TED: ideas que vale la pena de difundir
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Escrito por Albert Lleida¿Cuántos de nosotros hemos tenido que apagar el televisor ante la cantidad ingente de telebasura que emiten, canal tras canal? ¿Cuántas veces hemos aborrecido las mil y una (anti)noticias que buscan el morbo en la desgracia ajena?
Seguro que muchas… pero aún así no nos creamos tan puritanos y no busquemos culpables en ningún otro sitio que no sea en nosotros mismos, puesto que nosotros conformamos eso denominado “la audiencia”, eso que hoy en día condiciona y establece la calidad de lo que se difunde en cualquier tipo de soporte de comunicación.
Es cierto que muchos son los factores que determinan el carácter de esta audiencia, pero, a título individual, debiera ser nuestra responsabilidad el dar a conocer aquellos programas, páginas webs, revistas, etc., con un contenido de calidad. Cambiar los hábitos de toda una sociedad es una empresa ardua y casi imposible, pero el promover entre las personas de nuestros círculos más inmediatos éste tipo de información y, por qué no decirlo, de conocimiento sí puede motivar a la consecución de dicho cambio. Y así sucede que a veces una mente meramente pasiva despierta y se convierte en un espíritu activo, cognoscente, sediento de conocimientos y ávido por saciar ese impulso. Y con ese mismo afán, el de resolver dudas, el de ir más allá, el de crear e inventar, nació la organización sin ánimo de lucro TED (Technology, Entertainment, Design): una plataforma que tiene como objetivo la divulgación de conocimientos, antiguos y punteros, de un modo riguroso pero atractivo, dinámico y profundo. En pocas palabras, es una magnífica invitación para pensar y reflexionar. ¿Pero qué es TED? TED es una organización que anualmente concierta un ciclo de conferencias sobre temáticas muy variadas, a saber, sobre tecnología, ciencia, arte, negocios, sociedad y cultura, educación o deporte entre muchas otras, y siempre con el fin de divulgar las ideas más novedosas, rompedoras y originales. Se trata, pues, de una plataforma que aboga de una manera directa y eficaz por un aspecto que nos suele faltar y más en los tiempos que corren: la creatividad. Además, todos los discursos se ajustan a un estricto límite de tiempo que no suele sobrepasar el cuarto de hora, por lo que se trata de un evento muy dinámico. Es evidente, pues, que esto favorece no sólo a los asistentes presentes en tales conferencias, sino también a todos los que las siguen a través de su página web Y, por si no fuera suficiente, y por si no era aún una invitación por todo lo alto y para todos los públicos, un gran número de los vídeos subidos a la red están subtitulados en multitud de lenguas, con lo cual no puede uno ya excusarse con el argumento de no ser poliglota.
Y con respecto a los ponentes, ¿quiénes son? Pues son un grupo muy heterogéneo y variopinto, ya que podemos encontrar desde eminencias consagradas en sus respectivos campos, gente conocida por el éxito de sus negocios, ex-presidentes del gobierno de los Estados Unidos o personas que simple y llanamente han tenido una idea excepcional. Y ¿qué es lo que motiva a la mayoría de esta gente a dar estas charlas? TED ofrece anualmente, durante las fechas en que se celebra este evento, entre uno y tres premios de 100.000 dólares. ¿Los incita ahora a ustedes también a pensar? En conclusión, ¿es de este modo la propuesta de TED una “idea” que vale la pena difundir? La respuesta aquí es rotunda: absolutamente.