. Roma es cara, por lo que mi beca ni siquiera cubre mi alojamiento, mucho menos los servicios, transporte, comida... Tampoco, aunque menos importante, la bebida.
Sin embargo, como estudiante uno aprende a ser ingenioso, y ya que en Italia el conocimiento del idioma inglés parece facilitarte las cosas, tuve la suerte de encontrar un trabajo de enseñanza eventual y muy entretenido. El dinero no es mucho, pero ha sido una forma interesante de conocer gente de aquí, además de los estudiantes de mi universidad. También pude conseguir una práctica profesional, lo que me permite tener una experiencia directa en mis estudios de Derecho.
Protestas, huelgas, Italia
Ya que estoy estudiando y viviendo en Italia, he tratado de interesarme en la sociedad que me rodea, tarea en la que me han ayudado los periódicos convenientemente repartidos en los subterráneos y autobuses. Los medios se han visto inundados con informaciones sobre las numerosas protestas y huelgas en Italia que, con la situación de Alitalia, los conflictos del transporte público y la educación; están en las bocas y en las pantallas de televisión de todos.
Las protestas y manifestaciones me intrigan. No es que piense que no son saludables, probablemente es que estoy acostumbrado las dos clases de protesta de Malta: las relacionadas con la caza y aquellas en contra de la inmigración. Las huelgas, sin coche propio, son verdaderamente fastidiosas, pero como todas las cosas, uno se acostumbra a ellas. Realmente se adquiere un cierto conocimiento en lo que respecta a la vida de estudiante en Roma, y según dicen, “el conocimiento es poder” y “siempre es agradable compartir”.
La vida sin transporte público
Primero, prepárate para tener una clase casi personalizada con tu anciano profesor cuando esté ocurriendo algún tipo de huelga. Segundo, jamás uses la expresión “sin duda” al hacer planes que requieran transporte público. Tercero, infórmale a tu sobrino de siete años que las personas que podría ver caminando y cantando en la calle cuando te visite, son amigables y que de hecho no quieren hacerle daño.
Pero no me quejo, o al menos no debería hacerlo. Me quedan tres meses de estancia en Roma y estoy resuelto a aprovecharlos bien antes de tener que volar de vuelta mi vieja y querida Malta. Hasta las más rutinarias partes de la vida diaria parecen tener más color en Roma: esperar treinta minutos por el autobús nocturno viene acompañado de una vista completa de Il Victoriano con el Coliseo perfectamente iluminado al fondo. 15 de febrero de 2009. ¡Ya te odio!
No te pierdas el próximo artículo de nuestra serie Erasmus con un almeriense en Grenoble -artículo cuarto de un total de seis
Translated from Erasmus testimony: tips from a Maltese in Rome