Se busca conservador del norte, mujeres abstenerse
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La carrera por la presidencia de la Comisión Europea ha comenzado. Los candidatos cortejan ya la silla de Prodi.
Romano Prodi abandonará de manera física su sillón de presidente de la Comisión Europea el próximo mes de noviembre. Aunque hace ya tiempo que tiene la cabeza en la política nacional italiana. Será el último en abandonar el barco, tras la espantada de los miembros de su comisión Diamantopoulos, Solbes, Barnier and Co. y las previsibles renuncias de comisarios para integrar listas electorales en los comicios europeos del 10 al 13 de junio. El próximo presidente se pondrá al mando de una institución que más que nunca da la impresión de ser una secretaría de los Estados miembros. La nueva comisión tendrá el deber de resucitar el espíritu europeo que se le supone, y para empezar con buen pie, cogerá el relevo el 1 de noviembre, día de los muertos.
Flexibilidad laboral
"No sé quién será mi sucesor. Solamente sé que éste era un trabajo desconocido antes de mi llegada y que ahora hay muchos interesados” ha afirmado el italiano, menospreciando el trabajo de los Jacques, Delors y Santer. En efecto, la Comisión Prodi ha demostrado que ofrece empleos flexibles, supeditados a los intereses personales y que permite no desconectar de la política nacional. A esta miel forzosamente acuden muchos interesados.
Entre éstos, el sucesor de Prodi se elegirá en la cumbre de Bruselas los días 17 y 18 de junio. Tras cinco años con un presidente de la Comisión Europea del sur y progresista, las leyes no escritas de las instituciones europeas apuntan a que su plaza será ocupada por un conservador del norte.
En la pole position está Chris Patten, antiguo presidente del Partido Conservador Británico y actual comisario de Relaciones Exteriores de la Unión Europea. Cuenta con un notable apoderado: "Tiene el talento, las convicciones y la posición política para ser un buen presidente", ha declarado Valery Giscard d´Estaing.
El primer ministro austriaco, conservador, Wolfgang Schüssel, su homólogo belga, el liberal Guy Verhofstadt, y el primer ministro de Luxemburgo Jean Claude Juncker (cuya candidatura es más débil ya que prefiere presentarse a las elecciones nacionales) también parecen corresponder a este perfil de hombre conservador del norte de Europa.
El sexo no es pendular
Así pues, la ley del péndulo europea contempla la ideología y la nacionalidad, pero parece que de momento no tiene en cuenta el sexo. El Partido Popular Europeo (PPE) eligió a Loyola de Palacio entre los candidatos que apoyaría para la Presidencia de la Comisión Europea. Una sola mujer entre una cuadrilla de hombres. La obsesión por la alternancia y el consenso europeo tenían ahora una oportunidad para incluir la “femineidad” de Loyola de Palacio en la historia masculina de la Comisión Europea. La derrota del gobierno Aznar alejó esta posibilidad.
Inevitablemente, el próximo presidente de la Comisión Europea será un hombre, conservador y septentrional. Las mujeres seguirán sin entrar en el despacho de la Comisión. La carrera de los machos desde el norte hasta Bruselas ha comenzado a toda velocidad. La inercia se aprovechará para salir después escopetados como Solbes, Barnier y compañía, a la primera llamada de sus partidos nacionales.