[spa] Cuando el frenesí nipón irrumpe en el Bozar
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Andrea Álvarez FernándezCafébabel Bruxelles asistió a la inauguración de la exposición que tendrá lugar desde el 14 de octubre de 2016 al 22 de enero de 2017. El programa : exaltación, colores y vanguardismo en una exposición mucho más actual de lo que parece.
Sadaharu Horio, el principal artista del vanguardismo japonés, aguardaba decidido a los periodistas que acudieron a la apertura de la exposición « A Feverish Era in Japanese Art » este jueves en el Bozar. A las 11, con su mirada risueña de niño eterno, se sumergió en una actuación en el vestíbulo del museo; con sus lápices, hojas y tinta, el artista encarnó, durante veinte minutos, una vigorosa lucha llevada a cabo con toda su alma y durante la que hizo uso de los materiales para ofrecer a los expectadores una emulación creadora, casi « feverish » (febril), en total concordancia con la exposición. El único momento que resultó molesto por parte del público (que se mostraba visiblemente absorto ante el artista) tuvo lugar cuando todos comenzaron a aplaudir por haber pisado una hoja gigante de papel dispuesta sobre la escalera, pero, arrastrado por el arte que «por nada se alegra», yo también me uní a la muchedumbre que me rodeaba... Cabe señalar que esta idea de lucha eterna entre los materiales, el artista y los colores es la que da vida a las más de cincuenta obras presentes.
Expresionistas somos
Tras la Segunda Guerra Mundial, Japón se convierte un país herido y traumatizado que no solo tiene que consolarse por todas las pérdidas acumuladas, sino que también tiene que ponerse manos a la obra para reconstruir un territorio en ruinas. Este periodo bastardo, que se encuentra entre un pasado complicado y un futuro incierto, resulta propicio para las dudas existenciales - « ¿Quiénes somos ? ¿A dónde vamos ? ». Por ello, los jóvenes artistas japoneses se encuentran en plena afluencia interior, se abren al mundo y ansían novedades.
La exposición rememora la efervescencia de los artistas japoneses que en los años 1950 – 1960 se apropiaron del expresionismo ya existente en Europa. Se puede apreciar que, al dejar que la energía creativa haga el trabajo por sí sola, se hace un llamamiento a la simplicidad, como para definir una nueva identidad tras el oscuro comienzo del siglo XX. La obra de Shiraga « Tenbousei Ryoutouda », de 1962, permite sentir la vibración eminente que actúa como hilo conductor de la exposición. El pintor utiliza sus pies y, atado a una cuerda con el lienzo sobre el suelo, acumula los materiales, creando así una obra híbrida entre pintura y escultura.
Un arte más joven y actual que nunca
Esta vanguardia, aunque en primer lugar permita que los materiales se expresen, no carece de pensamiento político, pues muestra incluso una inclinación hacia el arte comprometido, denunciando, por ejemplo, los horrores causados por los ensayos nucleares. La incandescente obra « Moeru Hito (Hombres en llamas) » de Taro Okamoto, 1965, actúa como puente entre el singular aspecto primitivo de la tradición japonesa y los colores brillantes. No denuncia el horror haciendo uso de la razón y el intelecto, sino a través de las emociones que el cuadro suscita. Desde lo más profundo del corazón.
« A feverish era in Japanese Art » es, por lo tanto, una exposición que merece una visita, no solo por su impacto visual, sino también porque se deja domar fácilmente. Hace eco de todo lo que hay en nuestro interior y, lejos de resultar elitista e introspectiva, refleja bien en su conjunto las cuestiones de identidad actuales.
Translated from Quand la frénésie nippone s'invite à Bozar