La organización de la Copa del Mundo en Brasil ha suscitado numerosos debates extranjeros sobre el fútbol. En Europa, el impacto de un evento tal afecta igualmente a otras preocupaciones que a las estrictamente ancladas al campo. Preocupaciones que versan sobre genética, filosofía, inmigración o sobre la vida diaria, unas cuestiones que tendrán -al menos- el mérito de sobrevivir después de la final, prevista para el próximo 13 de julio.