¿Sólo Woody Allen ve cine europeo?
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Europa resiste a duras penas el asedio de Hollywood dentro de sus fronteras. Fuera del continente, la derrota es total.
¿Qué película está entusiasmando ahora mismo a los cinéfilos de Medellín? Flores Salvajes del director checo F.A. Brabec. Posiblemente una desconocida para el gran público europeo, pero presente en el festival colombiano Eurocine 2004, que se desarrolla en este momento coincidiendo con el Festival de Cannes (12-23 de mayo) y constituye la otra cara de la moneda del cine europeo. En su décima edición, Eurocine espera acoger 75 000 espectadores, sumando un total de 400 000 espectadores a lo largo de su historia.
Todo un éxito y una excepción en la distribución de películas europeas fuera de nuestras fronteras. La ausencia de una verdadera estructura europea de distribución, la apisonadora de Hollywood y la propia actitud suficiente del cine continental dibujan una realidad bien diferente. La Tercera Muestra de Cine Europeo de La Paz (Bolivia), por ejemplo, reunió en 2002 la friolera de 5.521 espectadores. El cine europeo, sin embargo, tiene un mercado potencial en Latinoamérica. Pero no es aprovechado muchas veces debido a las peleas intestinas que caracterizan a la UE, también en el dominio cinematográfico.
La guerra de los intereses nacionales
Sudamérica es el campo de batalla de los intereses nacionales europeos. El cine español, por razones obvias de idioma y de cultura, es el principal beneficiario de este público latinoamericano. Para concretar este intercambio intercultural, en 1997, en la Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno que se celebró en Isla Margarita (Venezuela), se dio luz verde al programa Ibermedia. Los países participantes son: Argentina, Brasil, Colombia, Chile, España, México, Portugal, Uruguay y Venezuela. El Programa Ibermedia promueve las coproducciones entre estos países, facilitando de esta manera la distribución de las películas.
Otros países europeos, como Francia e Italia, han intentado participar en el programa Ibermedia, pero España les ha vetado, en un alarde de espíritu europeo, porque su inclusión traicionaría el espíritu iberoamericano de Ibermedia.
Enemigos como en la época napoleónica dentro del programa Ibermedia, otras iniciativas sí reúnen a Francia y España. Europa Cinema Center es una empresa promovida por el Instituto de Cinematografía y de las Artes Audiovisuales (ICAA) del Ministerio de Cultura español y Unifrance Film International de Francia, con la finalidad de difundir su cine fuera de sus fronteras. El ciclo España & Francia de Preestreno de noviembre de 2003 en Buenos Aires es un buen ejemplo de su acción.
Desarmados contra Hollywood
Pero la incongruente ausencia de una verdadera distribución europea provoca que el cine europeo no sea rival para la máquina de distribución que es Hollywood. Las cifras son espectaculares si nos vamos a terreno norteamericano. Un 70% de las películas que se exhiben en los cines europeos son estadounidenses, frente al irrisorio 3% de películas europeas en Estados Unidos. La cultura (o anticultura) del doblaje tiene mucho que ver en esta situación. Los comedores de palomitas de EEUU no son amantes de los subtítulos, lo que dificulta la distribución de las películas europeas. Además, las campañas publicitarias de EEUU no tienen nada que ver con los rudimentarios medios europeos. Woody Allen, uno de los pocos estadounidenses consumidores de cine europeo, lo dejó claro en la ceremonia de entrega de los premios Príncipe de Asturias: En Hollywod se gastan más dinero en la publicidad de una película que Buñuel en toda su vida. Y por si fuera poco, las artimañas estadounidenses se saltan a la torera las cuotas de pantalla (para proyectar una película extranjera, es necesario haber exhibido un número determinado de filmes europeos) al rodar películas en Europa y obtener así la consideración de películas europeas. Los otros con Nicole Kidman y rodada en el norte de España, es un buen ejemplo.
Para luchar contra el imperialismo cultural de los EEUU, Viviane Reding, comisaria europea de Educación y Cultura, y los 25 ministros de cultura de la UE aprovechan el festival de Cannes para pedir un aumento del 40% en los presupuestos comunitarios del programa Media. Si se consigue la inyección económica, no habrá que cometer el error de desperdiciarla en más autoaislamiento.
Dinero, apertura... ¡acción!
La UE debe exponer, que no imponer, su cultura, y para ello no basta con la actitud proteccionista dentro de sus fronteras. La mejor defensa es un buen ataque. Las producciones inglesas y españolas pueden entrar fácilmente en el mercado estadounidense por razones de idioma, y constituir el rompehielos para el resto del cine europeo. Pero para ello hará falta, de entrada, que el lobby de ministros de cultura presione a sus homólogos de economía y consiga el aumento presupuestario. Y segundo y muy importante, que Europa predique con el ejemplo. La UE se queja del bloqueo estadounidense al cine europeo, pero las fronteras de nuestro continente no son precisamente permeables a otros cines. Sin contar las películas de EEUU, Canadá, Australia y Japón, las salas europeas están más cerradas al resto de la industria cinematográfica mundial que el propio cine estadounidense a las realizaciones europeas.
La educación del público, su habituación a otras formas de cine (egipcio, indio...), es beneficiosa para el éxito del propio cine europeo, de calidad demostrada. Hasta que el espectador no se acostumbre a codificaciones del lenguaje cinematográfico diferentes a las de Hollywood, seguiremos escuchando, como en el trailer de la película española El otro lado de la cama: No, si el cine europeo está bien, pero donde esté una película buena, buena...