[spa] ¿Qué « onda »?
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Julie Salmon“Electrosensibilidad”… Me topé con esa palabra por primera vez en la red hace poco más de un mes. Estaba subtitulada con “Alérgico a la electricidad”. Una manera muy simplificada de decirlo, pero que tuvo el impacto de llamar mi atención.
Céline prefiere decir “sensibilidad aumentada a las ondas electromagnéticas”. Tiene 37 años, el pelo rizado castaño y lentes rojas. Con una gran sonrisa pero algo nerviosa, se me acerca. Hace dos años identificó la fuente de sus numerosos problemas de salud: el wifi. Es electrosensible y aceptó contarme cómo le va.
Bad Vibrations
Desde hace cinco años, Céline empezó a desarrollar intolerancias alimentarias, no consigue dormir correctamente y tampoco concentrarse en sus tareas cotidianas. Dolores de cabeza la asaltan y vértigos aparecen. Desde los primeros síntomas, tiene la suerte de contar con el apoyo de su médica. A pesar de todos los esfuerzos desarrollados, el estado de Céline se agrava. Las semanas de permisos se añaden unas a otras y debe finalmente parar de trabajar por cuatro meses. Un día, al teléfono, su médica le pregunta sobre su entorno eléctrico y le sugiere apagar su box al fin de la conversación. Céline se queda con dudas pero decide intentarlo. El resultado no tarda en llegar. Los dolores de cabeza paran casi de inmediato y Céline recubre ideas claras. “Flipé total… porque no estaba para nada orientada hacia esa posibilidad. Me dije va a ser imposible de manejar. Si es eso, ¡no se puede manejar!”. Imposible de manejar porque es omnipresente. Desde los vecinos hasta las redes públicas, pasando por las conexiones del trabajo, el wifi está por todos lados.
Al fin de cuenta, “manejar” las ondas, es lo que hace Céline a diario. Lucha por conservar una vida “lo más normal posible” y se felicita de haber descubierto rápido la razón de su malestar. “Todo lo que pude desarrollar me permitió aumentar mi nivel de tolerancia. Todavía tengo picos de crisis, pero siempre logro bajarlos y manejar todo eso mejor. Con buenos periodos de recuperación, puedo salir normalmente.”
Paris debajo las ondas
Su voz se afloja. Sus frases se puntúan con silencios. “Disculpa. Hay algo aquí que me molesta.” Le pregunto si quiere que nos sentemos en otra mesa o que vayamos a otro lugar. “No, no, está bien, solo que me cuesta un poco más concentrarme”. De vez en cuando su mirada se ausenta.
Céline tiene suerte. Lo admite. No sufrió ningún rechazo por parte de su familia, amigos o colegas. Todo el mundo le creyó y la apoyó. También ha sido rápidamente apoyada por sus vecinos y vecinas que tomaron en consideración su sensibilidad y apagan lo más posible el wifi en sus departamentos. Su vecino que vive en el mismo piso, hasta hizo cablear toda su red para ya no emitir más ondas. A su trabajo también las cosas fueron bien: “Todo lo que querían era que pueda trabajar, porque ellos también estaban hartos de mis ausencias”. Los wifis cercanos a su despacho han sido apagados y por suerte ningún otro del edificio cruza su despacho. Sus colegas entienden y apagan sus smartphones, que están siempre conectados a la red por wifi.
Y debe admitirlo: “No podré vivir toda mi vida en Paris. Pronto tendré que ir a vivir al campo o encontrar una casa en los alrededores de Paris”. A pesar de todos sus esfuerzos para vivir normalmente deberá, un día, rendirse. Por su bienestar, por su salud. “Tengo la sensación de que todo está colgado de un hilo”.
5% del territorio libre de ondas
El verdadero problema es que esa sensibilidad no tiene estatus. No está considerada ni como enfermedad ni como discapacitación. “Depende de muchas cosas y es aleatorio también”. explica Céline. Ella decidió actuar para el reconocimiento de la electrosensibilidad. Tomó cita con la diputada de su circunscripción, la señora Seybah Dagoma. “Estuve emocionada, no esperaba tanta atención y comprensión.” La voz de Céline, se hace más firme. Se siente que está orgullosa de lo iniciado.
¿Por qué se niega así la electrosensibilidad? “Porque da miedo… Se debería dar pasos atrás. ¡Imagínate! Los responsables dicen que si fuera real sería un escándalo.¡Estaríamos al alba del escándalo sanitario más grande que jamás hemos visto!”.
Una pregunta me quema los labios desde el inicio del encuentro: ¿cómo se percibe el mundo de las tecnologías, de las redes sociales y de todo lo conectado, siendo electrosensible? “Creo que mi electrosensibilidad me ha dado la fuerza de manejar todo eso, por un lado. Pues tengo un celular, pero solo lo uso con mensajitos, tengo una laptop pero me limito eso es cierto”. Una visión sorprendentemente optimista. “hoy mi discurso es, no volver atrás sino aprender a vivir con las ondas”.
Céline confía también en el reconocimiento de su sensibilidad. “Más y más personas se atreven a tocar el tema. Recibí varias llamadas de gente que me contaban que habían sentido vértigos en el Centro Pompidou cerca del wifi por ejemplo o que sienten molestias al contacto de algunos aparatos. Hasta hablé con alguien, hace ratito, que me dijo que hacía solamente cuatro meses que sabía que no era el único en Francia a tener ese problema. Creo que concierne a todo el mundo, o casi, a diferentes escalas.”
Casi todo el mundo…
En Francia solamente 5% del territorio está libre de ondas electromagnéticas. Son principalmente picos altos y zonas protegidas donde ya no se puede vivir.
Aprender más : Site du collectif des électrosensibles de France.
Translated from Quand la vie ne tient qu'à un fil