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Soy feminista y guionista de juegos otome

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En Internet y entre las aplicaciones para adolescentes, está surgiendo un nuevo género literario: los otomes games. Una guionista nos explica los secretos de fabricación de estos «juegos de ligue» que un día bien podrían convertirse en una estupenda plataforma de difusión del feminismo.

¿Qué es un otome game? Preguntad a vuestra sobrina, ella os lo explicará. Puede que se sonroje un poco, sin embargo… Yo ya no me sonrojo cuando me preguntan qué es lo que hago en la vida. «¿Autora  freelance? ¿Todavía?» Trabajo para varios clientes muy diferentes, pero mi actividad principal en este momento es escribir guiones de juegos de ligue para adolescentes. A veces digo «juegos eróticos», cuando me apetece que sea mi interlocutor el que se sonroje.

A favor del otome

El otome game es un «juego de ligue» con personajes ficticios. ¿Os acordáis del libro que vuestra tía preferida os regaló la Navidad de 1991: el libro del que os sentísteis la protagonista? Lo de ahora es la versión 2.0 y se llama una visual novel [una novela visual, generalmente para chicas, de temática romántica, ndlr]. En los otome games, la protagonista suele ser una chica que empieza a estudiar en el instituto, en la universidad o incluso que acaba de ser contratada para hacer prácticas en una empresa, y con la que van a querer ligar un montón de hombres, encarnando cada uno de ellos lo que se supone que gusta a las mujeres (el mejor amigo de la infancia, el compañero misterioso, el jefe sexi, el profesor intelectual, el ligón empedernido, etc.). 

Al final del juego (o al principio, depende) hay que elegir con el que quieres salir. Sí, algunos obstáculos se entrometerán en tu incipiente historia de amor, pero, al final, los personajes viven felices y piensan tener unos hijos maravillosos. Este tipo de juego nació en Japón hace veinte años como respuesta a los juegos del mismo tipo pero destinados a los hombres. Después llegaron y conquistaron Occidente. Corazón de melón, Vampiro, Love & Diaries y otros muchos, pues su número no hace más que aumentar.

¿Qué es lo que diferencia a dos juegos del mismo tipo? La forma en cómo la elección de las respuestas influirán en el desarrollo del juego. O la influencia es mínima y no importa lo que respondas porque al cabo de un tiempo volverás a caer en la misma conversación, o la influencia es alta y podrás desbloquear puntos, ganar escenas extra, e incluso ver cómo tu pretendiente preferido cambia de actitud respecto a ti. Todos estos juegos se basan en un modelo económico de tipo freemium: la descarga es gratuita, pero solo tienes acceso a un número limitado de capítulos al día. Si quieres seguir leyendo sin esperar al día siguiente, tendrás que sacar la tarjeta de crédito.

«A las chicas os gusta la ensalada, ¿no?»

Yo me metí en el mundo del otome game al responder a un anuncio que decía «Se busca escritor de historias de amor románticas» en una plataforma de freelances. En este tipo de plataformas, cuando se dice «romántica» lo que se quiere decir es «porno», y en realidad lo que se busca son ghostwriters [escritores fantasmas o negros] para intentar imitar Cincuenta sombras de... (de lo que ya sabes). Aunque ya trabajaba como escritora de novelas eróticas para una revista, me presenté y me cogieron, pero no era exactamente como yo me esperaba. Me enviaron un resumen de la novela visual a la que estaban jugando cientos de miles de chicas en todo el mundo y una foto del personaje llave con el que tenía que desarrollar los guiones que se me encargaban: John* es su jefe, es rico, poderoso, celoso, posesivo y con un temperamento explosivo. Okay… Mi misión: escribir cuatro capítulos extras con el fin de poder ser desbloqueados en el juego y que se tenían que corresponder con 4 momentos románticos pasados con John, el enamorado: pícnic en la playa, salida de compras, etc. «Esas escenas tienen que ser sensuales, pero no demasiado para evitar la censura en Google Play».

Contando ya con una base en este terreno a raíz de mi primera experiencia, trabajé luego para otra empresa japonesa, esta vez como traductora. Cierto, el estereotipo nos era ya familiar, pero aquí encadenaba de verdad los suspiros exasperados. Noté también la diferencia de objetivos entre los dos juegos. En este, visto el tiempo empleado en describir el conejillo de Indias de la protagonista, deduje que el juego iba dirigido a una franja de edad entre 12-14 años:

«Ah, ¡Buenos días Dylan*! ¿Te oí decir que tenías gatos?

- Sí, tengo uno pelirrojo y uno blanco. Se llaman Apolo y Heracles.

- Oh, qué monada. Yo tengo un hámster que se llama Versace.

- Muy bien, ¡pensaba que todos los hámsters se llamaban Garabato!»

En esta escena (apenas retocada), Dylan se supone que es tu N+2.

Me reí mucho las semanas que pasé haciendo esta traducción, pero no solo me reí. Cuando estaba delante de indignantes diálogos sexistas del tipo: «Te he pedido una ensalada. A las chicas os gusta la ensalada, ¿no?», tuve problemas para contener la rabia. Me pregunté muchas veces si no cambiar los pasajes, pues me dolían un montón los dedos de tanto traducir mensajes subliminales totalmente opuestos a mis valores feministas: «No le hables así Dylan, ella es mía, la vi primero», es solo un ejemplo.

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La ocasión era buenísima

Decidí no seguir en este medio cuyo objetivo, digámoslo francamente, es elegir las mejores réplicas para conseguir el amor de un hombre (¿podéis decirme dónde está la representació del colectivo LGBT?), justo hasta que me propusieron escribir mis propios guiones. Mi nuevo cliente, francés, me dijo que apoyaba «al 100% (mis) ideas feministas» y me daba carta blanca pora «elevar el nivel» pero dirigido a un destinatario de una franja de edad mayor, entre los 18 y 24 años.

En el primer guión que les mandé, la protagonista es una joven feminista que encuentra un placer enfermizo en mandar a paseo a los hombres que la consideran una estúpida, y que se lanza a su actividad de fotógrafa independiente siguiendo los consejos de sus amigas. Entre los pretendientes disponibles hay un empresario, un DJ y UNA diseñadora: Sí, este juego ofrecía la posibilidad de una relación gai. Revenge porn [difusión sin consentimiento por parte de sus dueños de fotos o vídeos de contenido sexual a través de la red. El objetivo suele ser la venganza.], celos enfermizos, sexismo en el trabajo, así como otros temas que han servido de hilo coductor de historias a lo largo de la historia.

Así que claro, dado el limitado número de decorados, personajes y escenas que no involucran a la protagonista, la originalidad se resiente. Pero cuando se conoce el número de descargas de este tipo de juegos (hasta 5 millones en el caso de algunos) y los mensajes sexistas y heteronormados que transmiten, la ocasión era buenísima. En mi opinión, de la misma manera que lo peor que se puede hacer en materia de racismo, homofobia y machismo es banalizar las pequeñas frases y los gestos cotidianos, lo mismo ocurre en sentido contrario. Solo banalizando la presencia de parejas homosexuales, la heteroflexibilidad, las denuncias de palabras sexistas, las elecciones de vida opuestas a lo que la sociedad espera (una pareja que riñe porque él quiere tener hijos y ella no, por ejemplo), es como se progresa en esos temas. Girls, o incluso SKAM, lo hacen muy bien en la televisión.

En el último capítulo que le envié a mi cliente, mi protagonista, borracha, flirtea con un compañero de trabajo. Veinte minutos después, él la agrede en su habitación del hotel. Ella se plantea la pregunta de si tiene que poner una denuncia. «¡Sí!», le responden los hombres de su entorno: «Un beso no es un pase para toda la noche, ¡sobre todo porque estabas bebida! No tiene ningún derecho a aprovecharse de ti. Intentaremos por todos los medios que lo despidan».

Desde luego que el capítulo no es perfecto, no he podido prescindir de todos los clichés y no he pretendido revolucionar el mundo del otome en un día. Pero estoy trabajando en ello…

* Les nombres que aparecen en el artículo son ficticios. 

Translated from Moi, féministe, scénariste d’otome games