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Sentirse como un refugiado encima de los escenarios

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Default profile picture Pablo Pina

CreativeEditors PickInmigración

Gracias a una generación de actores comprometidos, el festival Off de Aviñón ha presentado este año varias obras inéditas dedicadas a la migración. ¿Qué puede hacer el teatro cuando la política hace aguas? Esta es la gran pregunta que nos hemos hecho en uno de los 133 teatros que participan en el festival de artes escénicas en directo más grande del mundo.

Son las siete de la tarde cuando nos lanzamos a la rue des écoles, y a pesar del calor que hace en Aviñon (sur de Francia), los actores todavía aguantan. Al rechazar por enésima vez un panfleto, entramos en el jardín de la Manufacture, el "In du Off", tal y como algunas personas lo llaman. Este teatro, el favorito de muchos festivaleros y festivaleras se especializa en obras contemporáneas y comprometidas. Esa tarde, el jardín está lleno de espectadores que asisten a la representación del espectáculo No Border (Sin frontera), escrito por Nadège Prugnard, quien ha pasado dos años en la "Jungla de Calais". Sin embargo, nuestra cita es con Pascal Keiser, ya que el presidente de la Manufacture ha decidido presentar varios espectáculos muy especiales en esta nueva edición del festival Off de Aviñón.

Los recursos de salvación

Este año, la programación de la Manufacture también está relacionada directamente con la actualidad. Al mismo tiempo que el Festival In de Olivier Py explora "el género, la transidentidad, la transexualidad", el colectivo de la Manufacture, en el _Off, ha elegido establecer una relación con la asociación Focus Arabe des Arts (AAF) (Foco árabe de las artes), la encargada de promover de forma internacional espectáculos procedentes del mundo árabe. Además, en el escenario de la Manufacture, de la Manufacture_patinoire y del Castillo de Saint-Chamand un total de siete espectáculos (de los cuales el AAF presenta 5) pretende hablar del mundo árabe y de la cuestión migratoria. ¿Se trata esto de la voluntad de un colectivo para involucrarse en este tema en concreto? Puede ser, pero Pascal Keiser, el presidente de las falsas apariencias de Adrien Brody pone en primer plano el trabajo de los artistas con una sonrisa benévola. "Nuestra programación es el reflejo de la propuesta artística del año. Muchos artistas, autores, directores de escena, fotógrafos se han apropiado de esta problemática que los medios sociales han dejado de lado tras un año. Es necesario reconocerlo", dice el presidente. Keiser menciona en concreto la "Jungla de Calais" y su desmantelamiento a finales del 2016, que los periodistas han cubierto mucho menos si lo comparamos con la "crisis de los refugiados". También recuerda que la proyección de la película de Boris Kommendijk No Border, Guy Alloucherie, y la presencia de la exposición Ville de Calais (Ciudad de Calais) de Henk Wildschut en la escuela de arte, el cuarto lugar ocupado por la Manufacture durante el festival.

Las lecturas, las exposiciones, las proyecciones, los espectáculos, pero también las actuaciones forman parte del programa de la Manufacture durante esta 72 edición del festival de Aviñón. Se trata de una diversidad bien recibida para intentar abordar todos los aspectos de la cuestión migratoria, pero también para sacar al espectador de su zona de confort. Preguntar, interrogar, desestabilizar, es claramente lo que intenta lograr Farah Saleh, coreógrafa palestina y artista asociada de Dance Base en Edimburgo, con su espectáculo Gesturing Refugees (Los gestos de los refugiados), el cual se representa en Saint Chamand.

"El teatro pretende que los espectadores se posiciones en un lugar dado. Es una forma de representación muy física, que hace que sea muy diferente de otros medios sociales y contenidos".

Para llegar, colócate en frente de la Manufacture antes de subirte a una furgoneta gratuita puesta a disposición de los espectadores. Una vez bajamos de ella, cruzamos la hilera de pinos bajo el canto de las cigarras, echamos un vistazo a la fuente de la entrada y pasamos al edificio que también cuenta con una biblioteca de barrio. Fara Saleh nos atiende en el hall, y aunque es difícil escuchar su voz débil al principio, rápidamente se hace el silencio. La coreógrafa nos explica (en inglés) que, antes de entrar en la sala, tenemos que prepararnos para adoptar el estado de migrantes. Huir de un país solo les pasa a otras personas... Así que es mejor estar preparado. Sonriendo, pero con un tono firme, nos invita a meternos en nuestros papeles. "Es importante no llevar nada que indique el país del que procedes porque, en caso de que te arresten, las autoridades no sabrán a dónde devolverte", explica Saleh. A continuación, cada uno recibe una pequeña bolsa de plástico para meter el móvil, en caso de que el barco se hunda. Nos enseña también cómo silbar para pedir ayuda si tenemos un problema una vez hayamos embarcado. Un último vaso de agua ("es potable, lo he comprobado") y allá vamos.

"No nos basta con leer los relatos de otros, los vivimos."

En la sala, las sillas están colocadas en el escenario. Rellenamos un cuestionario absurdo (marca de nuestro champú, color de nuestras primeras sábanas, etc.) que sirve para repartirnos en dos grupos. Entonces, dos proyectores muestran al mismo tiempo los testimonios de bailarines y coreógrafos refugiados, los cuales se notaba que estaban grabados a partir de entrevistas hechas en Skype. Es a través de los sonidos, las palabras, pero también a través del cuerpo, que el público se hace dueño también de la historia de los refugiados y de sus traumas, las dudas que han tenido estos tres hombres desde que partieron: ¿De verdad debo dejar mi documentación a esta persona? ¿A qué recuerdos me debo agarrar durante los momentos más difíciles? ¿Voy a olvidar lo que es amar, lo que es reír? De esta manera, en este caluroso medio día, en el escenario del castillo de Saint-Chamand, asociamos los gestos con las palabras para comprender mejor y para acordarnos mejor. No nos basta con leer los relatos de otros, los vivimos.

Sin embargo, a la salida del espectáculo, la palabra de la que más no acordamos no es "empatía", sino "desconcierto". Son varios los que no comprenden bien lo que acaban de ver, y normalmente están decepcionados por no haber asistido a un espectáculo de danza, sentados cómodamente en los asientos rojos de las gradas. Aprovechamos el viaje de vuelta para recopilar varios testimonios. Bajo los pinos, un grupo de sexagenarios de da prisa para coger la furgoneta. "Nos habríamos subido a un barco articulado, pero ahí...", nos sugiere uno de ellos. "Ella habla inglés, y la sala estaba llena de gente que no entendía nada", nos explicaba otra mujer. "Imagino que al principio la idea es decir que la gente se basa en criterios estúpidos, que los gestos están relacionados con traumas pasados, pero bueno, yo llamo a esto un espectáculo perezoso_", nos comenta una chica que se esconde detrás de sus grandes gafas de sol negras y que se marcha en cuanto ve nuestro micrófono. Sus cuatro amigas le dan la razón. "¿Cuál es entonces propósito del teatro? Es un gesto artístico que permite transmitir sentimientos al público, hacer que se emocionen con estos sentimientos, se se hagan dueños de ellos", nos comenta una de ellas después de preguntarle. A continuación, la chica hace una pausa y, tras bajar la voz y la mirada, añade que "puede que estemos frustrados al igual que ellos están frustrados". Frustrados, enfadados, perdidos frente a una lengua que no conocemos o que no dominamos... De hecho, parece por un momento que Farah Saleh ha logrado su objetivo, que seamos aprendices de migrantes.

Los relatos de la realidad

¿Pero es ése el papel del teatro? Estamos en nuestro derecho de preguntarnos esto viendo la decepción del público que vino a ver a la coreógrafa esa tarde. Según Pascal Keiser, el teatro es un "remedio para la amnesia mediática". Es cierto, ¿pero debe acabar necesariamente en lágrimas? La prensa informa, ¿el teatro emociona? El presidente de la Manufacture prefiere dar su propia definición del género: "El teatro es la llamada a espectadores a un lugar dado. Es una forma de representación muy física, que hace que sea muy diferente de otros medios sociales y contenidos. Todas las tensiones, las calamidades, las desigualdades del mundo se traducen con mucha más fuerza. A veces es difícil que algunos espíritus simplistas comprendan que estamos frente a personajes y no frente a lo que piensan las personas en el escenario y demás. Esto mantiene una tensión teatral muy fuerte". El hombre sabe de qué habla, él que ha estado en el centro de la polémica del año pasado al programar el espectáculo Moi, la mort, je l'aime comme vous aimez la vie (Yo, a la muerte, la amo como tú amas la vida), esta pieza teatral adaptada a partir del texto de Mohamed Kacimi, dedicado a las últimas horas de Mohamed Merah, y mal acogida por algunas de las familias de las víctimas. Incluso la ministra de cultura israelí había pedido a su homólogo francés que prohibiera la obra. ¿Un terrorista como tema principal de una obra de teatro? Estaba fuera de lugar. Sin embargo, en ese momento, el presidente de la Manufacture apenas levantó una ceja. La polémica estuvo en primer plano, ya que pronto haría 20 años desde que la Manufacture defiende la idea de un teatro contemporáneo, innovador, comprometido, y ya que se ha convertido, desde Aviñón, en uno de los lugares preferidos de los "relatos de la realidad". _Gesturing Refugees es uno de los ejemplos de los que más se habla este año.

Son las siete y media de la tarde, la lectura va a comenzar, dejamos que Pascal Keisser (con un falso desenfado y muy desbordado) siga con su móvil, y después cruzamos el jardín para entrar a la sala. Al pasar por delante de la fuente, nos imaginamos un cartel que dice "Id a llorar afuera". Remedio para la amnesia mediática, apoyo para las reflexiones y debates, aquí el teatro lo dice, no lo contempla.

Créditos de la foto de portada: Ana Rodríguez

Translated from Réfugiés au théâtre : Avignon sur le pont