Sin sujetador es mejor
Published on
Translation by:
Mar CastellEs verano, hace calor y la ropa molesta. Pero la frase "cuanto menos ropa, mejor" parece que sólo es válida para los hombres. Sino ¿por qué tanto revuelo cuando las mujeres hacen topless? Un análisis sobre la doble moral alemana
El calor veraniego es asfixiante. Mi novio Jörg es grande y corpulento y con estas temperaturas suele hacer footing sólo con pantalones cortos (siempre me hacen sentirme bien las miradas envidiosas de otras mujeres). Está haciendo tanto calor que me niego a ponerme una camiseta sobre el sujetador deportivo. En definitiva Jörg también hace footing sin camiseta y las piscinas y los parques están llenos de mujeres con la parte de arriba del bikini. “¿Qué?, ¿enseñando más de la cuenta?”, me grita un hombre. Yo me trago la indignación y, sin embargo, a Jörg no parece que le moleste en absoluto esta impertinencia. “Ya te podrías haber puesto algo más encima”. “¡Si tú tampoco llevas puesta mucha más ropa que yo!” ¿O es que mi novio, que normalmente es una persona bastante abierta, se está volviendo de repente conservador? “Pero es que yo no tengo pechos”, me contesta él tan tranquilo. “¿Tienes que enseñarle los tuyos a todo el mundo?” Como si mi escote acabara justo por encima del ombligo. Me resigno a llevar a cabo una discusión sobre la igualdad de sexos y sigo corriendo al lado de él enfadada.
“La señorita sin sujetador, preséntese ante el socorrista, por favor”
Un día fui a la piscina con mi amiga Hanna. En mi revista femenina se habla sobre si el burkini, un bañador de cuerpo completo con sombrero incluido, debería estar permitido en las piscinas públicas. Los argumentos en contra son los mismos que los esgrimidos en contra de cualquier forma para cubrir la cabeza, desde el hiyab hasta el burka, de donde proviene el nombre de burkini. “Sexista”, “menosprecio hacia la mujer”, “un imperativo masculino para ocultar a la mujer”. ¿Se debería prohibir el burkini aunque gracias a él muchas mujeres musulmanas puedan ir a una piscina pública? El que las mujeres se deban ocultar con un velo, si es que ellas lo quieren, es una cuestión difícil pero, ¿puede una persona querer ocultarse siempre en público? ¿Sirve el velo como protección contra los hombres lascivos? ¿Y por qué no se le impone a los hombres?
Como no me gusta tener ninguna marca cuando tomo el sol, me tumbo en la toalla sin el sujetador del bikini. De repente me doy cuenta de que algunos tíos, de camino al agua, se paran y se quedan mirando. “¿Qué coño miras?”, les digo con tono grosero a dos hombres mayores con “taparrabos”, una costumbre muy alemana de la que en el extranjero se ríen mucho. También aquí casi el 85% de los hombres lleva bañador tipo slip, con el que se les marca, mejor o peor, su tesoro más preciado. Hanna yo queremos ir al agua, pero no tengo nada de ganas de ponerme el sujetador. Tal vez se me ha subido el calor a la cabeza o aún me dura el enfado con Jörg. De todas formas me siento como una Juana de Arco moderna, que se pasea triunfante ante una batalla ganada contra la discriminación de la mujer. No miro siquiera el sujetador de triangulo y con la cabeza muy levantada me dirijo al agua con Hanna.
A nuestro alrededor la gente se ríe, cuchichea y grita. El socorrista, un hombre de unos cuarenta y tantos años con una barriguilla prominente y un taparrabos rojo, está ocupado echándoles un rapapolvo a tres chicos. Me tiro de cabeza al agua y qué bien sienta. “La señorita sin sujetador, preséntese ante el socorrista, por favor”. Lo repite dos veces por el megáfono para que todo el mundo lo oiga. “De esa manera no puede estar aquí, va en contra del reglamento de uso de la piscina”, me dice. “Los hombres tampoco llevan nada de cintura para arriba, ¿por qué pueden ellos y yo no?”. “Así lo dice el reglamento”. El socorrista se ríe irónicamente. “Yo no digo que tenga algo que ocultar, pero… tampoco verá a nadie sin bañador”. “Pero sí, sin la parte de arriba”. Estoy furiosa y lo único que quiero es irme a casa.
Feminista vs. los que se creen propietarios de nuestros pechos
Jörg me mira estupefacto. “¿Te tienes que hacer feminista a estas alturas? No enseñar el pecho es mucho más seductor. Si te estuviera viendo a todas horas desnuda, ya no me atraerías tanto”. “¡Estás de coña!”, le contesto con un bufido. “No solo porque os pongan tanto los pechos y creáis que os pertenecen, tenemos que esconderlos. ¡Para que después vayas diciendo disparates sobre los derechos e igualdades de las personas cuando se habla del velo! Cuando el cabello, la cara o el cuerpo en general les pone a algunos musulmanes, hay que esconderlo todo. Y esto se considera erróneo. Pero cuando se trata del pecho, es algo evidente. ¿Por qué? ¿Porque vosotros lo habéis decidido así? ¿Y qué hay con los hombres que llevan bañadores muy ajustados?” “¿Y qué pasa con ellos?” Jörg no entiende mi pregunta. “¿Crees que lo que se muestra a través del bañador no nos pone a nosotras? ¿Porqué no os ponéis bañadores más anchos?” “Tesoro, eso es distinto…” Me gusta que me llame tesoro, pero en estos momentos no soy el tesoro de nadie, ni de Jörg ni de cualquier otra persona. A partir de ese día Jörg ha dormido algunas noches en el sofá. Y yo sueño con que hago footing por las calles con velo y gafas de sol, pero sin sujetador.
Fotos: principal ©thedirtystory/flickr; ©Brain farts/flickr; ©Frodo Babbs/flickr; ©misspixels/flickr
Translated from Hauptsache "oben ohne"