“Subversive Festival”: el cambio empieza en Zagreb
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Elena Urbina Soriano“Otros Balcanes son posibles”, reza uno de los eslóganes de éxito del Subversive Festival. Entre protestas estudiantiles contra el aumento de las tasas universitarias y las ocupaciones contra la salvaje política urbanística de la capital, los croatas parecen haber encontrado un punto en común con el resto de europeos. La revuelta acaece en Zagreb.
“La defensa de los bienes comunes, ya sean la educación, los espacios públicos o las fuentes de energía, es un argumento de discusión en toda Europa, pero aquí en Croacia hasta hace unos años era considerado un tema tabú, tras un periodo en el que el neoliberalismo era un dogma”, me cuenta Srećko Horvat, uno de los fundadores del Subversive Festival, un fórum y festival de cine que se celebra en Zagreb desde 2008.
Ahora en su quinta edición, Subversive se ha transformado en la única plataforma de la región dedicada a los nuevos movimientos político-sociales. Por el programa del festival han desfilado invitados del calibre de Zygmunt Bauman, Antonio Negri, Tariq Ali y muchos más, mientras que el filósofo esloveno Slavoj Žižek es una presencia fija en el cartel.
Ni hablar de la “yugonostalgia”
Me encuentro con Srećko en el Kino Europa, un antiguo cine transformado en bar y centro cultural situado en el corazón de Zagreb. Nuestra conversación, sin embargo, es interrumpida varias veces por jubilados que van pidiendo limosna por las mesas. “Esta es la Croacia actual”, sentencia.
A su parecer, las protestas estudiantiles contra el aumento de las tasas universitarias y aquellas contra la especulación inmobiliaria, que han tenido un inesperado éxito en términos de visibilidad y participación, tienen un denominador común: la defensa de los bienes públicos por parte de la generación más joven. Algunos medios de comunicación lo han bautizado como “yugonostalgia”, una acusación que en los sectores conservadores equivale a ser enemigo de la nación croata. Srećko se anticipa a mi pregunta y subraya que las reclamaciones del movimiento no representan una forma de nostalgia del pasado socialista, sino que miran al presente y a las dinámicas globales.
El enésimo aumento de los precios universitarios aprobado por el gobierno de centro-derecha de la Unión Democrática Croata (HDZ, sus siglas en croata) ha sido la chispa que ha provocado la revuelta estudiantil –en un índice de la relación entre las tasas universitarias y el poder adquisitivo, Croacia se encuentra en el puesto 29 de entre 40 países europeos, con una cifra que oscila entre los 550 y los 1.250 euros al año, dependiendo de la facultad–. La primera ocupación (blokada) llegó en la primavera de 2009, apareciendo en las crónicas como la primera gran huelga desde 1971, seguida de una segunda en otoño de ese mismo año. La facultad de Filosofía, epicentro de todas las protestas, se encuentra en el barrio de la nueva Zagreb, construida en época socialista. Atravesando el pasaje subterráneo de la estación, que divide las dos almas de la capital croata, el gris se sustituye enseguida por los colores pastel del centro histórico. Pintadas en los muros reclaman las protestas de las que la facultad ha sido protagonista. En el bar de este centro, Adam Berišić recuerda el momento cumbre de las ocupaciones: “ Se creó un pleno, que se reunía cada día, inspirándose en los principios de la democracia directa”.
Por otro lado, de la experiencia de los bloqueos y de la participación activa nació en 2011 la Akademska solidarnost (Solidaridad académica). “Se trata del primer sindicato independiente creado en Croacia que reúne a personal académico y que está basado en el principio de la democracia directa. Nada de presidentes: representantes por rotación. Pide, entre otras cosas, un sistema de educación gratuito para todos, entendido como un derecho universal y un bien público”, explica Izvor Rukavina, uno de sus miembros.
Los nuevos inquilinos de la plaza de Las Flores
La experiencia de las ocupaciones no se ha limitado a la defensa del derecho a una educación para todos, sino que ha contagiado a estratos más grandes de la población hasta convertirse en un verdadero instrumento contra la política estatal de privatización. Un ejemplo de estas medidas se presenta ante mis ojos mientras atravieso la plaza de Las Flores (Cvjetni trg), un lugar particularmente querido por los zagrebienses en el que se ha creado un nuevo centro residencial y comercial.
El edificio, con una fachada formada por espejos, está compuesto por un garaje de 400 plazas, 39 apartamentos y un centro comercial dotado de restaurantes y tiendas. No obstante, se inserta como un cuerpo extraño en el marco histórico de la plaza, salpicada por puestos que venden flores.
Tomislav Domes, de la iniciativa Pravo na grad (Derecho a la ciudad), recuerda los acontecimientos más sobresalientes de la batalla contra la asolación de Cvjetni trg, la primera y más importante de las ocupaciones llevadas a cabo por la población.“Iniciamos la campaña nada más tener conocimiento del proyecto. Intentamos retrasar las obras, ya fuera en el plano jurídico, impugnándolo por las irregularidades o con acciones más prácticas que han tenido un gran éxito entre la población”.
“En la primavera de 2011 –continúa el activista–, se desarrolló la fase final de nuestra acción en defensa de Varšavska ulica, la calle lateral de la plaza en la que el proyecto preveía la excavación de una rampa de entrada al garaje subterráneo. A pesar de una agotadora resistencia, no conseguimos detener las excavadoras. De todas formas, la campaña a favor de Varšavska puede considerarse un éxito porque contribuyó al cambio del plano regulador ciudadano y, mediante la sensibilización de la opinión pública, ha hecho posible otras campañas que siguen en curso contra la especulación inmobiliaria en las costas dálmata e istriana”, concluye Domes.
El momento del cambio
El 15 de octubre de 2011, los diversos movimientos de protesta, estudiantiles y no estudiantiles, se reunieron en las calles para celebrar la manifestación internacional contra la destrucción de los derechos y los bienes públicos, así como las políticas anticrisis. La plaza central de Zagreb alojó en aquella ocasión a miles de ciudadanos (entre 3.000 y 5.000 según los medios de comunicación, 10.000 de acuerdo con los organizadores), una participación mucho más alta que en otras ciudades de la región –en las cuales los manifestantes fueron del orden de centenares o incluso decenas– que ha representado lo específico del caso croata.
Los movimientos croatas por la defensa de los bienes comunes tienen el mérito de llevar al centro del discurso público los temas sociales, a través de las voces de las nuevas generaciones, en una Croacia destrozada por la crisis, donde las disparidades económicas son evidentes, la producción industrial ha caído (-9,4 % en el primer cuatrimestre de 2012) y la pobreza avanza inexorablemente (por encima del 17%). Hay que recordar que, como reza uno de los eslóganes del Subversive Festival, “otros Balcanes son posibles”. O al menos, imaginables.
Este artículo forma parte de Orient Express Reporter II, una serie de reportajes sobre los Balcanes que ha sido desarrollada por cafebabel.com entre 2011 y 2012. Este proyecto ha sido cofinanciado por la Comisión Europea y cuenta con el apoyo de Allianz Kulturstiftung.
Fotos: portada, cortesía de © la página oficial en Facebook del Subversive Festival; texto: © Pravo na grad. Vídeo: restartvideo/YouTube.
Translated from Occupy Zagabria. Il Subversive Festival e i nuovi frammenti dell'attivismo croato