Teatro Libre de Minsk: la resistencia sobre las tablas
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maría teresa tomás rangilA base de obras estridentes y de actuaciones clandestinas, la tropa del Teatro Libre de Minsk lucha contra “la última dictadura de Europa.”
En Bielorrusia, algunos actores hacen representaciones en apartamentos privados, en bares clandestinos o en bosques. No hace falta taquilla: los espectadores son avisados por SMS o por mensajes en los blogs. La tropa del Teatro Libre de Minsk (TLM para los amigos) agrupa a 17 actores y dramaturgos profesionales que trabajan también para el Kupala (el teatro estatal bielorruso).
Privados de representación oficial, son acogidos en numerosos festivales de países occidentales, apadrinados por el dramaturgo británico Tom Steppard o el antiguo disidente checo Václav Havel.
Chernóbil artístico
Desde su creación en marzo de 2005 en una Bielorrusia asfixiada tras doce años de dictadura del presidente Lukachenko, el TLM cultiva la creatividad y la desenvoltura de la clandestinidad. Mientras que el nivel de creación está en caída libre y algunos no dudan en comparar la situación del mundo artístico y cultural local con un “Chernóbil bis”, el TML es una especie de ovni.
Imaginativo a la par que subversivo, el repertorio, entre adaptaciones de obras extranjeras y creaciones propias, sube a las tablas a jóvenes de los suburbios, historias de sexo o drogas pero también las aspiraciones de una “generación jean” demasiado amante de la libertad para el gusto de las autoridades. Con Ser Harold Pinter o Nosotros. Belliwood, el TLM esta lejos de promover la “salud mental de los bielorrusos” según la concepción artística del señor Lukachenko. El objetivo declarado pretende más bien despertar las conciencias.
Calma antes de la tempestad
En el origen de este colectivo, hoy considerado como el símbolo de la contracultura bielorrusa, esta una pareja: Nicolás Kalesin, de 42 años, un antiguo periodista convertido en dramaturgo, y Natalia Koliada, de 33 años. Los dos se proclaman fervientes opositores del régimen establecido. “En marzo de 2006, la concentración, pese a las amenazas del KGB, de varios miles de manifestantes pacíficos en la Plaza de Octubre la noche de la reelección presidencial dio origen a un sentimiento de orgullo bielorruso, de una nación fuerte que aspira con ardor al cambio,” quiere creer Koliada.
Un año más tarde, la situación ha empeorado. La represión del presidente Lukachenko se ha reforzado: prohibición de los medios de comunicación disidentes, multiplicación de los encarcelamientos políticos y propaganda a todas horas. Las asociaciones de opositores han sido desmanteladas, la resistencia política suprimida. Pese a las dificultades económicas, en la clandestinidad es donde hoy se juega lo más importante del futuro de la creación bielorrusa.
Los grupos de rock florecen, la lengua bielorrusa se ha convertido en un signo de disidencia frente al ruso y el Teatro Libre de Minsk es la nueva punta de la lanza de esta vanguardia disidente. Una resistencia con un toque bohemio que quizás augura una era nueva. Como a Kalesin le gusta profetizar: “La Bielorrusia de hoy es la calma que precede a la tempestad”.
3 preguntas à… Vladimir Scherban, de 32 años, director del TLM
¿Cuales son las aspiraciones del Teatro Libre de Minsk?
El tema principal de nuestras obras gira en torno a ¿quiénes somos nosotros, los bielorrusos de hoy? Es una pregunta que no preocupa en absoluto al teatro oficial. Estamos en el centro de un conflicto entre la estética de tipo soviético y todas las demás formas de creatividad no toleradas por el régimen. Ya es hora de comprender por qué nosotros los bielorrusos nos encontramos en tal situación. Nos tenemos que mirar a la cara. El teatro sin alcance político no aporta nada. Es tan solo el triunfo del arte pequeño burgués. Lo que nosotros reivindicamos en la libertad de expresión.
¿Cuál es el sitio del TLM en la escena teatral europea?
Bielorrusia es un país completamente aislado del resto del mundo. Promover nuestros espectáculos y situarlos en un contexto europeo es a la vez necesario e indispensable. Nuestras giras por el extranjero son verdaderos antídotos contra la censura de la que somos victimas en casa. El teatro tal y como lo practicamos se ha convertido en uno de los pocos espacios libres para promocionar la cultura bielorrusa. Escogemos a nuestros autores mediante oposiciones; todos tienen menos de 30 años y algunos de ellos empiezan a ser muy conocidos en Rusia.
¿Qué relación mantiene el TLM con su público?
Queremos obligar al espectador a ser activo. Para una parte de nuestro público, el Teatro Libre de Minsk, más que en un modo de expresión, se ha convertido en un modo de existencia, de vida. Hemos establecido una relación telepática con nuestros espectadores habituales aunque nos sea cada vez más difícil encontrar lugares donde actuar. El teatro debe de ser democrático y accesible a todo el mundo. Aunque la gente al principio no entendía nuestra estética, ahora son espectadores asiduos y reclaman cada vez más radicalidad. Hemos querido enseñar a los actores y a los espectadores a mirarse a los ojos. El espectador se ha hecho más libre: hemos logrado nuestra misión.
Agradecimiento a Yuri Vavokin por su traducción del bielorruso al francés
El TML actuará en el estudio-teatro de Alfortville durante todo el mes de mayo
El sábado 26 de mayo a las 21 horas y el sábado 2 de junio a las 15 horas: Generation Jeans”
Del 29 de mayo al 2 de junio 2007 a las 21h00: Nous identification. Bellywood.
El Teatro Libre de Minsk en imágenes
Translated from Théâtre Libre de Minsk : la résistance par les planches